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Opinión / Cartas al Portal


Boric y san Lorenzo: algunas precisiones

¿Qué pasaría si yo les contara la historia de Caperucita Roja, en donde ella mata a su abuela y se come al lobo?, o la de ¿Arturo Prat que hundió el Huáscar y mató a Miguel Grau? Mismos personajes, pero diferentes narrativas, historias apócrifas que pretenden leer la historia de otra manera… la ideología.

Algo así sucedió el 10 de agosto cuando nuestro Presidente dirigiéndose a los mineros afirmó que san Lorenzo no había querido dar el dinero al Papa y en lugar de eso lo había entregado a los pobres. ¿Quién fue ese monstruoso Papa ávido de riquezas?

La historia – acompañada de leyendas- contada a la manera Boric, resulta errática y, como sabemos que en política nada es neutro, todo tiene su razón de ser o intencionalidad. Estas narrativas erráticas dejan siempre algo, ¿no dice el proverbio?: “mientan, mientan (o calumnien, calumnien) que algo quedará”.

Hay que precisar que San Lorenzo fue martirizado en Roma en el 258, siendo diácono. Fue el emperador Valeriano, persecutor despiadado de los cristianos quién le pidió a Lorenzo que entregara los haberes de la Iglesia y no el Papa Sixto II, qué entre paréntesis, fue martirizado 4 días antes que Lorenzo. San Lorenzo se presentó al emperador con los pobres y enfermos, señalando que ellos eran las riquezas de la Iglesia, lo que le costó el martirio.

La pelea entonces no fue al interior de la Iglesia, sino más bien que la Iglesia era perseguida por el gobierno de turno. Además, en ese tiempo ¿qué grandes riquezas económicas podía tener una Iglesia perseguida?

En su analogía forzada, ¿estará el señor Presidente diciendo a la Iglesia que debe dar sus bienes a los pobres? ¿O que las autoridades eclesiásticas se han olvidado de los pobres y son ávidas de dinero?

Una analogía más acorde con la historia parece ser que los Tiranos se ocupen de los pobres y no roben los bienes a la Iglesia. En ese sentido, san Lorenzo es un ejemplo de desobediencia al gobierno Romano.

En algo estamos de acuerdo con el Presidente, es en que los pobres son la riqueza de nuestro país y de nuestra Iglesia… un buen punto donde se hace posible colaborar, a condición de que se respete la vida de los creyentes, sus ritos y sus historias.

Heriberto Cabrera Reyes
Sacerdote – Doctor en teología