Introducción
1.- En representación de la ciudadanía de nuestra zona nos hemos congregado en esta Iglesia Catedral para celebrar el Te Deum de Fiestas Patrias, hermosa celebración de Acción de Gracias por Chile y por cuantos en él vivimos. Lo hacemos en la presencia del Señor porque tenemos la convicción profunda de que “sin Dios el hombre no sabe dónde ir ni tampoco logra entender quién es” (Benedicto XVI, “Caritas in Veritate N° 78). Por eso hemos empezado escuchando su Palabra, Palabra de Vida que ilumina el caminar de nuestra Patria y sus habitantes.
Acción de Gracias
2.- Por Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor, elevamos nuestras voces al Padre de los Cielos para alabarlo y bendecirlo, y para agradecerle su Bondad para con nosotros, con el deseo ferviente de hacer de nuestro país una verdadera Nación de hermanos y hermanas.
3.- Agradecemos hoy con alegría por quienes vivimos en Chile: hombres y mujeres nacidos en este suelo, pertenecientes a los distintos pueblos y etnias que conforman la Nación. Agradecemos, también, por tantos hermanos y hermanas que en tiempos pasados y también actuales, desde distintos países hermanos y amigos, han llegado hasta nosotros para hacer aquí su segunda patria, enriqueciéndonos con su cultura y beneficiándose con lo nuestro.
4.- Una gratitud especial queremos manifestar al Padre Dios por las madres de Chile, las mamás casadas y las solteras, por haber aceptado en su corazón y en sus entrañas el don maravilloso de los hijos, muchas veces en medio de grandes pobrezas y sufrimientos, contribuyendo así en forma eminente al engrandecimiento de la Nación. Debemos, también agradecer al Señor por tantas mujeres que, sin haber engendrado, han sido verdaderamente madres de miles de niños y niñitas. Pienso en las mujeres consagradas, en las “nanas”, en las profesoras y maestras y en tantas otras mujeres que han dado su vida y su cariño por quienes, sin serlo según la carne, han cuidado y educado con amor como a hijos e hijas.
5.- Queremos, también, bendecir al Señor por los trabajadores y trabajadoras; empresarios y empresarias pequeños, medianos y grandes; por nuestras autoridades y todos los responsables del bien común: en el gobierno, el parlamento, la justicia y los municipios; por los actores del mundo de la cultura y la educación: pre-escolar, básica, media, superior y no formal ; por los comunicadores sociales, artistas y deportistas; por nuestros hombres y mujeres de armas y de las instituciones policiales; por la multitud de hermanas y hermanos que, en el variado y plural mundo del voluntariado, contribuyen a humanizar nuestra sociedad; por nuestros agentes pastorales y evangelizadores que, por amor a Dios y a los hermanos y hermanas, hacen de nuestras iglesias comunidades vivas al servicio del Evangelio y del mundo.
6.- Finalmente damos gracias infinitas a Dios por nuestro bello país, de tan variada hermosura a lo largo de su territorio terrestre y marítimo. Por las riquezas naturales con que nos ha bendecido. Por nuestra historia de alegrías y penas y por tantos hombres y mujeres que, desde los diversos ámbitos de la sociedad, han sido los constructores de nuestra nacionalidad.
Situaciones difíciles y dolorosas
7.- Estamos terminando, hermanas y hermanos, un año difícil. Los últimos doce meses han sido muy problemáticos por la grave crisis económica que ha conmovido al mundo entero. Es cierto que en Chile estábamos mejor preparados para esta situación inesperada gracias a la prudencia de nuestros gobernantes. Sin embargo la experiencia ha sido dura para nuestra región, en la que hemos llegado a índices de cesantía altamente preocupantes. Gracias a las políticas de protección social del Gobierno los más pobres se han visto aliviados, sin embargo la clase media lo ha pasado mal. A pesar de que muchos indicadores señalan que estamos emprendiendo el camino de la recuperación, subsiste, sin embargo, el temor de una lenta mejoría del empleo, lo que provoca angustia en muchos jefes y jefas de hogar.
8.- También hemos sido impactados por numerosos hechos de violencia e inhumanidad que nos han confundido y herido. Los delitos de abuso sexual y prostitución de menores acontecidos en nuestra zona han sido horribles. El asesinato brutal de la pequeña Francisca Silva, de sólo cinco años, permanece como una herida abierta en el corazón de los chilenos. El problema de la delincuencia, el alcohol y la droga son un desafío gigantesco para todos e índices alarmantes de la fragilidad de la familia en Chile, de la crisis de la educación y de la incoherencia de muchas leyes penales.
La Palabra de Jesús
9.- En el Evangelio que se ha proclamado en esta celebración, el Señor Jesús nos ha dicho que son “felices”, “bienaventurados” “los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”; “los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (San Mateo 5, 3-11).
Al invitarnos Jesús a tener “hambre y sed de justicia” nos llama por supuesto a jugarnos por que cada hermano y hermana tenga el respeto a su dignidad de persona y todo lo necesario para una vida plenamente humana. Pero nos invita a mucho más: a vivir cada uno de nosotros como hijos e hijas muy amados de Dios, en el amor y respeto a su Voluntad, en santidad y justicia verdaderas capaces de transformar la sociedad.
Al invitarnos Jesús a “trabajar por la paz” no nos llama solamente a superar los conflictos, sino a jugarnos, en el día y día y en los grandes momentos, por la verdad, la justicia, el amor, la libertad y el perdón.
Desafíos del Bicentenario
10.- Este llamado es particularmente urgente ahora, que estamos comenzando el año del Bicentenario de nuestra Patria. Es el momento de crear, como Comunidad Nacional, un proyecto solidario que cumpla las condiciones que el Cardenal Silva Henríquez nos señalaba en “El Alma de Chile”: en que se dé “el primado de la libertad sobre toda forma de opresión……el primado del orden jurídico sobre toda forma de arbitrariedad……el primado de la fe sobre toda forma de idolatría”. Y que, en un inolvidable discurso en el atardecer de su vida, expresó sobre la base de cuatro afirmaciones:
“Quiero que en mi país todos vivan con dignidad.
Quiero un país donde reine la solidaridad.
Quiero un país donde se pueda vivir el amor.
Quiero para mi Patria lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su
mirada hacia el Señor”.
11.- La propuesta de nuestra Iglesia para este bicentenario está encarnada en un lema que es, a la vez, un proyecto: “Chile, una mesa para todos”.
Queremos invitar y ayudar a que en Chile se multipliquen las mesas de encuentro, de diálogo, de discusión fraterna. Mesas para compartir el pan y la palabra, los proyectos y los bienes. Mesas de esperanza y mesas del bicentenario donde juntos nos amistemos para generar nuestro futuro. Mesas donde todos puedan tener pan, respeto y alegría.
Queremos hacer un esfuerzo serio, perseverante e incisivo para que no haya en Chile mesas de segunda clase ni personas excluidas de la mesa.
Para esto se requiere amar la justicia y hacer justicia el amor. Se requiere vivir con amor y con verdad.
“Sin verdad, dice el Papa Benedicto, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad” (“Cáritas in Veritate” N° 3).
12.- La proximidad del Bicentenario
“es tiempo oportuno para recuperar lo mejor de nuestras tradiciones republicanas: aquellos grandes valores que constituyen nuestra identidad”. “Entre estos valores son imprescindibles el apoyo a la familia y el respeto a la vida desde la concepción, pasando por todas las etapas del desarrollo, hasta la muerte natural; la superación de la miseria y del desempleo; el desarrollo económico y humano que contribuya a una mayor equidad social y a la generación de fuentes de trabajo estables; el acceso a una educación libre, integral y de calidad, sobre todo para los pobres; políticas de salud publica que honren la dignidad de las personas y la superación de los gravísimos problemas producidos por la droga” (“Amistad Cívica en Tiempo Electoral”, Declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, 1° de septiembre 2009, N° 9).
Importancia de las Elecciones
13.- Estamos también, amigas y amigos, en un momento importantísimo de nuestra vida nacional. Nos preparamos para las elecciones presidenciales y parlamentarias de fin de año. Las personas elegidas serán nuestras autoridades en las celebraciones bicentenarias.
En estas circunstancias queremos reiterar la altísima dignidad de la función política en orden al desarrollo y el bienestar de la Nación . Queremos, también, felicitar y agradecer a quienes desean ponerse al servicio de los ciudadanos formando parte del Gobierno y el Parlamento.
Deseamos vivamente que la función política
“recupere plenamente su confiabilidad ante la ciudadanía” y recordamos lo que el Papa nos dice:
“El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común” (Ibid. N° 1).
14.- Respecto a los casi tres meses que nos quedan de campaña electoral, queremos recordar que
“los actores políticos están a tiempo para regalar al país una campaña serena, en que la “amistad cívica” entre ellos y con nuestro pueblo emerja como antídoto contra la no-cultura de la descalificación que busca instalarse el en debate público. No hay peor derrota electoral que la ofensa a la dignidad de las personas” (Ibid. N° 3).
Conclusión y Acción de Gracias final
15.- Queridas hermanas y hermanos, amigas y amigos todos: el 18 de septiembre es una fiesta hermosa por muchos motivos. Pero uno de los más importantes es porque éste es un día de gran alegría y fraternidad entre chilenos y chilenas. Es una de las fechas del año en que nos sentimos todos partes de una misma y gran familia y en que olvidamos lo que nos divide. Aprovechemos, pues, para elevar con fe y sinceridad nuestro corazón al Padre Dios en acción de gracias, memoria agradecida y suplica confiada por Chile y sus habitantes.
16.- Y “a Aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria, al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén.” (Carta de San Judas 1, 24-25).
† Gonzalo Duarte García de Cortázar ss.cc.
Obispo de Valparaíso
