“Día de Oración por los Pueblos Indígenas”
Último domingo de Agosto

Material y sugerencia para el buen desarrollo
del Día y Oración
Pastoral con los pueblos originarios.

El sentido de justicia, las exigencias de la globalización y los medios de comunicación han favorecido el conocimiento y la valoración de la situación actual de los pueblos originarios. Queremos seguir desarrollando la pastoral con ellos, reconociendo y colaborando con sus proyectos de vida, ricos en valores comunitarios y familiares. Queremos acompañarlos también en el fortalecimiento de su identidad y de sus propias organizaciones, en una educación apropiada para ellos y en la defensa de sus derechos. Nos inquietan y nos duelen los intentos por desarraigar la fe católica de las comunidades rurales e indígenas, y los grupos de poder que se aprovechan de ellos.

Orientaciones Pastorales 2008 - 2012
Número 85.8.


- ¿Qué sentido tiene?
- ¿A que apunta esta oración?
- ¿Dónde están principalmente los problemas?
- ¿Por qué se eligió el último domingo de Agosto?
- Sugerencias
- Propuestas de Oración Universal
- Documento: “La Paz en la Araucanía, fruto de la Justicia”
( Archivo pdf para descargar )
Comisión Nacional de Pastoral Indígena – Zona Sur

- Santidad con identidad





¿Qué sentido tiene?

Es una llamada de la Iglesia a orar por los pueblos indígenas, es decir la Iglesia convoca a sus propios fieles a la oración por una intención que le parece de importancia. Este no es propiamente un día de oración de los pueblos indígenas mismos, ya que ni mapuches ni aymaras ni rapa-nuis suelen orar especialmente en esta fecha. Por eso no decimos “Día de Oración CON los pueblos indígenas”, sino POR ellos. Con esto reconoce la Iglesia que la situación de los pueblos originarios en Chile enfrenta problemas de no fácil ni rápida solución ante los cuales el ingenio y la buena voluntad humanos se sienten limitados e insuficientes. Necesitamos la fuerza de la mano de Dios y la luz que viene de El.

¿A que apunta esta oración?

Al hablar de los pueblos originarios en cierto modo estamos hablando también de la otra parte de la población chilena, aquellos que no son originarios, es decir que descienden de quienes vinieron de fuera, mayoritariamente de Europa porque las dificultades que hoy enfrentamos han resultado en buena parte de no haber armonizado con verdadero espíritu cristiano la convivencia entre unos y otros. Ya desde los comienzos las relaciones estuvieron marcadas por la violencia de la Conquista aunque también es verdad que desde los comienzos los lazos humanos, promovidos e iluminados por la fraternidad que proviene de la Fe cristiana acercaron a las personas. Nuestros obispos pidieron públicamente perdón, con ocasión del Jubileo del año 2000, por haber callado y no haber prestado atención a los múltiples atropellos y abusos que se cometieron cuando Chile tomó posesión del territorio mapuche en 1883. No se trató solamente de un despojo material. Los pueblos originarios han tenido que sufrir además un trato poco respetuoso frente a sus costumbres y religión, su forma de vivir, etc. , todo ello proveniente en buena parte del desconocimiento de su cultura y valores, desconocimiento que hasta el día de hoy permanece en el Chile no-indígena. Los que constituimos el Chile del siglo XXI no estamos llamados tanto a enjuiciar a las generaciones anteriores sino más bien a mirar con valor y objetividad los desafíos que se nos presentan a nosotros hoy, en 2007, para construir un Chile unido dentro de su diversidad y una Iglesia capaz de valorar los dones del Espíritu Santo en pueblos muy variados.

¿Dónde están principalmente los problemas?

Tanto la Iglesia Católica como el Gobierno de Chile han hecho en este último tiempo un esfuerzo grande por examinar a fondo la situación y dar una visión de conjunto que permita avanzar hacia soluciones duraderas. El documento de los obispos del Sur “Al servicio de un nuevo trato con el Pueblo Mapuche” y el “Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato de los Pueblos Indígenas” del grupo especial de investigación constituido por el Gobierno son un gran aporte en ese sentido. Hay problemas que son más inmediatos, vinculados a la pobreza, deficiencias en la educación, salud, poca calificación laboral, carencia de tierras, reconocimiento de su condición de Pueblo con identidad propia etc., y otros de orden más espiritual como es la falta de respeto y valoración hacia el ser indígena en general y la discriminación consiguiente. Todos los problemas se dan dentro del marco de un gran desconocimiento de la realidad de los Pueblos originarios de Santiago, lo que hace que muchas veces fracasen iniciativas emprendidas quizás con muy buena voluntad y que se llegue a tachar de “delincuentes comunes” o “terroristas” a gente que reclama sus más básicos derechos.

¿Por qué se eligió el último domingo de Agosto?

La verdad es que no hay motivos litúrgicos de peso para escoger este día. Más bien se ha tomado en cuenta el hecho de que se trata de un momento que no está en peligro de coincidir con ninguna de las grandes festividades y cuando la proximidad de la primavera invita a pensamientos de resurgimiento y vida nueva.

Sugerencias

1.- Ambiente la iglesia con alguna decoración relativa al día en el altar, entrada, poster, etc.
2.- Invite a algún pequeño grupo de representantes de alguna etnia originaria que se presenten (ojalá con sus atuendos típicos) y que alguno de ellos pueda decir algunas palabras a la asamblea para agradecer la oración que se hace y explicar un poco los problemas principales.
3.- Ensaye con el coro o con dos o tres personas la recitación del Padrenuestro en lengua Mapuche, Aymara o Rapanui que se incluye en esta hoja.
4.- Que las personas invitadas de las etnias originarias, puedan hacer sus peticiones en su lengua originaria.
5.- Que se lleven ofrendas relacionadas con el mundo originario ejemplo: tierra, agua, mate, cereales, quinuoa, piñones, mate etc.
6.- Música de ambientación indígena a la entrada y salida del templo.
7.- Que se pueda entregar a la salida algún presente alusivo.

Propuestas de Oración Universal

1.- Por los habitantes de nuestro país, especialmente por los pueblos Mapuches, Rapa-Nui y Aymaras, para que abriendo nuestros corazones podamos aceptar la diversidad cultural, respetándonos en nuestras diferencias, oremos. R
Señor, escúchanos y ten piedad.

2.- Por nuestra Iglesia Diocesana, para que respondiendo con fidelidad a la misión encomendada, seamos capaces de disponernos con valentía y audacia ante los nuevos desafíos que la época nos presenta y asumamos como Gran Familia en nuestras prácticas pastorales, la diversidad étnica, respetando la cultura e identidad propia de los pueblos originarios. Oremos. R
Señor, escúchanos y ten piedad.

3.- Por la sana convivencia entre todos los pueblos de nuestra Patria, y por la pronta ratificación del Convenio 169 de la OIT. Oremos. R
Señor, escúchanos y ten piedad.


Santidad con identidad

A fines del año 2007 celebramos al primer beato mapuche, Ceferino Namuncurá. Joven indígena, amante de su pueblo mapuche, que se sintió profundamente llamado a vivir el mensaje de Cristo y quiso ser sacerdote. Una grave enfermedad, tuberculosis, se lo impidió y falleció con sólo 18 años de edad. Las virtudes que Ceferino manifestó en su vida, llevaron a los que lo rodearon, a reconocer en el joven, no sólo su identidad mapuche, sino también a una persona excepcional. Reconocieron en el niño Ceferino a una persona ejemplar en la vivencia de su fe, es decir, a un Santo de la Iglesia. En la oración oficial se pide a Dios: “Que también nosotros podamos aprender de él su amor decidido a la familia y a la tierra”. En fuerte contraste con esa fiesta, a los pocos días de haber iniciado este año 2008, la muerte de un joven mapuche, Matías Catrileo tiñó de sangre una vez más la tierra de la Araucanía. Lamentablemente era el segundo joven indígena que moría violentamente en el proceso llamado “conflicto mapuche”.

Ese joven participaba en una demanda de justicia para el pueblo mapuche, cuando fue alcanzado por una bala en su espalda. Su identidad mapuche lo había traído a estas tierras y su deseo de justicia lo condujo a los conflictos. Lo que une a Ceferino y a Matías son su identidad, ambos mapuche y su juventud. Ambos llamados por Dios a la vida como miembros del pueblo mapuche. Ambos llamados a la santidad como hijos de Dios. La santidad y la identidad son parámetros de las vidas de ambos jóvenes, que en medio de los conflictos de las épocas de cada uno, los llevaron a poner su vida en juego en la búsqueda de poder realizarse plenamente según sus ideales.

Nos preguntamos hoy en día, que puede significar ese ideal cristiano, definido como santidad, frente a ese ideal cultural que se define como “identidad”. Estamos ciertos que no son contradictorios, porque el Dios de la Vida es uno solo. Para muchos cristianos continúa siendo difícil comprender las razones por las que un pueblo se levanta reclamando los derechos de su familia y de su tierra ancestral. La raíz de este conflicto es que el pueblo mapuche fue históricamente empujado a la miseria mediante el despojo y la opresión, negándoseles su dignidad, a pesar de existir como pueblo antes de que naciéramos como país.

La justicia no se construye sin la memoria. Así como Cristo resucitado muestra sus llagas, las heridas de este pueblo reclaman un sincero esfuerzo de por construir una paz verdadera, que sea fruto de la justicia. Es tarea de todos nosotros, al orar este domingo por los pueblos indígenas, comprometer nuestras fuerzas en la reconciliación. Eso significa informarnos adecuadamente, acercarnos respetuosamente y perdonarnos humildemente, para poder establecer una nueva relación con los pueblos indígenas.

El reconocimiento de sus derechos no puede quedar en las declaraciones. Necesita ser llevado a la vida diaria. Los cristianos entendemos este llamado a la oración por los pueblos indígenas, desde el horizonte del Reino de Dios, cuya justicia debemos buscar como principal tarea. Santidad con identidad, es la búsqueda de la justicia, desde la realidad histórica de cada pueblo, guiados por la Palabra y la vida de Jesús. Pidámosle a Dios que podamos aprender de Ceferino el amor decidido a la familia, a la tierra, y en una entrega generosa y alegre a todos los hermanos, contribuyamos a la reconciliación y comunión con los pueblos indígenas.-

fernandosvd@iglesia.cl