El Padre Jaime Fernández presentó, durante el primer domingo de Adviento, a quien será su sucesor, a partir del 1 de marzo, en la Vicaría para la Familia.
Hace siete años el padre Marcos Burzawa llegó a Chile. Pensaba quedarse un año. Los planes de Dios han sido otros. En estos años ha trabajado intensamente en la Iglesia de Santiago y ha desarrollado su labor apostólica entre las familias chilenas. El padre Marcos, de origen polaco y miembro de la orden religiosa “Misioneros de la Sagrada Familia” asumirá el próximo 1 de marzo como Vicario de la Familia del Arzobispado de Santiago.
Hace algunos días los obispos chilenos entregaron la carta “Matrimonio y familias, una buena noticia para la humanidad” ¿Qué nos dice ella de la situación de la familia en Chile?
Esta es una respuesta a la situación que vive el país porque la familia está pasando por momentos complicados.
Principalmente hay que destacar el tema de la baja tasa de natalidad, que es muy preocupante, el tema de los separados y de los jóvenes que prácticamente no se casan. Estas cosas son importantes y motivaron a los obispos a tomar la palabra para salir al encuentro de esa situación muy preocupante.
¿Cuáles serían las causas de fondo de estos problemas?
Hay varias causas. Yo creo que a la sociedad chilena llegó todo “un combo de modernidad” y no supimos discernir y recibirlo de manera adecuada. Los jóvenes, sobre todo, entraron en esta modernidad que significa, en muchos casos, la cultura de lo desechable. En una cultura donde todo es desechable y light aparece la falta de compromiso y de valores, la comodidad.
¿Cómo podría haberse enfrentado adecuadamente?
Yo creo que fundamentalmente a través de la educación.
Educar para la familia
¿Qué características debe tener un modelo educacional que fortalezca la familia?
Debe ser una educación de la persona humana en su totalidad, en su integridad. El problema principal que tenemos es que no trabajamos juntos. Para tener una buena educación de los hijos, de los jóvenes, para formar una buena sociedad hay que trabajar juntos: la familia, la Iglesia, la escuela y el Estado. Ahí chocamos porque la familia perdió su responsabilidad o ya no ejerce su responsabilidad educativa. Delega y eso es algo que no se puede delegar.
Por otro lado, las escuelas, frecuentemente, se sienten sin herramientas y el Estado desgraciadamente no entiende que si la familia es fuerte, la sociedad será fuerte. Eso significa que incluso a nivel político hay que tomar decisiones que favorezcan a la familia.
¿Qué pasa con Chile, como país, como estructura social y política, respecto al tema de la familia?
Una de las primeras cosas que me marcó en Chile fue la situación laboral de los trabajadores. Yo he vivido en varios países, pero nunca he visto una situación laboral parecida a la que tiene que enfrentar la familia chilena. Muchos problemas de las familias provienen de eso, del tema laboral.
Para la felicidad de una familia se necesitan, principalmente, dos cosas claves: el amor y el diálogo. El amor puede existir, pero ¿cuándo se dialoga? No hay tiempo, ni espacio. Si uno sale a trabajar a las 7 de la mañana y vuelve a las 9 de la noche...¿en qué momento tiene tiempo y espacio para conversar con su esposa, con sus hijos?
Hay que cambiar las leyes laborales. Las decisiones políticas deben ayudar a mantener este espacio y tiempo de diálogo familiar. Eso es clave.
La situación laboral
¿El tema laboral está influyendo en la lejanía que algunos jóvenes tienen hacia el matrimonio?
Es lógico que cada uno quiere tener algún grado de seguridad. Si los jóvenes no tienen ni casa, ni estabilidad laboral ¿de qué estamos hablando? Es complicado en estas condiciones lanzarse en algo que es tan importante como la vida matrimonial y familiar.
También influye el tema de la madurez. Hace 20 ó 30 años, con esas mismas condiciones, los jóvenes se casaban, se proyectaban. Hoy, por falta de madurez sicológica, los jóvenes tienen miedo.
¿Le preocupa que el tema de la familia haya estado ausente en los debates presidenciales?
Sí, eso es muy preocupante porque no hay ningún candidato que presente un proyecto serio que incluya el tema de la familia. ¿Qué tipo de política familiar tendrá el próximo gobierno? Yo insisto en que hay que trabajar juntos.
Mirando el futuro
El trabajo conjunto con el gobierno es lo ideal pero no es fácil lograrlo aquí y en muchos países del mundo. A veces tampoco se cuenta con familias comprometidas con la educación de sus hijos. No existiendo las condiciones ideales, ¿cómo la Iglesia puede enfrentar el tema?
Primera cosa, yo creo que la Iglesia debe ser acogedora justamente para poder enfrentar todas las situaciones que está viviendo la familia chilena. No rechazar a nadie. Eso significa que la Iglesia debe desarrollar mucho más el concepto de acompañamiento. Acompañar significa “ir con”, estar con la persona. No sólo a nivel litúrgico, no sólo en los sacramentos, sino estar con la persona, con la familia, cuando está alegre, cuando está triste.
Por otro lado, la Iglesia se esfuerza por acompañar a los separados, a las personas que viven el drama de la ruptura matrimonial. La Iglesia quiere salir al encuentro de los separados. Pero principalmente presentar la vida matrimonial y familiar como algo positivo, como una buena nueva. Los jóvenes no pueden entusiasmarse con algo que no aman, que no quieren, con algo que no se les presenta de manera positiva.
La Iglesia está trabajando con miras al Bicentenario. ¿Qué pasa desde esta perspectiva con el tema de la familia?
Hace unas dos semanas justamente se ha reunido una comisión especial del Bicentenario por el tema de la familia. Estamos soñando con una familia feliz, que tiene tiempo para dialogar, que tiene espacio, que tiene su hogar, que tiene seguridad laboral, que tiene un verdadero reconocimiento social. Estamos soñando con una familia donde cada uno pueda sentirse amado y donde pueda amar, una familia que realmente sea una iglesia doméstica.
¿Cómo se realizará este sueño?
En ello vamos a trabajar estos años.
Fuente: DOP
Santiago, 07-12-2005