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2. EN COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN ECLESIAL

 

2.2. RENOVACIÓN DE LOS AGENTES PASTORALES E IMPULSO DE LAS VOCACIONES: SACERDOTALES, DIACONALES, Y DE VIDA CONSAGRADA.

 
DESAFIO
 
348. Constatamos con preocupación que los agentes evangelizadores son insuficientes para responder adecuadamente tanto a las necesidades pastorales de las comunidades cristianas como a los desafíos que nos plantea nuestro mundo actual.
 
349. Se observa también con inquietud una falta de conciencia vocacional, sobre todo para el sacerdocio y la vida religiosa. Toda vocación es un don de Dios. Pero cuando el Señor llama ni la familia, ni las escuelas y colegios presentan la vocación de seguir a Cristo incondicionalmente como una realización personal y un proyecto de vida entusiasmante. Tampoco la sociedad de hoy impulsa a un compromiso de por vida por Jesucristo y su causa. Por otro lado, no existe, muchas veces, conciencia que la vida y compromiso laical es también una vocación.
 
350. El resultado es una preocupante escasez de agentes pastorales. Las comunidades la sienten y la sufren. Por otra parte, no siempre la formación de estos servidores del Evangelio es la más adecuada para responder en profundidad a los desafíos de la nueva Evangelización a la que nos invita Juan Pablo II.
 
ILUMINACIÓN DOCTRINAL
 
351. Partamos de la noción clave de la eclesiología conciliar: la Iglesia como pueblo de Dios, expresada después del Sínodo Extraordinario de los Obispos de 1985, con la noción de comunión, categoría central en la reflexión sinodal y en su comprensión del Concilio. Esto significa que la Iglesia es una comunidad de creyentes en Jesús, fundada en la idéntica dignidad - única e insuperable - de hijos de Dios que todos poseemos por el bautismo. Esta dignidad implica participar como miembros activos de la misión evangelizadora de Jesús que compete a TODA la Iglesia como comunidad, con anterioridad lógica respecto a la diversificación de roles que en ella se dan.
 
352. En el cumplimiento de esta misión de la Iglesia, les cabe a todos sus miembros, sin excepción, participacion y corresponsabilidad, a cada uno según su propia vocación, que es siempre personal, concreta e intransferible: El Espíritu Santo constituye la Iglesia como una comunión orgánica en la diversidad de vocaciones, carismas y ministerios (Vita Consecrata, Nº 31).
 
SINTETICEMOS LO PROPIO DE CADA VOCACIÓN:
 
Obispos:
 
353. Son los sucesores de los Apóstoles y de la misión confiada a ellos por el mismo Cristo (Cfr. Lumen Gentium, 20, 21). Ejercitan la plenitud del Sacramento del Orden Sagrado para desempeñar el oficio de apacentar la Iglesia que les ha sido confiada legítimamente. En comunión con el Santo Padre -sucesor de Pedro- forman el Colegio Episcopal cuya Cabeza es el Romano Pontífice (Lumen Gentium, 22). Su ministerio apostólico es un don inestimable a la Iglesia. Ocupa un lugar específico y estructurante. Función suya es anunciar el Evangelio a todos, santificar a su pueblo, sirviéndolo al estilo del Buen Pastor. Esta tarea incluye el reconocer y autentificar, respetar los carismas de cada uno, coordinarlos y promoverlos.
 
Los Presbíteros:
 
354. Los presbíteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y dependen de los Obispos en el ejercicio de su potestad, están, sin embargo, unidos en el honor del sacerdocio y, en virtud del sacramento del Orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, a imagen de Cristo, sumo y eterno sacerdote (Cfr. Hebr. 5, 1-10; 7, 24; 9, 11-28) para predicar el Evangelio y apacentar a los fieles y para celebrar el culto divino.
 
355. Participan, en el grado propio de su ministerio, del oficio del único mediador, Cristo (Cfr. 1 Tim 2,5) anunciando a todos la divina palabra, pero su oficio sagrado lo ejercen, sobre todo, en el culto eucarístico, donde actúan en persona de Cristo. (Lumen Gentium, 28).
 
356. Son servidores de la Iglesia misterio porque realizan los signos eclesiales y sacramentales de la presencia de Cristo resucitado. Son servidores de la comunión porque, unidos al Obispo y en estrecha relación con el presbiterio, construyen la unidad de la comunidad eclesial en armonía de las diversas vocaciones, carismas y servicios. Por último, son servidores de la Iglesia-misión porque hacen a la comunidad anunciadora y testigo (Cfr. Vita Consecrata, Nº 16).
 
357. El servicio pastoral exige de los presbíteros una capacidad incondicional de entrega que haga de ellos, a ejemplo de Jesucristo, los hombres-para-Dios, que descubren en la voluntad del Padre el criterio distintivo de su vida y los hombres-para-los-demás que no ahorren esfuerzos solidarizándose con sus hermanos y sirviéndolos con esa actitud fundamental de Cristo sacerdote que fue la compasión.
 
Los Diáconos:
 
358. En el grado inferior de la Jerarquía están los diáconos, que reciben la imposición de las manos no en el orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio. Así, confortados con la gracia sacramental, en comunión con el Obispo y su presbiterio, sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad (Lumen Gentium, 29, Cfr. Santo Domingo, 76).
 
La Vida Consagrada:
 
359. Por medio de una consagración especial, algunos cristianos, varones y mujeres, se obligan a los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad, entregándose totalmente al servicio de Dios amándole por encima de todo. De esta manera, quedan destinados al servicio y al honor de Dios por un nuevo título especial.
 
360. Este mismo estado imita más de cerca y representa perennemente en la Iglesia el género de vida que el Hijo de Dios tomó cuando vino a este mundo para hacer la voluntad del Padre y que propuso a los discípulos que le seguían. Finalmente, proclaman de manera especial la superioridad del Reino sobre todo lo creado y sus exigencias radicales (Lumen Gentium, 44). Dan testimonio de la vida nueva y eterna adquirida por la redención de Cristo y anuncian ya la resurrección futura y la gloria del reino de los cielos (ib. 44).
 
361. Misión de la vida consagrada es mantener viva en los bautizados la conciencia de los valores fundamentales del Evangelio, dando un testimonio magnífico y extraordinario de que sin el espíritu de las Bienaventuranzas no se puede transformar este mundo y ofrecerlo a Dios (Vita Consecrata, Nº 33).
 
ORIENTACIONES PASTORALES
 
Evangelización y comunión eclesial
 
362. -1- A partir de lo antes señalado, queremos reafirmar que el anuncio del Evangelio es inseparable del testimonio de la comunión eclesial, don y tarea de todos.
Este anuncio queremos que sea cada día más inculturado, gozoso y de amplia dimensión misionera. Para ello, necesitamos renovar nuestro amor a las fuentes: Palabra de Dios, Tradición, Magisterio, y especialmente el Vaticano II. El anuncio auténtico del evangelio orienta, condiciona y configura la misma vida de sus servidores, haciendo de ellos testigos de la vida fraterna (Hch 4, 32-37).
 
363. -2- Vemos también un llamado a ejercer la autoridad como servicio, ajeno a toda manera impositiva y a detectar con autenticidad y verdad las carencias, dificultades y necesidades del Pueblo de Dios. En este sentido, es necesario que los miembros de la comunidad eclesial participen activa y responsablemente en la elaboración y ejecución de las orientaciones pastorales.
 
Trabajo en equipo
 
364. -3- En la actualidad, la capacidad de trabajar en equipo, con tolerancia y complementariedad, es un gran signo evangelizador. Esto nos invita a mejorar las relaciones y la comunicación entre sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, comunidades y movimientos de pastorales ambientales. Creemos que la preparación de los fututros pastores debe capacitarlos para el trabajo en equipo con laicos, religiosas y diáconos, evitando todo autoritarismo en su manera de hacer pastoral. También se ve oportuno que esta formación esté atenta a la diversidad de situaciones culturales que se dan en la arquidiócesis e incluir algunas herramientas científicas y teológico - espirituales que faciliten un análisis y discernimiento pastoral de esas culturas, lo que permite mejorar su acompañamiento espiritual en el mundo, donde el laico es un actor preferencial.
 
365. -4- Es necesario fortalecer la vida comunitaria de todos los agentes pastorales, sobre todo de los sacerdotes, procurando que den testimonio de solidaridad, participación y comunión con el Pueblo de Dios. Deseamos vivir una actitud más participativa, que permita el discernimiento evangélico en la Iglesia
 
Unidad de criterios pastorales
 
366. -5- De la comunión eclesial surge también la necesidad de buscar una mayor unidad de criterios doctrinales y pastorales, especialmente entre los sacerdotes, respecto de los principios morales que orientan la conducta de los cristianos laicos y respecto de los requisitos para recibir los sacramentos (Cfr. "Directorio de Pastoral Sacramental"). El respeto a un legítimo y razonable pluralismo debe evitar confusiones en el Pueblo de Dios.
 
Formación integral y permanente
 
367. -6- Todos los servidores del evangelio, ya seamos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos/as, consagrados y consagradas, estamos urgidos a iluminar con el mensaje de Cristo y de la Iglesia la vida con sus problemas de orden social, político, ético, sexual, etc. Esta necesidad nos incentiva a una mejor formación integral, es decir, doctrinal y pastoral, humana y espiritual, e inculturada, para responder, en discernimiento y fraternidad, a los desafíos que nos presenta nuestro mundo actual.
 
368. -7- Hoy se exige que esta formación sea permanente y especialmente en el campo espiritual. También se necesita actualizar constantemente la evangelización con cursos de formación adecuados. Tenemos que prepararnos para que exista un mayor equilibrio entre el lenguaje doctrinal y el lenguaje pastoral.
 
369. -8- Hay un fuerte llamado del Espíritu a que todos, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, demás personas consagradas y laicos tengamos una actitud de vida congruente con nuestro estado de bautizados. Que seamos servidores auténticos con plena irradiación de la persona del Señor.
 
DISPOSICIONES
 
370. -1- Propíciese el diálogo como actitud fundamental para relacionarnos en todos los niveles al interior de la Iglesia, destinado a conocernos mejor y a actuar todos en complementariedad según el propio carisma. Esta actitud de diálogo también debe extenderse a los campos ecuménico y cultural, promocionando ocasiones de encuentro que ayuden a la comunión tales como encuentros de oración, actividades misioneras, solidarias, celebraciones.
 
371. -2- Renuévese y mejórese la calidad y tiempo dedicados por los sacerdotes a la celebración de los sacramentos de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos, en los cuales se observan graves deficiencias y que constituyen motivo de alejamiento de muchos cristianos laicos. Despiértese con urgencia un especial celo pastoral en la celebración de estos sacramentos de manera que los sacerdotes manejen muy bien el lenguaje, enfatizando la misericordia y el reencuentro con Dios, por sobre el aspecto de la culpa y el castigo.
 
372. -3- Valórese de modo especial la participación de la religiosa en la pastoral parroquial como un acompañamiento más cercano y como apoyo al laico en su proceso de formación.
 
373. -4- Los Vicarios Episcopales de Zona tengan una preocupación especial por el quehacer pastoral de los ministros consagrados en sus parroquias.
 
374. -5- Intensifíquese la promoción de todas las vocaciones de servicio eclesial y en todos los niveles: en las familias, que tienen un papel protagónico, en los colegios, parroquias, medios de comunicación social, con la oración, literatura vocacional, temas, incorporando a todas las catequesis el discernimiento vocacional, etc. Clarifíquense las diversas vocaciones: sacerdotales, religiosas, consagradas, y diaconales, presentándolas en forma positiva como enamoramiento de Jesús y su causa (Lc 9,23).
 
375. -6- Fortalézcase el Departamento de Pastoral Vocacional, del Arzobispado de Santiago, el que debe ser una instancia de relaciones más expeditas con las parroquias y otros organismos, mejorando así también el intercambio de información sobre la pastoral vocacional. Promuévase la creación de una pastoral vocacional en cada parroquia y colegio y en todos los ámbitos donde sea pertinente, que ayude a la juventud a discernir su llamado en la vida.
 
376. -7- Elabórese un proyecto de Pastoral Vocacional para toda la arquidiócesis, inserto en el proyecto pastoral de la Iglesia de Santiago. Encomiéndase esta tarea al Departamento de Pastoral Vocacional, bajo la coordinación del Vicario General de Pastoral.
 
377. -8- Instrúyese a los agentes pastorales para que dediquen tiempo al acompañamiento espiritual de los jóvenes que manifiestan inquietud vocacional.
 
PROPOSICIONES
 
378. -1- Discernir, junto a los superiores religiosos, sobre la presencia de las distintas comunidades religiosas existentes en la arquidiócesis, para optimizar su distribución, de acuerdo a las necesidades existentes, como a la densidad poblacional, y siempre en consonancia con el carisma propio de cada una de ellas. En este mismo sentido se puede considerar la posibilidad de que los religiosos asuman tareas pastorales y ayuden a los párrocos proyectando su carisma fundacional.
 
379. -2- Que en los Seminarios se enseñe teología de la vida consagrada religiosa y secular. Y que en las Casas e Institutos de los religiosos/as se enseñe tanto teología de la Iglesia Local como las enseñanzas y orientaciones de la Conferencia Episcopal.
 
380. -3- Es de vital importancia revisar y renovar los criterios para ingresar al Seminario y otras casas de formación religiosa. Cuidar que la formación sacerdotal tenga estructura básica común para todos los futuros sacerdotes y que sea personalizada, vivencial, capaz de valorar, profundizar y orientar la afectividad de los agentes pastorales, integràndola con lo intelectual y que sea cercana al pueblo y a sus necesidades concretas y sentidas. Estos criterios deben estar presentes tanto en su período de formación inicial como en la formación permanente.
 
381. -4- Es esencial que los formadores de agentes pastorales contagien su amor por Jesucristo y su causa. Y presenten así la opción por El y su servicio evangelizador en forma vital e inteligentemente atractiva. Esta tarea, sin embargo, incumbe también a toda la Iglesia.
 
382. -5- Que el Seminario Pontificio forme a los futuros sacerdotes incluyendo elementos que les permitan ser asesores de apostolados ambientales y capaces de acompañar a los laicos en el desarrollo de su vocación específica.
 
383. -6- Invitar a los sacerdotes a vivir en comunidades sacerdotales y a compartir con comunidades laicales, para fortalecer su fe, su alegría y su apertura al mundo.


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