Sugerencias de Animación Litúrgica de la Eucaristía Dominical

  • Solemnidad de la S. Trinidad

Todo acto litúrgico, es un acto trinitario que suele empezar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y terminar dando gloria o bendiciendo en nombre de la Trinidad. El misterio trinitario, en efecto, es el corazón más hondo de la revelación de Jesucristo.

Por eso, en la liturgia cristiana, este Misterio estuvo siempre presente. La celebración de la fe trinitaria expresada en el “Credo Niceno-Constantinopolitano” (año 381) se consolidará en la liturgia franco-romana, en particular, por Alcuino (+804) y por los monasterios de Cluny y del Cister hasta que el Papa Juan XXII decretó su celebración en el domingo que sigue a Pentecostés. (P. Jounel: La Trinidad, en Iglesia en Oración, Herder 1987, pp. 992-993)

1. EL NÚCLEO CELEBRATIVO DE LA TRINIDAD (CICLO B)

SUBRAYADOS DE LECTURAS BÍBLICAS

Mt 28,16-20: Los once discípulos fueron a Galilea…Al verlo, se postraron…pero al verlo…todavía dudaron. Acercándose Jesús les dijo; He recibido todo poder…vayan y

  • hagan que todos los pueblos sean mis discípulos;
  • bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;
  • enseñándoles todo lo que yo les he mandado.

Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.

Deut 4,32-34: Nunca se oyó algo tan admirable, un Dios hablando a su pueblo y sacándolo de otro más grande, Egipto, con mano poderosa y brazo extendido…

Rom 8,14-17: Conducidos por el Espíritu de Dios … hemos recibido el espíritu de hijos adoptivos que nos hace llamar a Dios ¡Abba! Es decir ¡Padre!...y somos coherederos con Cristo al sufrir con él y ser glorificados con él.  

A la luz de esa Palabra, en este año 2018: a nivel nacional inicio de un nuevo gobierno, y a nivel eclesial año del  Sínodo de los jóvenes y del Congreso Eucarístico Nacional podemos proponer el siguiente núcleo pascual celebrativo:

En un mundo lleno de dudas y desconfianzas y muy desorientado por la multitud de dioses que se ha hecho y se sigue haciendo, nuestra Iglesia nos invita a celebrar al Padre que se ha acercado como nadie a nosotros, por Jesús y en el Espíritu:

  • para liberarnos de nuestras dudas, desconfianzas e idolatrías, bautizándonos y orientándonos hacia el Padre, el Hijo y el Espíritu,
  • para hacernos discípulos y coherederos de su Hijo, compartiendo su camino de cruz y su herencia de gloria,
  • para enseñarnos a vivir en el Espíritu del amor a Dios y al prójimo, y diciendo de todo corazón:“Abba” (Padre) y “hermanos”

2. INTERVENCIONES DE ANIMACIÓN PROPUESTAS

(Según asamblea, seleccionar las más pertinentes y designar y señalar quien y como las realiza: Presidente, Guía, Maestro coro…).

2.1. PROCESIÓN DE ENTRADA Y RITOS INICIALES.

a) Motivación inicial: En un mundo lleno de dudas y desconfianzas y muy desorientado por la multitud de dioses que nos vamos creando (dinero, poder, ciencia, tecnología etc…) la Solemnidad de la Trinidad nos invita a celebrar al Padre Dios que se ha acercado como nadie a nosotros, por Jesús y en el Espíritu:

  • para liberarnos y orientarnos hacia su comunión trinitaria: Padre Amante, Hijo Amado y Espíritu Amor,
  • para hacernos discípulos y coherederos de su Hijo compartiendo su cruz y su gloria;
  • para enseñarnos a vivir en el Espíritu del amor a Dios y al prójimo.

b) El inicio de la celebración y la vida.

PRESIDENTE:
Nuestra vida cristiana quedó marcada desde el bautismo por la cruz trinitaria de Cristo Jesús. Cómo solemos empezar cada actividad importante empecemos nuestra celebración con la señal de la cruz que cerraremos cantando el AMEN.

b) Saludo inicial del celebrante.

            La gracia del Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo, estén con todos ustedes (2 Cor 13,13)

c) Aclamación cristológica-rito penitencial

            Dos alternativas:
(1) Tomada del Misa (Durante el año: la primera):
- Señor Jesús, camino que conduce al Padre. Señor, ten piedad….
- Cristo Jesús, verdad que ilumina los pueblos. Cristo, ten piedad…
- Señor Jesús, que por tu Espíritu renuevas el mundo. Señor, ten piedad

(2) Inspirada en el núcleo pascual celebrativo de este año B

- En tiempo de desconfianza y desorientación ábrenos, Padre, tu casa. Señor, ten piedad.

- Contigo, Jesús, compartiendo tu camino de cruz y gloria.  Cristo, ten piedad.

- Espíritu de amor, ábrenos a la comunión con el Padre y con nuestros hermanos. Señor, ten piedad.

d)  Gloria a Dios en el cielo.

Valorar este himno como una excelente alabanza a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

e) La homilía.

Está llamado a tomar la vida con sus sombras, para abrirla a la Buena Nueva (núcleo pascual celebrativo), iluminarla e integrarla en la celebración, que nos llevará a comulgar con Jesús con el Dios Trinidad para hacerlo presente en nuestra vida y entorno.
f)  Presentación de dones.

Puede servir para valorar en el pan la magnanimidad del Padre, en el vino, la fiesta que Jesús el Hijo viene a animar como Esposo de su Iglesia, y en el agua, la fecundidad del Espíritu.

El Dios Trino pide una actitud de adoración: se puede ofrecer esa actitud de la asamblea cerrando la entrega de las ofrendas, con un pequeño brasero humeante por el incienso.

g) La Plegaria Eucarística.

Dada la solemnidad de la Trinidad, podría ser adecuada una muy breve catequesis hecha por el celebrante, para destacar la presencia y la acción de las Personas de la Trinidad, en toda ella, y en particular, el Padre en el Prefacio, que culmina en el canto del Santo; el Hijo, en su entrega en el relato de la institución, que se realza con la aclamación, que ojalá se cante, también, y el Espíritu en las epíclesis de consagración y de comunión, que también podrían reforzarse cantando el conocido estribillo: “Espíritu Santo Ven… en el nombre del Señor”, después de cada una de ellas.  

h) El Prefacio.

El Prefacio  en este día de la Trinidad,  puede ser reforzado en el canto a la Divina Trinidad, intercalando en su texto dos veces más, la aclamación del “Santo”, en alguna forma breve y vibrante.

  • La Doxología final de la Plegaria Eucarística.

 

Es necesario que siempre, y más en la solemnidad de la Trinidad, esta doxología se valorice al máximo, cantándola, el sacerdote (y el pueblo si es costumbre) y ratificándola en todo caso con el canto del AMÉN.

j) La oración por la paz.

Esta oración, junto con las dos que siguen en el rito de la comunión son de origen galicano, y en el misal de Pío V, las rezaba en silencio y con las manos juntas, el sacerdote celebrante.

La primera de ellas, ahora se reza en voz alta y con las manos extendidas. Ella está compuesta de una cita del evangelio de Juan (14,27ª), de un resabio apologético y luego de una súplica por la paz y la unidad. Dado que el evangelio del día ofrece siempre un texto para valorar, se han ensayado en situaciones particulares, motivar esta oración desde ese evangelio, integrando al pueblo, en la conclusión. Así el Domingo de la Trinidad esta oración podría rezarse así:

Sacerdote:
Señor Jesucristo que dijiste a tus apóstoles: “vayan a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Todos: No tengas en cuenta nuestros pecados…. 

Es sin duda ir más allá de la rúbrica, pero aportando Palabra de Dios, y más integración de la  Palabra y el Rito.

k) Antífona de comunión.
Es un formulario que ofrece el misal, pero que casi nunca se ejecuta. En la celebración de la Trinidad, ella es la siguiente:
Porque ustedes son hijos, Dios infundió en sus corazones
el Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre.

Esa antífona, que retoma en el momento de la comunión el tema central de la Trinidad, invita al equipo animador de la liturgia, a darle alguna forma de expresión:

  • Cantando un canto que tenga algo de ese contenido, por ejemplo: “Abbá,Padre”. 
  • Invitando a la asamblea a repetir, después de la fórmula genérica: Señor no soy digno… lo siguiente: El Espíritu de Jesús, que vamos a recibir, clama en nosotros: Abbá, Padre (Tres veces. Se puede intercalar alguna vez más durante la comunión).

l) Despedida: El misal ofrece un gran número de alternativas para la bendición final: bendiciones solemnes y oraciones sobre el pueblo. Como en el misal no hay una bendición solemne específica para la Trinidad, se puede adecuar alguna. Aquí van dos alternativas:  un ajuste a partir de una bendición solemne y una oración sobre el pueblo, a la que integramos la bendición trinitaria final.

Bendición solemne:
Sacerdote: Que Dios, Padre amante los bendiga y los proteja.
TODOS: AMEN.
Sacerdote: Para que por su gran misericordia todos seamos hijos en su Hijo.
TODOS: AMEN.
Sacerdote: Y que por el Espíritu de entrambos nos dé su amor, alegría y paz.
TODOS: AMEN.
Sac: Y la bendición de Dios….

Oración sobre el Pueblo (Inclinar la cabeza)

Sacerdote:
Padre, muestra tu bondad sobre tu pueblo,
al que llamas a configurarte con tu Hijo muy amado
por la acción santificadora de tu Espíritu.
Y que la bendición de Dios bueno y todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo…..

  • SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

La historia de la eucaristía empieza con un Dios que ama los seres humanos y por eso le gusta ser un Dios-Emmanuel. Ese Dios-con-nosotros desde siempre ha concebido hacer nacer de una virgen a su Hijo, como el más pleno Emmanuel (Is 7,14). Ese hijo Enmanuel, “que pasó su vida haciendo el bien”, al final de su camino terreno, simbolizó su entrega dándonos su cuerpo y su sangre en el pan y vino, y confirmó su deseo de seguir siendo “Dios-con-nosotros” al decir: “Hagan esto en memoria mía”.  En ese sentido, como hubo resistencia a la instalación de la fiesta de la Trinidad, porque toda liturgia es trinitaria, obviamente se puede razonar de igual modo respecto a esta celebración del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

En efecto: cada día, en la misa diaria, cada semana en la eucaristía dominical, cada año en la celebración de la Cena del Señor, el jueves santo, se celebra el misterio del Cuerpo y Sangre del Señor entregado por nosotros.
 

¿Cómo y de donde surgió, pues, la necesidad de una celebración más?

Sabemos cómo el misterio eucarístico, a partir del siglo IX sufrió fuertes  embates en relación a la presencia real del cuerpo de Cristo en la celebración de la eucaristía. Mientras algunos defendían la presencia real de la carne de Cristo con tal crudeza, que decían “su carne era triturada por los dientes” de quien comulgaba, otros reducían su presencia a un simbolismo insustancial.

Estas polémicas sobre el modo de la presencia real de Cristo se extendieron por siglos, con muchas intervenciones de teólogos, de videntes y de milagros eucarísticos.  Entre ellos se destaca una religiosa Juliana de Cornillón, cerca de Lieja, a quien Jesús le pide una fiesta anual para el sacramento del altar. El obispo acogió el pedido, y en su diócesis se celebró la primera fiesta del Corpus el año 1247. Luego, un canónigo de esa diócesis al llegar a ser el Papa Urbano IV, estableció la fiesta del “Corpus Christi” a nivel universal a partir de 1264, en el domingo que sigue a la Trinidad. Se pidió crear el formulario litúrgico, nada menos que Tomás de Aquino, quien integró en ese texto toda su fe y toda su valiosa concepción teológica sacramental, la que todavía sigue resonando algo en la misa y sobre todo en la liturgia de las Horas de la Solemnidad
El Concilio Vaticano II reformuló el nombre: de ser la solemnidad del “Cuerpo de Cristo”, pasó a ser la solemnidad del “Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”. 

  • EL NÚCLEO CELEBRATIVO DE LA  SOLEMNIDAD (CICLO B)

SUBRAYADOS DE LECTURAS BÍBLICAS
Mc 14, 12-16.22-25: El primer día de los panes Ácimos…los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?». Él envió a dos de sus discípulos… que prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo». Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella.  Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos…Y que no beberé… hasta que beba el vino nuevo en el Reino de Dios».
Ex 24,3-8: Moisés comunicó al pueblo la palabra del Señor y el pueblo respondió a una voz: pondremos en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor….A la mañana siguiente erigió un altar con doce piedras…designó un grupo de jóvenes y ellos ofrecieron holocaustos al Señor, en sacrificio de comunión. Y  Moisés tomó la mitad de la sangre y la derramó sobre el altar y con la otra mitad roció al pueblo diciendo: esta es la sangre de la alianza que el Señor hace con ustedes….

Heb 9,11-15: Cristo, como sumo Sacerdote entró de una vez por todas en el Santuario por su propia sangre obteniéndonos una redención eterna. Así la sangre de Cristo purificará nuetra conciencia  de lo que lleva a la muerte para permitirnos tributar culto al Dios viviente.

En un mundo que olvida la historia y tiende a banalizar todo, reconociendo que también para muchos cristianos la Pascua y su memoria en la Eucaristía se han convertido en algo insignificante, valoremos la Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.

En este año a nivel país se habla “Congreso Eucarístico Nacional” y el “Sínodo de los Obispos sobre Los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional” y buscamos resignificar la eucaristía para que nos recuerde y nos mueva a hacer lo que “Jesús haría hoy”.

Considerando todo eso proponemos este núcleo pascual celebrativo:

En un mundo marcado por el egoísmo y la corrupción, por los formalismos y la infidelidad, por la abundancia indignante de unos pocos y la carencia extrema de muchos, esta fiesta nos motiva a valorar la presencia viva de Jesús y de su Pascua, en la celebración eucarística, en la que Jesús se entrega:

  • Como Cordero Pascual para la libertad de los hijos de Dios;
  • Como Sangre de la Alianza para una vida en comunión con Dios y en solidaridad con los hermanos;
  • Como Siervo del Señor para que todos tengan vida y vida abundante y digna.

Se entrega en la eucaristía para seguir entregándose, por la misma causa, en el compromiso existencial de nosotros, sus discípulos.    

  • INTERVENCIONES DE ANIMACIÓN PROPUESTAS

(Según asamblea, seleccionar las más pertinentes y designar y señalar quien y como las realiza: Presidente, Guía, Maestro coro,…).

2.1.PROCESIÓN DE ENTRADA Y RITOS INICIALES

  • Motivación inicial:

Guía o quien preside. En los templos que cuentan con un lugar para la “reserva eucarística”, puede ser una buena ocasión, valorar dicha presencia, saludándola antes de iniciar la misa, con un canto eucarístico, y con la clásica aclamación: Sea alabado y reverenciado en todo momento / el santísimo sacramento.

Luego, si parece oportuno, explicar cómo iniciada la misa toda la atención de la asamblea, se centra en los lugares que recorre la celebración: la sede, el ambón, el altar, quedando el santísimo sacramento como dice la palabra “en reserva”: para cuando se lo necesite. Probablemente en el rito de la comunión.

  • Saludo inicial del celebrante.

(Propuesta inspirada en Is 7,14:  “Dios-con-nosotros”)
El Dios Emmanuel que tanto amó al mundo que le envió a su Hijo, y ese Hijo Emmanuel que quiso quedarse para siempre con nosotros en la Eucaristía, estén con todos ustedes.

  • Aclamación cristológica-rito penitencial.

(A las aclamaciones del misal, agregamos otra  inspirada en el contenido bíblico de la celebración).

- Señor Jesús, Cordero Pascual, que te entregaste para la libertad de los hijos de Dios. Señor, ten piedad.

- Cristo Jesús, Sangre de la Nueva Alianza, que te entregaste para unir en comunión a los hijos dispersos. Cristo, Ten piedad.

- Señor Jesús, Siervo de Yahvé, que diste tu vida para la salvación de muchos. Señor, ten piedad.

  • La homilía.

En esta fiesta es fundamental poner de relieve que la entrega de Jesús es al servicio de los tres grandes valores del Reino: la libertad de los hijos de Dios, la alianza o comunión con Dios y con los hermanos, y la vida plena de justicia y paz.

Y que el Señor nos pidió renovar, no sólo la entrega ritual de la misa, sino sobre todo, la entrega existencial: danos para la libertad, comunión y vida de todos, en particular de los más discriminados y despreciados.

  • Presentación de dones.

Puede ser sugerente para valorar cada uno de los componentes que conformarán el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y cómo se encaminan desde el pluralismo a la unidad:

-        Hacer avanzar, primero, por el pasillo central, las hostias (acompañadas por granos de trigo o espigas), mientras la asamblea repite, las veces que sea necesario: Bendito seas, Señor, por este pan que nos diste, fruto de la tierra y del trabajo de los hombres.

-        Hacer avanzar, en segundo lugar, por el pasillo lateral, el vino (acompañado por racimos de uva), mientras la asamblea repite, las veces que sea necesario: Bendito seas, Señor, por este vino que nos diste, fruto de la tierra y del trabajo de los hombres.

-        Hacer avanzar, en tercer lugar, por el otro pasillo lateral, dones para el servicio a los pobres. Bendito seas, Señor, por estos dones, fruto de tu gracia y del cuidado de los hombres.

  • La Plegaria Eucarística.

 

Dada la solemnidad del Cuerpo de Cristo, podría ser adecuada una muy breve catequesis hecha por el celebrante, para destacar la presencia real de Cristo en el pan consagrado, y luego la presencia real de Cristo en la asamblea convertida en Cuerpo de Cristo por la comunión.

Después del relato de la institución, destacar el momento usando la formula tercera: Este es el Misterio de la fe, Cristo se entregó por nosotros.

  • El Prefacio.

El misal ofrece tres formularios. Se sugiere como primera opción el II. Nos motiva a dar gracias, por tener en la eucaristía la entrega de Cristo que alimenta nuestra vida y no congrega en el amor.

  • La Doxología final de la Plegaria Eucarística.

Es común que los sacerdotes en este momento, abajen el cáliz y la hostia que han levantado, antes que termine la doxología y haya culminado con el Amén. Sería una buena oportunidad para quienes hacen así, de cambiar esa mala práctica, y mantener elevados el Cuerpo y la Sangre del Señor hasta el Amén. Aún más: se puede, y sería una buena práctica, cantar ese amén final y levantar un poco más la hostia y el cáliz.

  • La oración por la paz.

La sugerencia-inovación presentada en la celebración de la Trinidad, ofrece aquí  muchas valiosas afirmaciones para motivar nuestra oración: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo”; “El que coma de este pan vivirá eternamente”; “El que come mi carne y bebe mi sangre… Yo lo resucitaré en el último día”.

Ejemplificamos con una más:
Sacerdote: Señor Jesucristo que dijiste a tus discípulos: “El pan que les doy es mi carne para la Vida del mundo”.

Todos: No tengas en cuenta nuestro pecado…. 

Como ya lo dijimos, se va más allá del texto, aportando riqueza bíblica e integración de la Palabra y el Rito, algo valorado en SC como ya lo señalamos.

  • Momento de adoración.

Después de la presentación del cuerpo y de la sangre de Cristo y de la oración de los fieles: “Señor no soy digno que entres en mi casa….”.

Antes del Concilio Vaticano II, aquí se ubicaba a veces lo que en italiano se llamaba un “fervorino”, una motivación a prepararse para recibir a Jesús sacramentado. En la fiesta del Cuerpo y de la Sangre Cristo, cuando no hubo y no habrá otra expresión del culto eucarístico (ni exposición, ni procesión) podría ser ocasión de ofrecer a los fieles un momento de oración personal que podría integrar un canto como “el amor de Cristo nos reúne” y cerrar con la invitación a acercarse a comulgar, en forma más consciente y fervorosa, ojalá, del cuerpo y de la sangre de Jesús.

  • Antífona de comunión.

En la celebración del “Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”, ella es la siguiente:
Dice el Señor: el que come mi carne y bebe mi sangre,
permanece en mí y yo en él”

Esta antífona, repetida con mucha unción y devoción, y los cantos que se proponen, podrían enriquecer el momento ya señalado de adoración y también, el tiempo de distribución del sacramento.

El equipo animador de la liturgia dispone de muchos cantos y oraciones eucarísticos para el momento previo o para este durante la comunión que también puede prolongarse en un tiempo más de adoración y de canto. Es bueno utilizar los varios himnos de la Liturgia de las Horas de esta festividad, y las traducciones de los himnos de Tomás de Aquino en particular la “secuencia”. Son cantos especiales para acompañar momentos de adoración y posibles procesiones con el Santísimo Sacramento.
 

  • Despedida:

El culto eucarístico ha desarrollado la exposición y adoración de Jesús sacramentado, que termina con la bendición con el Santísimo Sacramento. Puede ser esta la mejor manera de terminar la celebración del Cuerpo y Sangre de Cristo. Terminada la comunión del pueblo, dejar sobre el altar, el copón con la reserva eucarística. Se puede prolongar, si no se lo ha hecho antes, el momento de oración silenciosa que se pide en toda misa. Luego, rezar la oración después de la comunión y dar la bendición con el copón, usando si se lo tiene, el velo humeral.



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