OCTAVARIO
DÍA 2

Reflexión

La violencia contra otros seres humanos no se ejerce solo a través de las agresiones físicas y el latrocinio, sino también por medio de las habladurías y los rumores maliciosos. Las redes sociales hacen más fácil que las mentiras se difundan instantáneamente a una gran audiencia, hasta que los medios de comunicación social se hacen eco de rumores malintencionados que terminan presentando como una verdad probada lo que puede ser una acusación falsa. Un principio básico del derecho es que toda persona es inocente, mientras no se pruebe lo contrario.

En Chile, desde la separación de la Iglesia y el Estado (en 1925), hemos ido aprendiendo a vivir en un ambiente de pluralismo religioso; pero en la memoria colectiva subsisten aún motivos de desconfianza, frutos de la situación de privilegio de que gozó la Iglesia católica, como religión oficial del Estado durante el período colonial y el primer siglo de existencia de la República independiente. Esos tácitos motivos de desconfianza favorecen la aparición de rumores que provocan distanciamientos entre las iglesias y comunidades cristianas. Al haber escasos encuentros y diálogos entre las comunidades cristianas es más fácil difundir prejuicios y mentiras que ahonden las diferencias y discordias.

Jesús dijo claramente: «Digan simplemente “sí” o “no”; todo lo que se diga de más procede del maligno». La mentira destruye las buenas relaciones entre las personas y entre los grupos, también entre las Iglesias. El engaño quebranta la unidad de la Iglesia. La Carta a los Efesios nos recuerda que somos miembros unos de otros. Esto implica una llamada a los cristianos a ser honestos y responsables hacia los demás, para que puedan crecer en comunión. Si hacemos esto, no será el espíritu del maligno el que esté con nosotros, sino el Espíritu Santo de Dios.