El Arzobispo de Puerto Montt, Mons. Cristián Caro Cordero, y el Obispo Auxiliar de Santiago, Mons. Andrés Arteaga Manieu, son los delegados de la Conferencia Episcopal de Chile a la próxima Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en Roma entre el 2 y el 23 de octubre próximo.
El tema de la Asamblea será “La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia”.
Además de Mons. Caro y Mons. Arteaga, en el Sínodo participarán el Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo de Santiago y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), y el Cardenal Jorge Medina Estévez, Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Y en calidad de Auditor asistirá también el Padre Ignacio Gramsch Labra, Vicario Parroquial de San Luis Beltrán, de la Arquidiócesis de Santiago.
El Sínodo
El Sínodo de los Obispos es una institución permanente, creada por el Papa Pablo VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del Concilio Vaticano II para mantener vivo el buen espíritu nacido de la experiencia conciliar.
Etimológicamente hablando la palabra "sínodo", derivada de los términos griegos syn (que significa "juntos") y hodos (que significa "camino"), expresa la idea de "caminar juntos". Un sínodo de los obispos es un encuentro religioso o asamblea en la que unos obispos, reunidos con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse mutuamente información y compartir experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplicación universal. Este Sínodo puede ser definido, en términos generales, como una asamblea de obispos que representa al episcopado católico y tiene como tarea ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal dándole su consejo. El Papa Juan Pablo II decía que el Sínodo de los obispos es "una expresión particularmente fructuosa y un instrumento de la colegialidad episcopal" (Discurso al Consejo de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, 30 de abril de 1983: L’Osservatore Romano, 1 de mayo de 1983).
Para cumplir su misión, el Sínodo de los Obispos trabaja según una metodología basada en la colegialidad, concepto que caracteriza cada fase del proceso sinodal desde los primeros pasos de la preparación hasta las conclusiones alcanzadas en cada asamblea sinodal. En pocas palabras, el método de trabajo alterna análisis y síntesis, las consultas de las partes involucradas y las decisiones de las autoridades competentes, según una dinámica de retroalimentación que permite la continua verificación de los resultados y la realización de nuevas propuestas. Cada fase de este proceso se desarrolla en un clima de comunión colegial.
Gracias al trabajo preparatorio de las Iglesias locales, los obispos pueden presentar a la asamblea sinodal las experiencias y las aspiraciones de cada comunidad, así como también los frutos de las discusiones de las Conferencias Episcopales.
Al término de la Asamblea del Sínodo, el Secretario General supervisa el archivo del material y la redacción del informe sobre el trabajo sinodal para someterlos al Santo Padre. No existe una norma establecida acerca del documento final resultante de la Asamblea sinodal.
Más información sobre el Sínodo
Fuente: Prensa CECH
Vaticano, 27-09-2005