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Opinión / Cartas al Portal


Notas sobre la fe y la razón

En nuestra cultura occidental primamos la razón sobre toda otra consideración cuando se trata de esclarecer y establecer la verdad.

El hombre se define como un animal racional siendo la razón la guía autónoma de la conducta del hombre. No es guiado por el sistema instintivo, como ocurre con el resto de los animales, aunque pueden primar los instintos en algunas circunstancias.

En nuestra tradición cultural hay poco lugar para otros caminos para llegar a la verdad. En el mundo oriental se dan las cosas de otra manera. Es el caso de la India.

G.E. Monod-Herzen, en su libro sobre shri Aurobindo, el creador de la Síntesis de los Yoga, dice que: ”es fiel a toda la tradición hindú: la experiencia prevalece sobre la idea. Nada está tan lejos de la vida espiritual como esta forma de metafísica que pretende deducir y probar en un dominio que, por naturaleza, es otro que el de la razón.

Lo esencial es, entonces, la experiencia, el hecho de consciencia que es conocimiento directo, contacto, comunión. Ya que en la medida en que uno es consciente de algo que no es la misma consciencia, el acto de consciencia supone un ser exterior del cual da un conocimiento.”
Ortega y Gasset acuñó el término vivencia que Maria Moliner define, en su diccionario, como: “experiencia que contribuye a formar su personalidad”, definición que nos parece ser la que más se aproxima a la experiencia a la que se refiere Aurobindo.

A esto hay que añadir que el dominio, que es otro que el de la razón, debe entenderse que es el de la trascendencia, la realidad verdadera.

Zubiri sostiene que la inteligencia es sentiente, esto es, que todo acto de entalegar capta de suyo lo real como real.

Es así como un amigo indio, de la India, del Ashram de Aurobindo, a fines de los años 50 me ilustró refiriéndome que cuando se juntaban los sabios yoga a intercambiar ideas, se descubrían primero los pechos para mostrar los estigmas que tenían, Esto acotaba los términos de la discusión estableciendo como base las experiencias que habían tenido, que quienes no las habían experimentado no podrían entender lo que hablarían.

Respecto de los estigmas, estos se dan en los místicos cristianos. Los tuvieron San Francisco de Así, Santa Teresa de Ávila, San Ignacio de Loyola, San Pietro de Pietrelcina, solo por citar algunos.

En estados de conciencia profundos se pueden inducir fenómenos corporales especiales. En ciertos estados hipnóticos se pueden anular las sensaciones como el dolor, evitar o hacer aparecer fenómenos corporales – salivación, secreciones, etc.- ampollas al “quemarlos” con un objeto frío que se les ha sugerido que es un fierro al rojo vivo, aparición de reacciones reflejas propias de los primeros años de vida al hacer regresiones de edad.

En la psiquiatría presenciamos fenómenos psicopatológicos claves como la percepción delirante, en que se viven como reales ciertas percepciones reñidas con ella.

La fe se da como una vivencia que se tiene o no se tiene. Cuando se tiene, prima sobre la razón, es de una naturaleza superior. No es válido, por tanto, oponer la razón a la fe. Mediante la razón hay que buscar entenderla e incrementarla.

La vivencia de la fe puede ser espectacular y cambiar radicalmente la vida. Es el caso de San Pablo en el camino a Damasco, de San Francisco de Asís cuando se dirigía al sur de Italia para enrolarse como soldado, el de Frossard cuando se refugia en una Iglesia.

La fe, que es un don de Dios, se puede buscar y cultivar. Los yogas indios buscan desarrollar estados de conciencia mediante variadas prácticas que los conducen a una realidad supramental.
En el cristianismo la oración y las prácticas de piedad, la acrecientan y desarrollan.

Muchas de las prácticas yogas son virtudes similares a las cultivadas por el cristianismo.

El cristianismo llega más arriba que ellos al encontrarse con Dios Persona – 3 personas en un sólo Dios -. Los yogas trascienden hacia este Dios. pero no llegan a conocer su condición de persona.

En definitiva, no hay oposición entre fe y razón, esta no reemplaza ni se superpone a la fe. La razón permite explicitar aspectos de la fe pero no la sustituye ni la supera. La oposición que parece existir en ocasiones no es más que un artefacto debido a escasa comprensión de la fe y a un desconocimiento de la naturaleza de la razón y de sus límites.

La fe da un conocimiento superior, de lo inalcanzable por la razón. Es una vivencia sentiente de la realidad de lo existente, de lo suprarracional, de lo divino.

Dr. Pedro Naveillan F.