Mi historia como mamá

Mi historia comienza el 12 de agosto de 1988, día en que nos casamos con Rodrigo, llenos de ilusiones, sueños y anhelos  como cualquier pareja  que inicia una vida juntos. No recuerdo cuántos hijos planeábamos, pero sí habíamos acordado que aunque pudiéramos tener hijos biológicos adoptaríamos un niño o una niña para poder “darle una familia” a quien no podía tenerla.

En diciembre de ese año, recibimos la maravillosa noticia de que estábamos embarazados, fue una gran alegría, ya soñábamos y nos proyectábamos. ¡Todo iba de maravilla! Hasta que en el control médico de las 8 semanas se detecta que no hay latidos cardiacos ni desarrollo embrionario… fue un gran dolor.

Pasó el tiempo y durante nuestros 3 primeros años de matrimonio  nos costó lograr un embarazo y los 3 que tuvimos terminaron en abortos espontáneos.

Con el paso de los años  se me hacía muy difícil el tema, nuestros amigos comenzaban a tener sus hijos y nos preguntaban “y ustedes cuándo”, y nosotros tratando de evitar las respuestas, y con evasivas finalmente respondíamos que aún no queríamos ser padres y así evitar mayores explicaciones.

Es así como  lo que había sido una posibilidad, se estaba convirtiendo en una opción en nuestras vidas: el convertirnos en padres a través  de la adopción. Como habíamos conversado el tema durante nuestro noviazgo, tomar la decisión fue un proceso un poco más sencillo que lo que es para la mayoría de las parejas.  Pero a pesar de ello, comenzaron a aparecer muchas preguntas, como qué pasaría si era enfermo, que pensaría la gente si no se parecía a nosotros, como lo recibiría nuestras familias, etc. Y muchísimas preguntas más.

En ese periodo, Dios puso en nuestro camino a Patricio y María Elena, él pediatra y ella parvularia que tenían 2 hijos adoptivos,  quienes con gran generosidad nos contaron su experiencia,  sin restricciones  y con toda sinceridad contestaron todas y cada una de nuestras preguntas, además  de acompañarnos  en el tiempo de espera.

Casi a los 4 años de matrimonio llega nuestro primer hijo, Sebastián, un gordo precioso y alegre, un año después llega Lorena, una linda niña de ojos verdes, y  casi 3 años más tarde llega Felipe, en un embarazo con muchas dificultades, pero que a pesar de todo llega a un feliz término.

Actualmente mis 3 maravillosos hijos tienen 24, 23 y 19 años todos estudiando sus carreras profesionales y unidos por algo que los apasiona, la música.

Ahora al mirar para atrás, no cambiaría absolutamente nada, Dios me envió el regalo de la maternidad a través del corazón, y con esto  Dios nos da la mayor lección de vida, nosotros que queríamos “darle una familia a un niño”, mis hijos  nos completan y nos dan una familia a nosotros.           

Dios nos regala el dar vida a través de la adopción. La maternidad  no se limita a  un embarazo, es entrega y  amor incondicional.

Tatiana