OCTAVARIO
DÍA 3

Reflexión

«El Señor es bueno con todos, su amor llega a todas sus obras», dice el salmista, proclamando que el amor de Dios supera las fronteras de la etnicidad, la cultura, la raza y también la religión. La genealogía de Jesús que encontramos en el Evangelio de Mateo refleja esta visión amplia. Mientras que las culturas antiguas con frecuencia veían a las mujeres como inferiores, o como propiedad de sus padres y maridos, Mateo menciona cuatro mujeres entre los antepasados de Jesús, y dos de ellas, Rut y Rajab, eran gentiles. Otros tres de los antepasados en la lista eran conocidos por sus pecados, incluyendo al adúltero rey David. El hecho de que se les nombre en la genealogía de Jesús y se les haga formar parte de la historia humana de Dios proclama que Dios incluye a todos, hombres y mujeres, pecadores y justos, en su plan de salvación, sin tener en cuenta su procedencia.

Tras casi un siglo desde que la Iglesia católica dejó de ser la religión oficial del Estado de Chile, aún quedan cicatrices y dolores de un pasado sentido por algunas iglesias y comunidades cristianas como un tiempo en que padecieron discriminación,  persecución e intolerancia. Y en  la Iglesia católica, aunque el Concilio Vaticano II constituyó un cambio radical en la manera de relacionarse con los demás cristianos, no faltan ocasiones en que se producen roces entre las comunidades locales de distinta denominación, por un cierto “clientelismo”... Aún queda camino por recorrer, para que la controversia deje paso a un diálogo sincero y mutuamente respetuoso.

Gracias a Dios, no sólo desastres naturales como terremotos e inundaciones, sino situaciones aflictivas particulares han permitido demostrar que el Espíritu de Jesús mueve a sus discípulos a olvidar rencillas y solidarizar juntos con quienes pasan por situaciones dolorosas.