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1. SEGUIMIENTO DE JESUCRISTO

 

1.2. LA LITURGIA. LOS SACRAMENTOS

 
DESAFÍOS
 
La reforma litúrgica realizada por el Concilio Vaticano II, ha sido de gran importancia para la vida de la Iglesia. Pero esta reforma necesita dar un paso importante: llegar a la renovación litúrgica, es decir, requiere el cambio interior de las personas que las haga asumir vitalmente el sentido litúrgico. En nuestra arquidiócesis necesitamos entonces enfrentar los siguientes desafíos:
 
* Urge una formación litúrgica, doctrinal, espiritual y pastoral en todo el pueblo de Dios: laicos, presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas y demás personas consagradas.
 
* Como resultados, quisiéramos pasar:
 
a. De una Liturgia relativamente formal, individualista y rubricista, a una celebración gozosa del Misterio Pascual de Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, que, junto a sus miembros, alaba y se ofrece al Padre.
 
b. De una liturgia vista más en el nivel de celebración estéticamente bella y externamente viva, al nivel de la espiritualidad litúrgica, caracterizada ante todo por estar centrada en Dios, por su inspiración bíblica y por su profundo espíritu comunitario o eclesial, es decir, de caridad.
 
* Otro desafío consiste en que nuestras celebraciones litúrgicas sean cercanas, acogedoras, participativas, y que respondan, en verdad, a las necesidades particulares de cada asamblea, de modo que sean vehículo de la acción redentora de Jesucristo.
 
* Percibimos además la necesidad de una mayor adaptación e inculturación de la Liturgia a las diversas realidades de nuestra arquidiócesis.
 
* En cuanto a la preparación y celebración de los Sacramentos, tenemos que actuar más de acuerdo con los criterios unificados existentes, lo cual no significa que deba existir uniformidad, sino aplicación del espíritu de las normas vigentes.
 
 
ILUMINACIÓN DOCTRINAL
 
La Liturgia es el núcleo central de la vida de la Iglesia, la cumbre de toda su actividad y la fuente de donde mana toda su fuerza (Cfr. Sacrosanctum Concilium. 10). La razón de esta centralidad está en que por medio de ella se ejerce la obra de nuestra redención (Sacrosanctum Concilium. 2). "Toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" (Sacrosanctum Concilium. 7).
 
"La Sagrada Liturgia debe ser siempre el centro de la vida de la Iglesia, y ninguna otra acción pastoral, por urgente e importante que aparezca, puede desplazar a la Liturgia de su lugar central" (Juan Pablo II, Visita ad Límina, Marzo 1989, 3).
 
La Liturgia no puede ser algo separado o paralelo a la vida (Cfr. 1 Pe 1, 15). "Las formas de celebración litúrgica deben ser aptas para expresar el misterio que se celebra y, a la vez, claras e inteligibles para los hombre y mujeres" (Cfr. Juan Pablo II, Discurso a la Unesco 2. 6 80,6).
 
La verdadera formación litúrgica es la que introduce en la espiritualidad de la Iglesia, que, impregnada del sentido bíblico, está profundamente centrada en Dios, es cristocéntrica y comunitaria, de modo que alimenta con vigor la vida en la caridad.
 
Las diversas realidades de nuestra arquidiócesis, nos deben impulsar a &laqno;promover una inculturación de la Liturgia, acogiendo con aprecio los símbolos, ritos y expresiones religiosas compatibles con el claro sentido de la fe, manteniendo el valor de los simbolos universales y en armonía con la disciplina general de la Iglesia" (Santo Domingo, Nº 248).
 
La falta de inculturación de la Liturgia "hace que las celebraciones sean aún para muchos algo ritualista y privado, que no los hace conscientes de la presencia transformadora de Cristo y de su Espíritu ni se traduce en un compromiso solidario para la transformación del mundo" (Santo Domingo Nº 43)
 
ORIENTACIONES PASTORALES
 
Prioridades
 
106. -1- Siendo la Liturgia fuente y cumbre de toda la actividad de la Iglesia, realidad viva en donde se actualiza la obra de nuestra redención, consideramos muy necesario impulsar en todas las comunidades católicas de la arquidiócesis una Liturgia renovada en la cual se tengan muy en cuenta las siguientes prioridades:
 
a. Continuar con fuerza la renovación litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II, explicitada para nosotros por el magisterio latinoamericano en Medellín, Puebla, Santo Domingo
.
b. Acentuar permanentemente el carácter celebrativo de la Liturgia haciendo hincapié en la alabanza y el agradecimiento a Dios.
 
c. Fomentar la inculturación como un criterio litúrgico fundamental;
 
d. Lograr que la Liturgia, en cuanto espiritualidad, constituya para cada uno el sólido fundamento de la vida cristiana.
 
Dimensión cultural y evangelizadora
 
107. -2- En nuestras celebraciones, debemos tener muy presente que la finalidad intrínseca y directa de la Liturgia, acción de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es rendir culto al Padre por Cristo en el Espíritu. Pero, al proclamar la fe, la hace vivencia y asume la realidad de la vida concreta de los participantes, de modo que, al mismo tiempo, tiene un fuerte carácter evangelizador.
Asamblea y participación
 
108. -3- En toda acción litúrgica deben destacarse claramente tanto los signos y símbolos propios del misterio que se celebra como los del pueblo que lo celebra, para una mejor participación de todos. Esa mejor participación debe expresarse en orar con más fe, en alabar a Dios más de corazón y en ofrecerse a El más sinceramente con un compromiso intenso en el seguimiento de Cristo.
 
109. -4- Las celebraciones litúrgicas deben ser debidamente preparadas para que el pueblo fiel entre en el Misterio y celebre el paso del Señor por sus vidas, teniendo una actitud cuidadosa, flexible y creativa para adecuar y respetar los signos, objetos y lugares de culto. Se ha de cuidar la belleza, dignidad y noble sencillez de cada celebración, evitando tanto lo pomposo como lo vulgar, así como el orden, sobriedad y limpieza de las iglesias y capillas, las cuales deben estar debidamente dispuestas para una liturgia renovada e inculturada.
 
110. -5- La Asamblea de los fieles ha de sentirse acogida y llamada a participar activa y conscientemente. Conviene ampliar los espacios y modos de participación viva durante las celebraciones, de tal manera que la asamblea, dentro de las normas, asumidas según un genuino y autorizado sentido litúrgico, pueda compartir la Palabra y la oración y pueda expresarse litúrgicamente a través de diversas formas y signos.
 
Adaptación-inculturación
 
111. -6- Cada persona debe orar como ella es. Por otra parte, la oración litúrgica es esencialmente comunitaria y eclesial. Estos dos principios han de ser tenidos en cuenta en una sana adaptación e inculturación de la liturgia. Debido a la variedad de culturas y sub-culturas existentes en nuestra arquidiócesis, es necesario iniciar un proceso de adaptación e inculturación, teniendo presentes el sentir del pueblo y las propuestas de los expertos. Esto llevará a una mayor riqueza de expresiones litúrgicas, a una experiencia más profunda del Misterio Pascual que se celebra y a una participación más consciente y activa de los fieles.
 
112. -7- Quien preside una celebración, especialmente en las transmisiones por los Medios de Comunicación Social, debe ser modelo de oración, de acogida y de presidencia litúrgica.
 
113. -8- Se deben buscar y proponer medios que susciten el interés y una mejor participación en la liturgia, especialmente de los jóvenes, del mundo popular, de personas discapacitadas, favoreciendo el clima religioso y celebrativo. Entre esos medios pueden mencionarse aclamaciones y eventualmente plegarias eucarísticas especiales, en comunión con la Conferencia Episcopal y con la aprobación de la Santa Sede, cuando el caso lo requiera.
 
114. -9- Es necesario promover más las Misas con niños, jóvenes y ancianos, teniendo presentes las características propias de cada grupo. Tales celebraciones de grupos no deben realizarse en asambleas cerradas o excluyentes, sino que deben estar abiertas a los demás sectores de la comunidad, a quienes es incluso oportuno invitar.
 
115. -10- Se ha de promover una mutua fecundación entre Liturgia y Religiosidad Popular.
 
Actitud de acogida
 
116. -11- Es importante que los presbíteros y demás responsables de la Liturgia tengan una actitud de cercanía y acogida hacia los fieles que participan en las celebraciones, de tal modo que transparenten la imagen de Cristo servidor, alegre y acogedor. Esto hay que tenerlo en cuenta especialmente en liturgias con los jóvenes.
 
117. -12- Dado el valor del sacramento de la Reconciliación, los presbíteros deben estar disponibles para que los fieles puedan acceder a él.
 
Creatividad
 
118. -13- Es necesario favorecer y educar la creatividad litúrgica para que cada momento importante en la vida de las personas, familias y comunidades sea festejado cristianamente con algún sacramento (Bautismo, Eucaristía, Confirmación, Matrimonio, Unción de los enfermos) o con alguna celebración de la Palabra. En esta línea, conviene difundir en distintos ambientes celebraciones bien logradas.
 
El Domingo
 
119. -14- Dadas las características de nuestra actual sociedad, es fundamental recuperar y valorizar el Domingo, desde su teología hasta su carácter celebrativo, insistiendo en el sentido comunitario, en la escucha de la Palabra, en la participación eucarística y en el descanso, de manera que tenga una profunda resonancia en la fe y en la vida de los fieles. (Cfr. Revalorizar el Domingo. Carta Pastoral del Arzobispo de Santiago. 28 de Agosto de 1994).
 
120. -15- La revalorización del Domingo pasa por el descubrimiento de su riqueza teológica y humana (Cfr. Sacrosantum Concilium. 106) . Por eso es necesario esforzarse por presentarlo con esa luz a los fieles participantes y, en la medida en que se pueda, también a los &laqno;no practicantes», lo cual puede hacerse por medio de la hoja EL DOMINGO, por otros escritos, por mensajes a través de los Medios de Comunicación Social y especialmente a través de quienes participan en la asamblea dominical. Ha de tenerse en cuenta de modo particular el contenido de nuestra Carta Pastoral Revalorizar el Domingo, del 28 de Agosto de 1994.
 
La Homilía
 
121. -16- La homilía constituye uno de los elementos determinantes para lograr la fusión entre fe y vida.
 
122. -17- La homilía ha de ser muy bien preparada. A partir de los textos bíblicos, debe iluminar la vida real e introducir al misterio sacramental. Por eso mismo debe constituir una invitación a la comunidad celebrante a ejercer el rol profético, sacerdotal y real de todo bautizado mediante un lenguaje claro, pedagógico y directo.
 
123. -18- La esmerada preparación de la homilía -ojalá realizada en equipo- hará que sea un anuncio eficaz de auténtica inspiración evangélica. Una buena homilía debe presentar al Señor en forma atrayente, sencilla, cercana, motivadora y alegre. Ha de expresar el enlace histórico del Evangelio entre el ayer y el hoy, acentuando la vinculación de los acontecimientos de la vida diaria con Dios. Debe ser una Palabra viva que se dirige hoy a cada persona en sus diferentes circunstancias, medios y etapas de la vida e introducir al misterio sacramental que sigue. De esta manera adquiere las dimensiones bíblica, antropológica y mistérica. Ha de ser breve, y conviene que incorpore -cuando sea posible y oportuno- intervenciones de la comunidad.
 
Unidad de criterios y coordinación
 
124. -19- Siendo la Liturgia lugar central en la vida de la Iglesia, se ha de otorgar primordial importancia a la pastoral litúrgica. Es necesario unificar criterios respecto a las celebraciones litúrgicas y a la preparación de los Sacramentos, teniendo en cuenta las diversas realidades que existen en la arquidiócesis. En todo caso, es necesario observar lo que para cada celebración se establece en el Directorio de Pastoral Sacramental de la Arquidiócesis.
 
125. -20- Aunque es deseable la celebración comunitaria del Sacramento del Bautismo, se cuidará que no sea masiva para no desvirtuar la importancia de la celebración.
 
126. -21- La Primera Comunión ha de celebrarse con sencillez y dignidad, destacando la vinculación entre los Sacramentos de la Iniciación Cristiana: Bautismo, Eucaristía y Confirmación.
 
127. -22- Pedagógicamente hay que llegar al ideal de la comunión bajo ambas especies, en cuanto sea posible.
 
128. -23- Ha de promoverse la participación de los laicos en los diversos servicios y ministerios litúrgicos, cuidando que sean facultados para un ministerio personas aptas, especialmente como ministros extraordinarios de la comunión y del bautismo, así como testigos calificados del matrimonio.
 
129. -24- La pastoral litúrgica debe tener en cuenta la creación de Equipos que animen las celebraciones y la vida litúrgica en parroquias, colegios y comunidades. En los distintos niveles han de ser formados laicos (hombres y mujeres) para animar y acompañar litúrgicamente diversas situaciones de la vida, tales como aniversarios, nacimientos, responsos, entierros, etc. Estas personas deben realizar una renovación periódica para continuar en el respectivo servicio.
 
130. -25- La música y el canto litúrgicos deben responder al sentido de la celebración y a las realidades culturales de los fieles. Se debe buscar la participación y la unidad en la interpretación musical de cada canto.
 
131. -26- Es deseable que el Departamento de Liturgia de nuestra arquidiócesis prepare un cantoral adecuado a las celebraciones, ofreciendo variedad de cantos de acuerdo a los distintos destinatarios.
 
132. -27- Conviene que las celebraciones civiles tales como el día de la madre, del padre, del niño, etc., se tomen en cuenta en la Liturgia como conexión de ésta con la vida, iluminándolas con el misterio que se celebra. Pero ha de evitarse centrar en ellas la celebración. En estas ocasiones hay que fomentar la sencillez cristiana, que no es compatible con el consumismo.
 
133. -28- También ayuda a la evangelización de la cultura el que se ofrezcan celebraciones litúrgicas no eucarísticas para familias, grupos, lugares de trabajo y diversión, etc., en las diversas situaciones de la vida y según los distintos tiempos litúrgicos, para incentivar el sentido de celebración y de fiesta, de manera que conduzcan progresiva y pedagógicamente a despertar una mayor comprensión y valoración de la Eucaristía como centro y cumbre de la vida cristiana.
 
Formación litúrgica
 
134. -29- La formación litúrgica en nuestra arquidiócesis en todos los niveles es imperiosa y urgente de cara a la nueva evangelización. Particularmente la del clero que, por la situación histórica en que se encontraba la Liturgia como asignatura y como práctica, afectada por un excesivo rubricismo, recibió, en general, una formación litúrgica empobrecida.
 
135. -30- La formación litúrgica es fundamental para todo el pueblo de Dios, y de modo particular para quienes se preparan al ministerio o a la docencia en los Seminarios, Universidades Católicas, Institutos y Casas de formación. En estos centros, junto a una sólida formación doctrinal, ha de ponerse un acento mayor en la pastoral práctica y en la creatividad celebrativa, de acuerdo con las diferentes realidades sociales y eclesiales. Es particularmente importante y pide especial preocupación la formación litúrgica de los laicos responsables de las celebraciones: equipos de liturgia, coro, lectores, etc.
 
136. -31- El Departamento de Liturgia debe preocuparse de que los presbíteros renueven su formación litúrgica para la propia vida y para el servicio de los fieles. Esto pide proceder con criterio pedagógico. En tal renovación ténganse también en cuenta los criterios del Directorio para las Misas con niños y para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero. Esta última designación es poco sugerente y podría pensarse en sustituirla por otra. Sin embargo, es la oficial y no es pertinente que una diócesis la cambie por sí misma. Se presentará el tema a la Conferencia Episcopal.
 
137. -32- A partir de las normas generales, se deben promover en parroquias, decanatos, colegios, movimientos y demás comunidades cristianas de nuestra arquidiócesis, cursos y talleres de formación litúrgica, acentuando el espíritu de asamblea, el sentido festivo, la participación activa, la unión entre fe, celebración y vida y la dimensión contemplativa de la Liturgia.
 
138. -33- Las orientaciones y prescripciones del Concilio Vaticano II y de las Conferencias Latinoamericanas acerca de la Liturgia, exigen que los Centros de formación revisen sus programas y su curriculum teológico, de tal manera que la Liturgia tenga mayor incidencia en la formación que se ofrece. En el interior de los Institutos de formación es necesario promover celebraciones litúrgicas periódicas que favorezcan el proceso de maduración en la fe y aporten al alumno participante una rica experiencia espiritual pedagógica y práctica.
 
139. -34- Es conveniente promover textos y folletos actualizados para una mejor formación litúrgica y sacramental. También es necesario editar materiales litúrgicos con las fiestas propias de Chile: Virgen del Carmen, Teresa de los Andes, Padre Hurtado, Laura Vicuña; para el Mes de María y para los Santuarios en general. Igualmente puede ser oportuno ofrecer elementos de la Liturgia de las Horas y oraciones de la Misa.
 
DISPOSICIONES
 
140. -1- El Departamento de Liturgia de la arquidiócesis, junto con profesores de esta materia, estudie y presénteme, antes del comienzo del curso próximo, un plan mínimo de estudio y formación litúrgica para los Centros de Formación pertenecientes a la arquidiócesis.
 
141. -2- El Vicario General de Pastoral de la arquidiócesis, con la colaboración del Departamento de Liturgia, establezca un plan de actualización litúrgica para el clero de la arquidiócesis y prevea la forma en que todos los responsables de parroquias u otras comunidades actualicen su formación litúrgica.
 
142. -3- Los Vicarios de las respectivas Zonas, prevean en la planificación de las reuniones mensuales del clero el desarrollo de sesiones dedicadas a la renovación litúrgica, de modo particular durante el año 1998.
 
143. -4- En las parroquias en las cuales no existe una Comisión de Liturgia, prevéase su establecimiento, después de un tiempo para la necesaria formación de quienes han de constituirla. Para ello, los responsables tomen contacto con el Departamento de Liturgia.
 
144. -5- En las parroquias u otras comunidades en las que no se celebran habitualmente Misas con Niños, celébrese al menos una vez al mes la Eucaristía dominical según lo previsto en el Directorio para las Misas con Niños de la Congregación para el Culto Divino, Capítulo II: Misas con adultos en las que participan también los niños.
En forma similar, téngase en cuenta la presencia de los jóvenes y, con la ayuda de alguna persona competente, dése un carácter más concorde con su mentalidad a alguna de las Misas dominicales, si no es posible u oportuno dar habitualmente a la celebración el carácter propio de los jóvenes.
 
145. -6- Procúrese que en el uso de los medios de comunicación social, especialmente en la televisión, se cuide de presentar la pluralidad de expresiones que permiten las normas sobre la Liturgia, en lo posible en las diversas comunidades de Iglesia, haciéndola así más viva, de manera que el pueblo cristiano se sienta parte de ella y que sea motivadora también para otras personas.
 
146. -7- Reitérase a todos los respectivos responsables que la celebración de los sacramentos es gratuita, debiéndose evitar cuidadosamente todo tipo de comercio con ellos y aun la imagen de que ocurre tal situación. Los sacramentos jamás han de ser negados por razones económicas. No obstante, la Curia Arzobispal determinará criterios para establecer los casos en los cuales podrá pedirse una retribución de los gastos que irroguen dichos servicios.
 
147. -8- Encomiéndase al Vicario General de Pastoral fortalecer el Departamento de Liturgia de la arquidiócesis, de manera que, además de las tareas que ya realiza, se preocupe de recopilar material (cantos, cantorales, cassettes, folletos, textos, etc.), sugerir métodos y experiencias nuevas y elaborar material adaptado a las diversas realidades de la arquidiócesis.
 
 
148. -9- Las Comisiones o Departamentos de Liturgia, tanto en el ámbito arquidiocesano como en otros niveles de organización pastoral, deben estar formadas por personas que, en lo posible, sean representativas de las diversas realidades culturales y eclesiales existentes en los respectivos lugares, con el fin que ayuden a expresar litúrgicamente la vida de la comunidad.
 
149. -10- Dada la estrecha relación entre Catequesis y Liturgia, disponemos que el Instituto de Catequesis y el Departamento de Liturgia actúen con una mayor coordinación entre sí.
 
PROPOSICIONES
 
150. -1- La celebración es uno de los tres aspectos básicos del cristianismo, en el que, desde la iniciación catecumenal, se integran fe, celebración y vida. Y todos debemos tomar conciencia de que lo relativo a la celebración ha sido el aspecto más débil en la formación cristiana en general y del clero en particular. De ahí que, entre las numerosas actividades que reclaman nuestra atención, ésta deba contar con la debida prioridad..
 
151. -2- Téngase muy presente que la Liturgia queda mutilada mientras no se llega a penetrar y vivir su espiritualidad, que es esencialmente sentido de comunión, sentido de caridad.
 
152. -3- La participación de todos los fieles en la liturgia, a la cual tienen derecho y deber en virtud del sacerdocio bautismal (Cf S.C. 14), debe entrar en la conciencia tanto de los pastores como de todos los fieles. Y esa participación, para ser adecuada, exige la espiritualidad que acabamos de señalar.
 
153. -4- La inculturación o adaptación es necesaria, pero no es fácil introducir nuevas formas de celebrar, pues el entusiasmo y la buena voluntad no siempre tienen el respaldo de la adecuada preparación. Sin embargo, es posible, dentro de los márgenes que señalan las normas de la Iglesia, dar vida, ser creativos, adecuar mejor la celebración a la asamblea concreta.
 
154. -5- La actitud de acogida es un modo práctico de ejercitar la espiritualidad litúrgica y de hacer vida un aspecto muy reiterado en este Sínodo: mostrar a la Iglesia como Madre misericordiosa. Misericordiosa con todos: con los cercanos, con los vacilantes y con los alejados.
 
155. -6- Quede en claro a todos los presbíteros y diáconos que nunca se excederán en cuidar que la Homilía sea valiosa, sin que por eso deban ponerla prácticamente por encima de la Palabra de Dios, pues está a su servicio, ni de la Plegaria eucarística o de la comunión sacramental.
 
156. -7- La unidad de criterios no puede ser pensada como uniformidad de pensamiento, campo en el que son inevitables y legítimas las diferencias. Pero sí como unidad en la comunión de sentimiento, de voluntad y de acción con quienes tienen la misión de presidir la comunidad arquidiocesana, de zona, de parroquia, de asamblea.
 
157. -8- La escasa participación en la asamblea dominical es altamente preocupante. Deseo que todos y cada uno busquemos cómo dar un rostro más atractivo a nuestras celebraciones, sin que esto sea a costa de hacerlas superficiales.


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