Más sobre Pueblos Originarios

Breve descripción cualitativa y cuantitativa de los Pueblos Originarios en Chile

Datos por zona geográfica.

La población indígena de Chile representa, cerca del 8 o 9% de la población nacional que llega a poco más de 15 millones de habitantes. En el país existen ocho pueblos originarios formalmente reconocidos: Aymara, Quechua, Atacameño y Colla en la zona norte, Mapuche en la zona centro sur, Yámana y Alacalufe en la zona sur, y Rapa Nui en la zona insular. Ha surgido en el norte la voz de un grupo descendiente de Diaguitas que también reclama su lugar. La mayor parte de la población indígena se encuentra, hoy en día, establecida en áreas urbanas, especialmente en la ciudad capital, Santiago. La extensión y diversidad del territorio nacional influye en la configuración de una gran diversidad cultural, religiosa y política de los diferentes pueblos originarios. Para una mejor comprensión de este informe, presentamos un panorama sintético de la realidad indígena del país.

En el norte del país se ubican los pueblos AYMARA, QUECHUA, ATACAMEÑO y COLLA. Son pueblos que se identifican básicamente con la cultura andina. Participan de la religiosidad cristiana, ligada fundamentalmente a santuarios y sus respectivas fiestas patronales, junto con las celebraciones rituales propias de sus tradiciones indígenas. Sus manifestaciones principales son los carnavales, la fiesta del año nuevo solar, la siembra y la limpia de canales, además de una serie de ritos propios de la vida cotidiana. En las comunidades altiplánicas se está produciendo un fuerte proceso migratorio hacia las ciudades convirtiendo las comunidades indígenas en poblaciones de adultos mayores. Los jóvenes migran buscando oportunidades de estudio y trabajo. En las ciudades, especialmente la ciudad de Iquique, se produce un proceso casi violento de aculturación que enfrenta a jóvenes que valoran su cultura con jóvenes que quieren olvidarla.

En la zona central se ubica la mayor parte de la población de INDIGENAS URBANOS de los diversos pueblos originarios. Siendo Santiago la ciudad de mayor concentración de población del país es también la ciudad que concentra la mayor población indígena. Junto a Santiago, hay que mencionar otros centros urbanos importantes que concentran un gran número de población indígena urbana: Valparaíso, Concepción y Temuco. En estos centros urbanos se han producido importantes procesos de recuperación identitaria y de asociatividad indígena; se han rescatado algunas manifestaciones culturales y se ha producido un fructífero intercambio entre la población indígena urbana y sus propias familias y comunidades de origen. Un ejemplo mapuche es la recuperación de las festividades del We Tripantu o año nuevo que cobró especial vitalidad entre los mapuches urbanos e influenció su recuperación por parte de las comunidades rurales. Existen estudios que han mostrado un notable flujo de bienes materiales y espirituales entre los familiares ubicados en el campo y la ciudad. Si bien es cierto que mucho indígenas se aculturizan, muchos otros mantienen vínculos permanentes con sus comunidades de origen, participan activamente de las grandes celebraciones rituales, llevan a sus hijos a “beber” de la sabiduría de los mayores mientras que aportan bienes de consumo propio de la ciudad.

En el centro sur del país se ubica la mayor población MAPUCHE, con sus diferentes sub-identificaciones territoriales: Lavkenche, Pewenche, Nagche, Wenteche y Williche. Hoy en día están desarrollándose sub-identidades de carácter territorial que rescatan la antigua organización autónoma y otorga una importante vía de ejercicios político indígena desvinculado de los partidos tradicionales. A través de estas identidades territoriales se está buscando articular intereses comunes construyendo canales políticos autónomos a sus demandas sociales, económicas y culturales. Los aspectos más característicos de la realidad mapuche del sur son el uso de su lengua y la celebración de los ritos tradicionales. Mantienen una fuerte presencia territorial a través de la mantención de sus asentamientos rurales aunque existe un alto porcentaje viviendo en centros urbanos debido a la escasez de tierras y la migración campo/ciudad. Hoy participan cada vez más decididamente en la gestión administrativa y política de su región y a todos los une la demanda por la recuperación y ampliación de sus tierras y la mayor participación en la toma de decisiones en los mismos territorios tradicionales.

En el sur del país se encuentran pequeños grupos descendientes de los pueblos YAMANA y ALACALUFE, dispersos y mezclados con otras poblaciones mestizas. El pueblo Ona, antiguo habitante del extremo sur, desapareció durante el siglo XX.

Por último, en la zona insular de Chile, específicamente en Isla de Pascua, se encuentra el pueblo RAPA NUI. Es un caso especial, en el sentido de que son de cultura polinesia, y por su aislamiento del continente, no tienen mayores vínculos con los otros pueblos indígenas. Mantienen su lengua y sus costumbres y fiestas tradicionales. En su mayoría se declaran católicos, aunque ya cuentan con iglesias o asambleas de diversas confesiones. Su migración al continente es significativa, a causa de las escasas posibilidades de trabajo y educación existentes en la isla. También mantienen una clara demanda por la recuperación del control de la tierra y de la gestión en el territorio ancestral. Actualmente se encuentran reducidos a un asentamiento de carácter urbano, que es ajeno al asentamiento tradicional.


Datos a nivel nacional.

Según los datos del último Censo Nacional del año 2002, en Chile viven 692.192 indígenas, siendo la población Mapuche la más grande de todas con 604.349 personas (87,3%). Sin embargo, existe una grave dificultad con estas cifras pues en este censo, el mundo indígena sólo fue considerado de 14 años hacia arriba. Con estas cifras en Chile los indígenas serían sólo el 4.6% total. Pero en nuestro país el 60% de la población es menor de 29 años y de éste total, la mayor parte es menor de 15 años. Este porcentaje fue excluido del mundo indígena. De hecho, el análisis de los datos muestra que el grupo indígena más grande es el que va de los 10 a los 15 años, y el segundo grupo más grande se ubica entre los 05 y los 09 años de edad. Todos ellos fueron excluidos del número total de población indígena. Por lo tanto, se puede suponer que la población indígena equivale a un millón de habitantes aproximadamente.

La mayor parte de la población indígena vive hoy día en las ciudades: 64,8% es urbano. Sin embargo, el porcentaje de población rural sigue siendo más elevado en el mundo indígena que en la población no indígena. De las cinco regiones con mayor población indígena, tres corresponden al territorio mapuche, una es la región metropolitana y la quinta es la región nortina de Iquique de predominante cultura Aymara y Atacameña. Esto concuerda con las cifras de población indígena del país. Las regiones con mayor población mapuche son a la vez las regiones con índices migratorios negativos, es decir, expulsan más gente que la que reciben. En cambio, la región metropolitana, es la región que más indígenas recibe como migrantes y que más expulsa, a su vez, a los no mapuches. Aquí hay un dato claro sobre la migración inversa de la mano de obra calificada y no calificada.

De los datos censales y desde la práctica pastoral, aparece cada vez más claro que Chile se está convirtiendo en un país religiosamente más plural. Si bien una mayoría indígena se declara católica (256.753), un total de 125.914 se declara evangélico. Este porcentaje es bastante mayor que el porcentaje nacional. Tanto en el norte como en el sur se aprecia un crecimiento de la práctica indígena evangélica. Además, muchos indígenas dicen pertenecer a otra religión (14.329), refiriéndose probablemente a la religión propia de sus antepasados. Y por último hay una población no pequeña (38.345), que se declara sin religión, ateos o agnósticos.

En cuanto a la educación, la brecha de alfabetización entre la población no indígena y la población indígena ha tendido a estrecharse. Sin embargo, la educación media parece constituirse en un barrera para los indígenas. El promedio de indígenas que acceden a la educación superior corresponde a la mitad del porcentaje de población no indígena que sí accede a estudios superiores. De 100 chilenos 16 van a la universidad. De 100 indígenas sólo 7 van a la universidad.

Los beneficios del crecimiento económico de Chile no han llegado a los indígenas. Las regiones donde viven los indígenas corresponden a las más pobres del país, situación que se repite en el análisis de las municipalidades. Incluso en Santiago, donde hay más indígenas es en los sectores más pobres de la ciudad. Por otra parte, el gobierno ha pretendido enfrentar la solución de las demandas indígenas desde perspectivas meramente sociales y de carácter desarrollistas, animando el posicionamiento de grandes proyectos de inversión en territorio indígena generando aún mayores resistencias, conflictos y dificultades. Estos proyectos están amenazando el territorio y los recursos territoriales indígenas como el agua, la tierra misma y los minerales (centrales hidroeléctricas, plantación forestal, expansión minera).

Desde el gobierno se tendió a criminalizar toda la demanda social y política indígena, especialmente la demanda mapuche que, en ciertos casos aislados, ha incluido el uso de la violencia; violencia nunca ejercida contra personas sino contra recursos forestales (plantaciones y camiones madereros). Todos los analistas muestran que la violencia que el Estado ha ejercido sobre los mapuches es infinitamente superior a la violencia ejercida por los mapuches. Los obispos de Chile hablaron claramente sobre esta situación. La criminalización llevó al Estado a solicitar la aplicación de la ley antiterrorista, situación que ha traído graves consecuencias, serias condenas internacionales y una tardía retractación del mismo Estado que ahora se ve obligado a crear leyes especiales para liberar a quienes fueron juzgados bajo dicha ley.

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