Comisiones diocesanas y parroquiales de Liturgia:

 ¿Qué son y cómo se forman?

Pro. Jaime Echeverría Álvarez y  Sr. Miguel Cifuentes.


Uno de los grades llamados de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, ha sido la formación de comisiones nacionales y diocesanas de liturgia, como fruto del Espíritu Santo para promover y fomentar la sagrada Liturgia (cf. SC 43-45) y la participación plena, consciente y activa de los fieles en las celebraciones litúrgicas, a la cual tienen derecho y obligación, en virtud del bautismo (SC 14).

Así, una comisión de liturgia, es un grupo de personas que asumen con responsabilidad algunos ministerios o funciones en las celebraciones litúrgicas y dedican una parte de su tiempo a reunirse periódicamente para prepararlas y, luego, las animan con su servicio para que la asamblea, reunida en el nombre del Señor, participe consciente, activa y fructuosamente en el misterio pascual de Cristo que se celebra.

Por tanto, las comisiones de liturgia, adquieren un gran valor en nuestra vida eclesial ya que deben buscar no sólo la celebración ritual de la liturgia, sino que deben potenciar la armonía entre el rito y la participación activa de los fieles que se reúnen para celebrar al Señor en la vida litúrgica-sacramental. Más aun, siguiendo la enseñanza Conciliar, la liturgia “por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia” (SC 7) y requiere de la participación activa de cada uno de sus miembros en los ministerios y servicios que les han sido encomendados.

Por ello, deberán ayudar a dar vida y expresión a las celebraciones, en hacer participar a todos los que forman la asamblea, en crear un ambiente de oración, silencio y respeto y conseguir que los fieles reunidos ofrezcan a Dios un culto en espíritu y en verdad (Juan 4, 23), suscitando la participación interna y externa en la asamblea ya sea pequeña o numerosa, habitual o circunstancial, homogénea o diferenciada.

En nuestras parroquias y comunidades, podemos constatar cómo la calidad de la participación y el fruto espiritual en las celebraciones litúrgicas se ve fuertemente alimentado por una buena preparación y animación de estas. En virtud de esto, podemos decir que, las comisiones de Liturgia, juegan un rol importante en la vida litúrgica dado que sin su presencia y actuación, la participación activa tiende a decaer, transformando nuestras celebraciones en una rutina que poco a poco va perdiendo su sentido más hondo, ser la fuente y cumbre de la vida eclesial, de la “cual se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombre en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin” (cf. SC 10).

Es por ello que, para responder a la mayor participación consiente, activa y fructuosa (cf. SC 11) queremos proponer un esquema concreto para la formación de estas comisiones diocesanas y parroquiales, y cuál es el perfil de los integrantes de las comisiones de liturgia diocesanas y parroquiales.


Pasos para la formación de Equipos de Liturgia.

1.- Tomar plena conciencia de las siguientes consideraciones hechas a la luz de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia  Sacrosanctum Concilium  del vaticano II; podemos decir que la liturgia es una acción sagrada  por la que mediante ritos sensibles se ejerce, en el Espíritu Santo, el oficio sacerdotal de Cristo, en la Iglesia y por la Iglesia, para la santificación del hombre y la glorificación de Dios (cf. SC, 7). Cada elemento es importante:

a). Es una acción sagrada. La liturgia no existe en libros, sino en la acción de una comunidad que es la Iglesia. En esta acción actúa Jesucristo. La acción es sagrada, esto es, comunica con Dios: es una acción, en la que se encuentra presente la fe y el amor de Dios.

b). Por medio de ritos sensibles. Ni todo es liturgia ni la liturgia agota toda la comunicación del hombre con Dios. En la liturgia esta comunicación con Dios por Cristo y en Cristo se hace por medio de ritos sensibles, esto es, de forma sacramental. La salvación de Dios se manifiesta por medio de signos.

c). Se ejerce el oficio sacerdotal de Cristo. En la acción sagrada de la liturgia es Cristo mismo quien actúa, es él quien continúa la obra de la salvación, de modo que todos los hombres puedan vivir su vocación sacerdotal.

d). En la Iglesia y por la Iglesia. Cuando decimos en la Iglesia, queremos resaltar que es Cristo quien actúa, la acción sagrada es de Cristo, él es el sacerdote principal. Cuando decimos por la Iglesia, queremos subrayar que Cristo no actúa solo, sino que está presente en y por la acción de la Iglesia. Cuando la Iglesia pone la acción sagrada y evoca el sacerdocio de Cristo, es Cristo quien actúa en la Iglesia.

e) Para la santificación del hombre y la glorificación de Dios. Es el doble aspecto, llamado también doble movimiento de cada acción litúrgica: el movimiento de Dios hacia el hombre, la santificación; y el movimiento del hombre hacia Dios, la glorificación. Cuando en una acción sagrada de la comunidad cristiana encontramos estos cinco elementos, podemos decir que estamos ante una acción litúrgica.

2.- Convocar a una reunión amplia a todos los interesados a formar parte de este equipo, para evaluarse personalmente cada uno y ver quienes se aproximan mas a reunir las siguientes consideraciones que serán claves de la posterior y necesaria formación:

a) Es importante tener una idea exacta sobre lo que significa participar activamente en la liturgia. El Concilio habla de participación fructuosa. Y para conseguir dicha participación fructuosa, habla de participación activa, consciente y plena (cf. SC, 11 y 14). Con facilidad solemos identificar participación activa con participación oral o hablada y olvidamos que también se puede participar activamente en una celebración con la audición, la vista, la mirada, el tacto, los movimientos, la acción e incluso el silencio.

b.) Tener clara conciencia de que para formar parte del equipo litúrgico es imprescindible sentir interiormente una vocación de servicio y de ayuda a la comunidad, la cual exige dedicar generosamente un tiempo, comprometerse a realizar unas funciones en la celebración del culto divino, y a poner a disposición de la comunidad los carismas recibidos del Señor. “En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas” (SC 28).

c.) Tener claro que el equipo de animación litúrgica está formado por un grupo de fieles, que es heterogéneo,  que asumen y ejercitan con responsabilidad vocacional unos ministerios o funciones en las celebraciones de la comunidad cristiana. Este equipo define por su unidad y pluralidad.

d.) Siguiendo el punto anterior otra de las cualidades es querer mejorar la calidad de las celebraciones, el que ejerce una función servicial en la liturgia debe estar capacitado para realizarla con la mayor perfección posible. Hay lectores que saben leer bien, pero no llegan a comunicar la Buena Noticia proclamada, etc. Es importante saber que, hay que procurar el bien espiritual de la comunidad celebrativa.

e.- Este equipo en su totalidad debe tener un claro sentido de Comunión, ya que el banquete eucarístico, signo de comunión, de comun-munus  (función o tarea común) con Cristo y entre nosotros, es signo de la comunión eterna en el amor, a la que somos llamados todos nosotros; por lo tanto debe existir clara conciencia de que como fieles, nos reunimos en asamblea. Entonces podremos decir: que la unidad se expresa con mayor intensidad en el banquete, en la comunión. Y nunca se puede olvidar lo que se citó en Aparecida: “La Parroquia es casa y escuela de Comunión”.

f.) Igualmente el equipo debe tener un claro sentido eclesial: El hombre se manifiesta religiosa o culturalmente como individuo por la oración interior, en la meditación, en la contemplación, en la lectura espiritual, en fórmulas libres o preelaboradas, por obras de caridad, por su trabajo en la construcción del mundo. En última instancia, es un individuo y, como tal, se comunica con Dios, con el prójimo y con la naturaleza creada. Más no es un individuo aislado: posee una vocación eclesial; es llamado a formar una familia, a ejemplo de Dios uno y trino. Por eso es llamado a expresarse también comunitariamente.

g.) De la misma manera el equipo debe tener un claro sentido celebrativo: El fiel debe ser constante y perseverante, sobre todo en las Misas dominicales, solemnidades y fiestas de guardar. No puede ser una persona que no le de importancia a la puntualidad, al bien disponerse con la debida anticipación a cualquier celebración liturgica, y menos aún que no le de importancia a la Eucaristía.

h.- Finalizando pero no agotando, el equipo debe tener un claro sentido de formación permanente, respondiendo a lo que el Concilio nos llama a vivir: “Los pastores de almas deben fomentar con diligencia y paciencia la educación litúrgica y la participación activa de los fieles, interna y externa, de acuerdo con su edad, condición, género de vida y grado de cultura religiosa, cumpliendo así una de las funciones principales del fiel dispensador de los misterios de Dios, y deben guiar en este punto a su rebaño no sólo con la palabra, sino también con el ejemplo" (SC, 19).
Hemos subrayado algunos pasos que nos ayudarán a comenzar con nuestras Comisiones de Liturgia diocesanas y parroquiales, sabiendo que no son las únicas, pero que sí nos ayudarán, con la gracia de Dios, a comenzar este hermoso camino de servicio y participación.


Perfil de los integrantes.

Frente a aquellos que puedan conformar las Comisiones de Liturgia, proponemos algunos aspectos que nos muestren un cierto tipo de perfil:

  1. Que puedan ayudar en alimentar la fe y la conversión en los celebrantes, cuidando de los signos y ritos que expresan la fe celebrativa.
  2. Que sean anunciadores del kerigma.
  3. Que conozca la realidad de su comunidad, de manera que fomenten el trabajo comunitario y la participación de toda la asamblea que se reúne para alabar al Señor, invitando a participar de la misión de la Iglesia.
  4. Que sea capaz de planear, programar, organizar, prever  problemas para darles solución.
  5. Que sean de buen trato humano personal.
  6. Consecuente con la preparación remota e inmediata.
  7. Que puedan remitir, referir, conducir hacia el misterio celebrado, incluso en la animación y celebración en ausencia del presbítero.
  8. Que se sientan participante en la celebración antes que animador.
  9. Que tengan un espíritu de autocorrección para evaluar la participación y la animación de las celebraciones.
  10.  Que sean testigos con toda la vida y de tiempo completo el misterio celebrado, sabiendo escuchar y estando abierto a lo que se les encomiende.


Fuentes:   

· Joan M. Canals, “El equipo de la animación Litúrgica”, en Liturgia Básica 22, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2005.

· Conferencia Episcopal de Chile, “Orientaciones para la pastoral sacramental”, en Serie de educacipon de la fe N°3, Santiago 2010.

· A. Beckhauser, “Celebrar la vida cristiana”, México 2005.


V Semana Litúrgica Nacional - Especiales de Iglesia.cl