Carta Pastoral N°1: \"No teman. ¡Abramos las Puertas a Cristo!\" (XI Congreso Eucarístico Nacional, Convocatoria)
Queridos hermanos:
1. HOY ES PENTECOSTES
En un día como éste, hace casi 2000 años, los discípulos reunidos en torno a María recibieron en el Cenáculo al Espíritu Santo. Esa mañana, fueron transformados, de hombres débiles, en apóstoles y testigos de Cristo Resucitado.
Acertadamente uno de nuestros poetas campesinos formula así la vieja fe del pueblo, sobre la transformación de los Apóstoles en Pentecostés:
\"Se cambió su timidez
en arrojo y valentía,
su tristeza fue alegría,
su ignorancia, gran saber\" (1).
Desde que el Señor había subido a los cielos, los Apóstoles experimentaban una gran soledad y desamparo: Jesús ya no estaba más con ellos. Pero El les había dicho que no los dejaría huérfanos. Para confortados y guiados, el Padre y Cristo les enviaron el Espíritu Santo. Desde entonces, la Iglesia ha tenido el encargo de hacer presente a Jesucristo a lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo. Pero la Iglesia no puede representar a Cristo y manifestado, si no tiene su corazón lleno del Espíritu Santo que es el Espíritu de Cristo. Sin Pentecostés la Iglesia es un imposible. En cada Pentecostés la Iglesia se renueva en la fuente de su eterna juventud.
2. CONVOCAMOS UN CONGRESO EUCARISTICO
Los Obispos de Chile, después de una larga reflexión, hemos decidido convocar a la Iglesia de nuestra Patria a un tiempo especialmente consagrado a la persona de Jesucristo y a celebrar solemnemente el Misterio de la Eucaristía. Y a este propósito queremos dedicar el año entero.
Queridos hermanos, hoy les traemos una invitación. Los convocamos para celebrar, en 1980, el XI Congreso Eucarístico Nacional. En este año, Cristo nos dirige las mismas palabras que, en el Apocalipsis, se refieren a la Iglesia de Laodicea:
\"Pueblo mío, anímate y convierte tu corazón.
Mira que estoy a tu puerta y te llamo.
Si escuchas mi voz y me abres,
entraré a tu casa a cenar.
Yo contigo y tú conmigo\". (Cf. Apoc. 3,19-20).
El Congreso Eucarístico será una cena íntima de cada uno de nosotros con Cristo.
Será también la gran cena del pueblo chileno con Cristo.
Un pintor, tratando de ilustrar este texto del Apocalipsis que hemos citado, mostraba a Cristo golpeando ante una puerta cerrada. La puerta no tenía manilla. Como le preguntaran al artista por qué la había pintado así, contestó: la puerta del corazón humano sólo se abre desde adentro.
Cristo está golpeando a la puerta de nuestro corazón y del corazón de Chile. No tengamos miedo. Abrámosle, de par en par, todas las puertas.
3. DESPUES DE 30 AÑOS
Hace treinta años que no celebrábamos en Chile un Congreso Eucarístico Nacional. En estos tres decenios, el mundo y la Iglesia han vivido acontecimientos decisivos. Se ha experimentado un cambio tan grande, que muchos hablan del comienzo de una nueva era.
Este es un proceso contradictorio. Por una parte, el hombre ha desarrollado una tecnología que le permite llegar a la luna y, por otra parte, el hambre y el miedo, la guerra y la injusticia, el terrorismo y la mentira, el materialismo y la angustia, corroen nuestras culturas.
En estos treinta años, la Iglesia ha sido marcada por hechos tan significativos como el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla.
En nuestra Patria, diferentes sectores sociales han vivido alternativamente tiempos de esperanzas, desengaños y luchas. En más de una ocasión, hemos debido hablar de defensa de la dignidad humana, amenazada o violentada. En este lapso hemos pasado por graves tensiones con países hermanos, un dramático quiebre de la convivencia nacional y un acelerado deterioro de la estructura familiar.
4. ¡NO TEMAN!
El Papa Juan Pablo II no se cansa de repetir que no hay humanismo sin Dios, que sin Cristo todo progreso humano es sólo un espejismo. Los fracasos del hombre contemporáneo pueden transformarse en bendición si sirven para desengañarnos de los ídolos: del sexo, del dinero y del poder. Sólo Cristo Redentor \"revela plenamente el hombre al hombre mismo\" (Redemptor Hominis, 10). Sólo El humaniza. Todo lo que aparta de Cristo arrastra a la humanidad a su autodestrucción. Por eso los Obispos de Chile hemos tomado como lema del XI Congreso Eucarístico, el llamado esperanzador del Santo Padre, cuando él asumió su misión de Pastor Universal. Proclamó entonces ante el mundo:
\"¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad! ¡Abran más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo! ¡Abran a su potestad salvadora los confines de los estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo! ¡No tengan miedo! Cristo conoce lo que hay dentro del hombre.
Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda, que se transforma en desesperación. Permitan, pues, que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene palabra de vida, sí, de vida eterna!\" (2).
Con este apremio y esta esperanza, hemos convocado nuestro Congreso. Será un tiempo para centramos en la persona de Cristo, para dejamos interpelar por la advertencia que El le hizo en Betania a Marta: \"Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas. Una sola es necesaria\" (Lc. 10,41-42). Lo único necesario para redimir a la humanidad de hoy es Jesús y su Evangelio de amor a Dios y a todo hombre.
5. PARA RENOVAR LA IGLESIA
Nuestra Iglesia Chilena busca renovarse en la Eucaristía. Ella ha experimentado transformaciones profundas. Desde el Concilio Vaticano II la Iglesia ha caminado, con mayor vigor, por una senda en la cual busca compartir las esperanzas y las angustias de toda la comunidad nacional, \"sobre todo, las de los pobres y de cuantos sufren\" (Vat. II, G.S. 1).
Más aún, ha llegado a comprender que el compromiso con los pobres exige de ella misma una conversión. Y al reconocer en los pobres los valores evangélicos de sencillez y disponibilidad, de solidaridad y servicio, la Iglesia ha sido fortalecida en su fidelidad al Señor.
La tarea no ha sido fácil, ha traído incomprensiones, ha producido, a veces, doloroso desconcierto. Sin embargo, en este período, la gracia de Dios ha sido generosa, nos ha abierto nuevas formas de evangelización y modos fecundos para vivir la Iglesia como Pueblo de Dios. También, como fruto de esta renovación postconciliar, la Iglesia tiene una más nítida presencia de servicio en la vida nacional. Por ello damos gracias al Señor, de quien proviene todo lo bueno.
Este crecimiento y este despliegue exigen un tiempo de maduración y profundidad. Por esto convocamos. a un Congreso Eucarístico, porque la Eucaristía \"constituye el alma de toda la vida cristiana\", porque \"el amor a Dios y al prójimo... encuentra su fuente precisamente en el Santísimo Sacramento\" (Carta de Juan Pablo II para el Jueves Santo 1980, sobre el Misterio y Culto de la Eucaristía, 5).
También las luchas ideológicas, las penosas polarizaciones de nuestra nación han repercutido al interior de la Iglesia, afectando su unidad fundamental. Esta es otra poderosa razón para volvemos con ansia y decisión a la Eucaristía \"que Cristo nos ha dejado como fuente de unidad espiritual\", como \"centro focal y constitutivo... de la unidad de la misma Iglesia\" (Carta de Juan Pablo II para el Jueves Santo 1980, sobre el Misterio y Culto de la Eucaristía, 13).
6. POR LA RECONCILIACION DE CHILE
Nuestra convivencia nacional plantea complejos problemas. La reconciliación entre los chilenos se ve muy dificultada por heridas del pasado y del presente. En la actualidad, aunque se constatan esfuerzos y avances, perduran graves escollos para instaurar relaciones más justas y fraternas entre hermanos pertenecientes a un mismo pueblo.
Incluso acerca de las formas apropiadas para salvar estos obstáculos, hay puntos de vista muy diversos, de orden sicológico a la vez que social. Se necesita mucho diálogo para restablecer la confianza y mucha participación para llegar al consenso.
La reconciliación profunda entre los chilenos es una exigencia para esta década; es un desafío que no podemos desconocer. Aquí en la tierra, la unidad de los hombres será siempre precaria y frágil, pero Chile necesita urgentemente fortalecer su unidad básica como pueblo. En esto los cristianos tenemos una tarea ineludible. Junto con todos los hombres de buena voluntad, queremos ser instrumentos de reconciliación. Por esto hemos llamado a un Congreso Eucarístico, pues estamos seguros que una Iglesia que vuelve a sellar su unidad en la Eucaristía, es capacitada por Dios para comunicar la paz de Cristo en nuestra Patria. Y un Chile reconciliado, a su vez, sabrá encontrar los caminos para una paz estable con los países hermanos.
7. LAS ETAPAS DEL CONGRESO
A diferencia de los Congresos anteriores, que eran de breve duración, el actual se extenderá de Pentecostés a Navidad. Se dividirá en períodos muy definidos, en los cuales nuestra fe eucarística podrá madurar y expresarse convenientemente. Las cinco etapas son éstas:
- Tiempo de evangelización y catequesis (8 de junio al 23 de agosto). Anuncio de Cristo en todos los ámbitos.
- Tiempo de conversión (24 de agosto al 28 de septiembre). Se marca la importancia del Sacramento de la Penitencia.
- Tiempo Eucarístico. A nivel diocesano (mes de octubre). A nivel nacional (3 al 9 de noviembre), culminando en La Serena (jueves 6 de noviembre), en Chillán (viernes 7 de noviembre), y en Maipú (domingo 9 de noviembre).
- Tiempo de fraternidad (Mes de María). Con la Virgen queremos llevar a la vida diaria el compromiso fraterno de la Eucaristía.
- Tiempo de Adviento en las familias (16 al 24 de diciembre). Novena preparatoria de Navidad, fiesta en la que se clausura el Congreso.
Al iniciar cada una de estas etapas, una Carta Pastoral nuestra orientará el \"tiempo\" correspondiente.
8. ¡ABRAMOS LAS PUERTAS A CRISTO!
Creemos firmemente que este Congreso Eucarístico será un tiempo de gracia. Es Cristo quien nos dice: \"¡No teman, ábranme las puertas!\" Nosotros los Obispos invitamos a todos a escuchar su voz. Unas palabras especiales dirigimos a quienes la Conferencia de Puebla quiso interpelar más directamente:
- ¡Jóvenes!: hemos querido reunimos con ustedes en nuestras catedrales para iniciar el Congreso. Ustedes son parte esencial del presente de nuestra patria. Su amor a Cristo y al Evangelio, su deseo de verdad, de justicia y de amor sin violencia son para nosotros una exigencia. Cada joven tiene además en su mano la llave del futuro. Con ella, ¡abran las puertas a Cristo!, porque sólo junto al Señor será posible ese mundo que anhelamos. Entreguen sus vidas a Cristo sin reservas y vivirán la más hermosa existencia humana que es posible imaginar.
- A nuestros hermanos obreros, campesinos y pobladores, les decimos nuevamente: ustedes son los preferidos de Cristo y de la Iglesia. Unidos a ustedes, queremos ayudar a construir una sociedad donde el Padre de los Cielos pueda dar a todos el pan cotidiano como fruto de un trabajo digno. En este año, los llamamos a participar directamente en el Congreso, compartiendo el \'Pan de Vida\".
- A todos los que sufren: enfermos, encarcelados, lisiados, cesantes, ancianos, exiliados, solitarios, les ofrecemos y les pedimos participación activa, según sus posibilidades, en el Congreso: su oración y su testimonio son fuerza renovadora para la Iglesia.
- A los constructores de la sociedad: este Congreso Eucarístico será para ustedes una fuente de vigor e inspiración. Será un tiempo en que vuelvan a descubrir con alegría que \"si nuestro culto eucarístico es auténtico, debe aumentar en nosotros la conciencia de la dignidad de todo hombre\" (Carta de Juan Pablo II para el Jueves Santo 1980, sobre el Misterio y Culto de la Eucaristía, 6). En la Eucaristía encontrarán la paz y la energía necesarias para remover los obstáculos que, dentro y fuera de nosotros, impiden la concordia. En esta tarea la mujer deberá entregar su aporte insustituible para un Chile de hermanos.
- A las familias cristianas: les reiteramos que la Iglesia está consciente que su tarea de evangelización está íntimamente ligada al destino de la familia. En la \"Iglesia doméstica\" -así la llama el Concilio Vaticano II- la mesa familiar se hace mesa de amor cristiano cuando a ella fluyen las gracias de la Mesa Eucarística.
- A nuestros hermanos cristianos de otras Iglesias: respetuosamente les pedimos que nos acompañen con su oración durante este año, para que, todos los que confesamos el nombre de Cristo, sepamos hacerlo presente en nuestra Patria por la verdad, la justicia y el amor.
- A todos los hombres y mujeres de buena voluntad que habitan nuestro país: les decimos que este Congreso Eucarístico nace de un amor desinteresado por Chile y que, junto a ellos, queremos procurar una Patria fraterna.
9. CON MARIA NUESTRA MADRE
Queridos hermanos: el acto culminante del Congreso Eucarístico tendrá lugar en el Santuario Nacional de Maipú, Casa de la Madre de Chile, Nuestra Señora del Carmen.
En la hora de la Anunciación, la Virgen escuchó decir al Ángel Gabriel: \"No temas, María\" (Lc. 1, 30), Y ella no tuvo miedo. Abrió de par en par sus puertas al Hijo de Dios y le ofreció, en su entraña virginal, el cuerpo y la sangre que lo hizo hermano nuestro. Por la disponibilidad de la Virgen nació, junto con Cristo, la nueva humanidad.
María, nuestra Madre, nos enseña en la hora de este XI Congreso Eucarístico a no temer, a abrir todas nuestras puertas a Cristo y a celebrar con Él el Sacrificio Eucarístico como una gran fiesta de adoración, fraternidad y envío misionero.
Los Obispos de Chile
Pentecostés de 1980
Año del XI Congreso Eucarístico Nacional.
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NOTAS A PIE
(1) Ismael González, San Fernando, P. Miguel Jordá: “La Biblia del Pueblo”, p.262
(2) Inauguración oficial de su Pontificado, 22 de octubre de 1978, N° 7 (en L Osservatore Romano, 29 de octubre de 1978).
