Adoración Eucarística


La alegría profunda del encuentro

Objetivo: Descubrir y valorar la celebración de la Eucaristía dominical y el culto eucarístico fuera de la Misa.

Destinatarios: Grupos de liturgia - Ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión - Religios/as - Ministros ordenados.

Actividad: La realización de una adoración eucarística – catequética, donde la presencia real de Cristo se vea acompañada por simbología y textos que profundicen en el Misterio que se contempla.


Ambientación y acogida

  • Se dispone el lugar, capilla u oratorio para un momento de adoración de 15 o 20 minutos con el Santísimo expuesto.  La estética del lugar debe favorecer la centralidad del Santísimo (las velas en buen estado, flores frescas, templo limpio –ojalá con olor a incienso- un troneto que ayude a resaltar la custodia, etc.)
  • Tener impresa la oración de Alabanzas al Dios altísimo (También se puede proyectar)
  • Tener música de ambientación y recogimiento
  • Tener unos sobres con unas 8 a 10 palabras (calculando la cantidad de grupos que pueda formar). En cada sobre escribimos un concepto (distinto): Oración – biblia- liturgia – sacramentos.  
  • Cada comunidad ve qué hora es la más oportuna, aunque sería muy favorable durante la mañana o en las vísperas para unirlo con la Liturgia de las Horas.

Desarrollo

Inicio

Una vez dada la bienvenida se invite a disponer el corazón (se puede incorporar una intención común como comunidad)

Idealmente, el párroco expone el Santísimo o quién esté designado para ello. (15 o 20 min. No más).


Cosechando nuestras experiencias

Una vez guardado se inicia la catequesis (de unos 30 min. Apróx.)

1º Se invita a poner en común qué nos sucede cuando estamos ante el Santísimo, cuándo tomé conciencia de que éste es un modo en el que yo puedo encontrarme con mi Señor. Qué dificultades, suelo tener o qué cosas no me ayudan a hacer de este momento un tiempo de fecundidad, etc. (4 min.)

2º Se dividen en grupos y se hace entrega del sobre. Se le pide que definan la palabra que está escrita usando, sólo, las palabras contenidas en el sobre.

3º Pasado 2 minutos se hace stop y se les pregunta qué tan difícil fue cambiar la definición, qué les pasó con la tarea asignada, por qué creen que sucede eso. (se espera que tengan un grado de dificultad dado a los prejuicios, y precomprensiones que ya se tienen al respecto)

4º A la luz de lo compartido iniciamos la catequesis.


A modo de reflexión - catequesis

Cambiar las ideas que ya tenemos, no es fácil. Cambiar de parecer sobre algo o alguien tampoco lo es. La infinidad de juicios y prejuicios, muchas veces no favorecen la novedad del aquí. Lo veíamos en la dinámica anterior, sin embargo, la invitación de ahora es abrirse; es dejar un espacio abierto a lo que el Espíritu me quiera estar dando dándose.  Valorar el culto eucarístico fuera de la misa implica, necesariamente, un estar dispuesto al encuentro con alguien, no con algo, cada uno según su propio modo de vida.

La común unión que se ha dado en la eucaristía se prolonga en la vida, en especial en la oración: la bendición que ha descendido de Dios y la alabanza que ha subido a él por el Hijo en el Espíritu. La oración hace a la esposa bella y amable a los ojos de Dios mientras que la bendición de Dios nos hace ‘perfecta paloma’ (Cantar 1,15) abriéndonos los ojos y los oídos para alabar, bendecir y adorar con destilo de dulzura, cual amada se deleita y confunde a la vez en la belleza, bondad y verdad de su amado.

Como bien lo indica Pablo VI, el cristiano que permanece ante Cristo, el Señor, disfruta de su trato íntimo, le abre su corazón pidiendo por sí mismos y por todos los suyos y ruegan por la paz y la salvación del mundo. Ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo, sacan de este trato admirable un aumento de su fe, su esperanza y su caridad (cf. EM 50).

La presencia no se afirma más que de las personas; de un objeto no decimos que está presente, sino que está ahí. La presencia implica un sujeto personal que entabla relación con otros. De ahí que podemos afirmar que toda presencia es relacional. Así la presencia real de Cristo en la eucaristía es expresión de la presencia personal de Cristo con su esposa, la Iglesia y con ello con cada bautizado. Si bien no es el único modo de presencia de Cristo pues también está presente, como lo describe Pablo VI en Misterium fidei, en la oración de aquello que se reúnen en su nombre, según su promesa; está presente en los pobres; está presente en la Iglesia que anuncia el evangelio y conduce al pueblo cristiano; en los sacramentos; sin embargo, la presencia más sublime está en la celebración eucarística. Ésta es resultado de la presencia en el misterio pascua: como don en pos de la comunión.

Ciertamente que uno se hace presente ante otros por medio de su cuerpo. Tenemos necesidad de estar ahí, con todo nuestro haber y poseer; necesidad de comunicarnos con otros. Comunicarnos esencialmente por medio del lenguaje. Cuando no podemos estar ahí, en una celebración familiar, por ejemplo, lo hacemos por medio de un presente, de un regalo, de flores, un mensaje, etc. Me hago presente por medio de un signo.

Ahora bien, si Cristo se nos hace presente verdaderamente, es gracias a su estar ahí, a través de las especies eucarísticas, mientras que nosotros lo hacemos al comulgar. Su reditus al Padre en la Ascensión es el misterio de su partida, de su ausencia a nuestros ojos corporales; más nos dejó su Espíritu. La eucaristía es El modo en que él se nos hace presente en su ausencia. Y, será el don de la fe quien nos permite reconocer este nuevo modo de presencia a través del estar ahí, visible para los sentidos por medio del simbolismo del pan y del vino.

No obstante, la presencia del Señor en la eucaristía hay que comprenderla desde una relación amorosa mutua, relación entre el Él y su Esposa: relación de amor. Donde las palabras, muchas veces están de más. Basta su presencia para sentirnos uno. Quizá la interrogante pasa por preguntarnos cómo respondemos nosotros a su presencia, cuál es nuestra calidad de presencia ante el ser amo, ante Aquel que nos ha liberado para ser libres ¿Por qué andar como errantes si él nos ha indicado dónde apacienta su rebaño?

Prolongar esta unicidad, perpetuar este vínculo de amor es fundamental para el discípulo es un caminar perenne con el anhelo de hacer vida la invitación que se nos hace en el Cantar de los cantares, a saber. "Ponme cual sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo. Porque es fuerte el amor como la Muerte" (Cantar 8, 6). Amor manifestado en el celo de comunión fraterna entre los cristianos, en la reconciliación y en el trabajo continuo por derribar los muros que nos separan (Ef. 2, 14).

Ahora bien, un modo particular que tenemos para perpetuar este vínculo de amor, esta presencia real de Cristo ante nuestro misterio personal, eclesial, ecológico, social es por medio de la oración ante el Santísimo Sacramento. Si bien el fin primero y primordial de la reserva de las sagradas especies fuera de la misa es la administración del viático; los fines secundarios son la distribución de la comunión fuera de la misa y la adoración de nuestro Señor Jesucristo, oculto bajo las mismas especies. Pues, «la reserva de las especies sagradas para los enfermos ha introducido la laudable costumbre de adorar este manjar del cielo conservado en las iglesias. Este culto de adoración se basa en una razón muy sólida y firme», sobre todo porque a la fe en la presencia real del Señor le es connatural su manifestación externa y pública (Eucharisticum Mysterium 49).

Se culmina agradeciendo está presencia con la siguiente oración.


Alabanzas al Dios altísimo

Tú eres el santo Señor Dios único, el que haces maravillas.
Tú eres el fuerte, tu eres el grande, tú eres el altísimo,
tú eres el rey omnipotente; tú Padre santo, rey del cielo y de la tierra.
Tú eres el trino y uno, Señor Dios de los dioses;
tú eres el bien, el todo bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres el amor, la caridad; tú eres la sabiduría,
tú eres la humildad, tú eres la paciencia,
tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre;
tú eres la seguridad, tú eres el descanso,
tú eres el gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres la justicia, tú eres la templanza,
tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.
Tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre,
tú eres el protector, tú eres nuestro custodio y defensor;
tú eres la fortaleza, tú eres el refrigerio.
Tú eres nuestra esperanza, tú eres nuestra fe,
tú eres nuestra caridad, tú eres toda nuestra dulzura,
tú eres nuestra vida eterna,
grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.



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