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La Tirana y el embrujo de su fiesta

La Virgen de La Tirana es conocida en todo el mundo cristiano. Con su mensaje atravesó los mares y cruzó las montañas.

En países muy lejanos se escucha hablar de leyendas. De un pueblo, donde el desierto florece perdido en la soledad y que a mediados de Julio, con un sol de primavera, se junta para danzar a su reina: “La Tirana”, la Virgen del Desierto.

Y cuenta la gente que baja de la cordillera y sube del mar, y llegan a ver la imagen de la Virgen quedan impactados, encandilados por esos ojos negros que brillarán en sus almas para siempre.

Esa Virgen del desierto que protege al caminante, auxilia a ese que sufre, da luz a los que no ven, que su senda es el camino y su mirada la luz.

Y son esos caminantes que hasta sus plantas se arrastran con la sencillez del humilde y la bondad de quien ama bien. Ella los comprende y con su hábito milagroso calma todas las tristezas y envuelve las amarguras con su manto de amor que cubre toda su tierra.

Llegan todos jubilosos

De todas partes llegan a venerar a La Tirana. De países cercanos y de otros muy lejanos vienen tantos peregrinos que es difícil de contar. Todos con un mismo anhelo, con un solo deseo: honrar a La Tirana, que es su reina espiritual, destacando nítidamente los Bailes Religiosos con sus vestimentas multicolores.

Al arribar al pueblo, al llegar a ese Calvario, comienzo de “La Paz”, cantan con alegría:

“Abránse las calles
dennos el camino
porque ya llegamos
a nuestro destino”

Llegan todos con sus hábitos multicolores tan distintos, pero con un mismo fin: rendirle devoción a la Virgen del Desierto. Así se ve a Promeseros, Gitanos, Cuyacas, Chunchos, Morenos, Pieles Rojas, Chinos y las Diabladas. Contarlos es muy difícil; son más de 172 Bailes que irán a esperar su turno. Cada cual trae su banda, sus danzas, sus bailes y su amor por La Tirana.

Llegan por ese camino que está marcado de cruces. Con bombos y tambores, con carpas y vestidos, con todo lo que traen para honrar a la Reina de sus Cantares.
Subiendo y bajando cuestas. Felices arriban caminando y en buses hacia su fiesta. Cubiertos de polvo, con hambre, sed y fatiga. Pero nadie probará bocado, ni nadie descansará sin saludar a la Virgen.

De rodillas y temblando se acercan a La Tirana. A veces hablando fuerte y otras murmurando. Ante la imagen sagrada, todos se postran orando. Con lágrimas de alegría expresan la dicha inmensa de poder tocar su mando y poder besar sus pies.

Así, esta gente sencilla descubre el cielo entre lágrimas. Sus gargantas se anudan al mirar a su Tirana. Hasta la imagen parece cubrirse con la emoción y los ojos de la Virgen parecen ascuas de fuego que se encienden al sentir que le dicen:

“Cansados llegamos
buscando a María,
por cerros y pampas
con toda alegría” ...


REINA DEL TAMARUGAL

Pampa desierta nortina
ha florecido un rosal,
llegan de todos los lugares
su manda deben pagar.

Cada 16 de julio
sale la reina a pasear
saludando al peregrino
que la viene a venerar.

Viva ya, viva ya,
Reina del tamarugal,
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar.

Triste se queda mi china
debemos de regresar.
Y entre los tamarugales
se ha marchitado un rosal




El pueblo de La Tirana

El pueblo de La Tirana se ubica entre la PAMPA Y EL CIELO, rodeado de tamarugos, de pimientos y de acacias. Es un pueblo pequeñito que brinda hospedaje a todos los que llegan. Casas de adobe o madera, en calles bien delineadas, que terminan mirando la Iglesia. Al soplar el viento y al formarse remolinos, los habitantes cierran bien sus puertas. Por tal motivo, parece que la gente hubiera huído.

Durante once meses del año, el pueblo se ve desolado. Pero cuando llega julio todo cambia y resucita. Como por gracia bendita la Virgen tiende su manto y llegan los peregrinos.
Es el mes en que La Tirana abre sus puertas a todos los visitantes. Como por arte de magia se habitan todas las casas. Se construyen otras nuevas. Se alzan carpas y hospedaje dispuestos de mil maneras. Se instalan cocinerías, donde no se olvida nada; desde el conejo o llama picante hasta la fina albacora ahumada. El olor a sopaipillas, empanadas de horno y carne a la parrilla, penetra en el aire y se aleja.

Un comercio heterogéneo se ubica por todas partes. Se muestran y se vocean ponchos, chalecos, choapinos, estampas, escarapelas, collares de cuentas raras, figuras de porcelana; de yeso, de madera; radios, lápices, quitasoles e impermeables.

Un enjambre multicolor de variados productos que venden bolivianos, peruanos, chilenos y taiwaneses. Así es la Feria popular que rodea a La Tirana.

Con la mente en La Tirana

Todos los promesantes viven con la mente puesta en La Tirana. Especialmente los integrantes de las Hermandades o Sociedades de Bailes, que viven casi todo el año pensando sólo en La Tirana. Las Cofradías tienen sus redes sociales, con sus imágenes y estandartes que cuelgan de las paredes.

Inician los ensayos en el mes de abril para poder así danzar en el mes de julio, ante la imagen de la Virgen.

Llegar al Santuario en buenas condiciones musicales, rítmicas y de vestuario, es el objetivo de los promesantes, y conseguirlo pone muchas horas de reuniones para coordinar el trabajo. Impone la organización de rifas y beneficios que proporcionan fondos necesarios para financiar los cinco días de romería.

Dicen que los promesantes; los que animan Hermandades o Cofradías; los que tocan en las Bandas y animan las Diabladas, que viven en un sortilegio maravilloso. Que comienzan 90 días antes de ir a venerar La Tirana.

Es así, como entre nervios y alegrías, se preparan sin descanso. Cuidan de cada detalle. Pasan noventa noches cantando, danzando, soplando pitos, flautas iqueñas. Son noventa noches soñando con esa aurora de julio que hace salir a la Virgen para recorrer su pueblo y saludar a sus fieles.

En esos tres meses de nervios, se reúnen en tantas partes, en tantas Hermandades ñeque se congregan de noche para bailar, tocar y vivir en esa mística que despierta La Tirana.

El sol y el frío

La estada en La Tirana no es fácil. Agrupados en campamentos de carpas o reunidos en las casas del pueblo, pernoctando en dormitorios colectivos diferenciados sólo por sexos, los peregrinos sufren el sol del desierto y el intenso frío pampino.

Pero cada año, son más y más los que llegan. Viajan centenares de kilómetros. Provienen de Arica, Iquique, Antofagasta, Calama, Santiago, Concepción y tantos otros lugares de Chile, como también de todos los países vecinos.

Bailarín del silencio

Preguntan si soy pagano, idólatra o pecador,
por vestirme de Gitano o Moreno saltador,
me dicen a Dios se llega,
se llegan sin mediador, me dicen
que soy un loco, porque bailo con amor.

HOMBRES:
Si danzo cantando versos,
es porque nacen del corazón,
MUJERES:
Soy bailarín del silencio,
de aquel silencio que habla con Dios.
Soy pecador, soy indigno y necesito
de mediador.

Pagano no puedo serlo
de un todo parte yo soy
y si venero a una imagen
eso no es adoración

Aquel que niega a su madre
no tiene ningún valor,
por eso yo bailo y canto
a la Madre del Señor




La Tirana: Sus saludos, cantos y bailes

Al Llegar a La Tirana todas las Hermandades Religiosas de Baile inician sus homenajes en el mismo lugar. El Calvario: donde comienza lo sagrado; donde se deja lo profano. Así se entra en un tiempo y un espacio donde lo nuevo, lo diferente es posible. Este entrar en “lo sagrado” se concreta en torno al Santuario y a la Virgen de La Tirana.

En el perímetro del pueblo de La Tirana, se halla el Calvario o la Eremita. El Cristo, frente al cual los grupos de bailarines realizan el primer ritual.

El saludo inicial constituye el momento crucial en que se deja lo profano para vivir lo sagrado. Este saludo lo realizan las Hermandades frente al Calvario. Se acerca en procesión, presididos por el estandarte del grupo; más atrás avanza la imagen que pertenece a la institución; les siguen la banda, los músicos, los bailarines y demás hermanos de la Cofradía. Este inicio en la Hermita del Cristo significa como en torno a Cristo está lo bueno, el orden y la perfección; mientras que fuera de Cristo está el pecado, el desorden, el caos.

Los peregrinos saludan

Por su parte, los peregrinos también entran en lo sagrado, saludando en la Ermita. En forma individual o en grupos pequeños los peregrinos no escatiman sacrificios para cumplir con sus mandas. Se arrastran hacia la Virgen por esas calles del pueblo. Algunos van de rodillas, otros reptando vientres. Las espinas y guijarros desgarran la piel que avanza. Pero ellos quieren sufrir el dolor de esas heridas que van arrancando el llanto que le ofrecen a la Virgen.

El dolor es el que ofrecen; lentamente avanzan y reptan, sufriendo cada centímetro, gozando cada dolor. Así llegan a la Virgen milagrosa y cuando besan sus pies olvidan tantos dolores y sienten la felicidad de haber cumplido la manda.

El canto de la primera entrada

Se realiza en la ERMITA al entrar al pueblo. En todos los cantos, saludos y homenajes se mantiene la misma formación. Y así es como bailarines que avanzan en forma ordenada, creando una estudiada coreografía, llegan a la primera entrada, en la que habitualmente cantan y recalcan “Déjanos pasar”, quedando atrás lo profano para llegar a lo sagrado, donde es posible encontrar a Dios y “lo sagrado” tienen un sitio en el pueblo.

Y así van “paso a paso” a lo sagrado, llegando a la sublimación de lo espiritual al enfrentar a la Virgen.

Y así, cantando y bailando, cada grupo llega hasta el pórtico del Templo, descansa y espera su turno. En el interior del santuario, los distintos grupos saludan.

Cuando les llega su hora, inician su ingreso al Templo. Mezclados con devotos y turistas, los bailarines entran cantando, tocando y danzando con túnicas multicolores, en ritmos muy bien marcados.

Sus cintas multicolores, se mueven al ritmo de la cadencia de la danza que van armando, entrelazando sus pasos, armando muchas figuras mientras imploran al niño Dios la bendición de su madre.

Esas voces se elevan colmadas de sentimientos, mientras marcan con destreza los pasos que el Caporal va guiando.

“Es alegría y vigor el Caporal va guiando con maestría sus pasos que los Morenos realizan con innata perfección. Las matracas jubilosas entregan compases sordos entre variados matices, todo es danza y es canción”.

El canto de segunda entrada

Es el canto de entrada al Templo. Ya en el interior del Santuario, las Hermandades cumplen con el rito de recibir a los nuevos miembros que ingresan al grupo. El Caporal, jefe de los bailarines, sube al altar con los nuevos integrantes, que aún no usan el uniforme de la Hermandad. Allí presenta el traje a la Virgen, haciendo que ésta lo toque para que queden benditos.

Canto de la tercera entrada

Es el canto que se realiza al enfrentar la imagen; al llegar y honrarla, agradeciéndole poder estar con ella. Pidiéndole de corazón que el próximo año les permita volver de nuevo a venerarla.

Ante la imagen los bailarines se rompen danzando y cantando al ritmo de La Tirana: Promeseros, Gitanos, Cuyacas, Indios Siuox, Chunchos, Pieles Rojas y otras Hermandades, enfrentan a la Virgen con sus mejores cantos y bailes. Las Diabladas no se dan descanso y bailan hasta el amanecer.

Al finalizar el canto, los bailarines, músicos y los integrantes del grupo van saliendo sin dejar de mirar la imagen. Una música alegre acompaña esta despedida que será por algunas horas, porque al día siguiente irán de nuevo a venerar a La Tirana.


Los tres cantos del día

Canto de los buenos días
Canto de las buenas tardes
Canto de las buenas noches

El mismo ritual. Igual de día, tarde y noche se vive en el Templo cuando las Cofradías va a saludar a la Virgen bailando y entonando los “Buenos Días”, “Buenas Tardes” y las “Buenas Noches”. Estas ceremonias no demoran más de cinco minutos, debido a la gran cantidad de Hermandades que esperan su turno.


Canto de los buenos días

Cuando llega el amanecer y aún humean los restos de fogatas, los bailes religiosos inician su frenética actividad.

Los actos del día comienzan en el Templo con el canto de los “Buenos Días”, en el cual las Hermandades le dicen a la Virgen: (Canto: Madre del Silencio).


Canto de las buenas tardes
Canto de las buenas noches

El mismo ritual sólo cambia el saludo según la hora: Buenas Tardes o Buenas Noches.

Canto de retirada

Un canto que se hace siempre al retirarse del Templo. Es un canto que se mezcla con la danza. Después del canto de “Buenos Días”, “Buenas Tardes” y “Buenas Noches” solicitan la bendición de La Tirana y antes de salir del Santuario entonan el canto de la Retirada:

“Contentos salimos
del templo sagrado
Morenos del norte
ya te han saludado.

Oh Virgen del Carmen,
madre poderosa
para tus devotos
eres milagrosa

Las gracias alegres
vámosle cantando
por todas las calles
vámosle vivando”

Dulce madre mía
ya estamos contentos
de estar en tu Templo
oh dichoso día

Oh dichoso templo
de amores sin fin
madre de Dios Hijo
Oh lirio fragante


Campanas y bendición

En la mañana las campanas de La Tirana que se fundieron con la plata de Huantajaya, comienzan a repicar, llamando a los peregrinos a las gradas del Santuario a recibir la bendición.
Si no acude el peregrino, en sus oídos seguirán vibrando las campañas, llamándolo a una oración. Sus sones se repiten, quedan en el aire, los arrastran los vientos. Se repiten, de tiempos ancestrales, como los metales que se fundieron con cánticos antiguos para crear esa mística de fe que reina en La Tirana.

Hace tantos años, pensamos que a comienzos del siglo pasado, estas campanas comenzaron a vibrar, quedando grabados entre sus sones los cantos y llantos de tantas generaciones que siguieron la senda de La Tirana y en su Santuario elevaron sus plegarias y sus ofrendas de fe.




La Tirana y su leyenda

La Leyenda de La Tirana y de su milagrosa Virgen comenzó a gestarse en los albores de 1535 cuando Diego de Almagro salió del Cuzco y a la Conquista de Chile. Lo acompañaban quinientos cincuenta españoles y alrededor de diez mil indios peruanos.

Iban también dos hombres importantes: Paulino Tupac, príncipe de la familia de los Incas y Huillac Huma, último Sumo Sacerdote del extinguido culto al Dios Sol.

Ambos eran tratados en forma deferente por los españoles y estaban destinados a pagar con la vida si se producía conato de rebelión entre los indios que formaban parte de la expedición.
Vinieron también secretamente, muy camuflados en las filas, un cierto número de “Wilkas” o capitanes experimentados de los antiguos ejércitos imperiales Incas y un grupo de sacerdotes, quienes bajo su aparente humildad y sumisión esperaban sólo el momento oportuno para vengarse.

El sumo sacerdote y su hija

Acompañaba en la expedición a Huillac Huma su hija, la “ÑUSTA”, que nacida años antes, tenía un sus venas sangre de los Incas soberanos de Tahuantisuyu, que aún sufrían el vejamen que les impuso el débil y confiado Atahualpa. Al rendirse, Paullo Tupac nunca pensó acompañar hasta el fin la expedición; es así como Huillac Huma, desprendiéndose sigilosamente del Ejército Español, encontró la ocasión que tanto esperaba . A la altura de lo que era Atacama la Grande, más tarde Calama, huyó a la provincia de Charcas. Sus planes eran fomentar la rebelión que promoviera en el Cuzco el Inca Manco.

El grupo de Incas que se quedó con la “Ñusta” Huillac, también pensaba en huir con su princesa.

Huye Huillac Huma

Al alcanzar la hueste desertora la cálida región de Pica, huyó esta vez la “Ñusta Huillac”, seguida de un centenar de Wilkas y adictos servidores. Se refugiaron en un bosque de tamarugos y acacias silvestres, que por entonces cubrían en su mayor extensión lo que ahora llamamos Pampa del Tamarugal. Lo que queda aún en nuestros días, muchos lugares de salvaje belleza, en las inmediaciones del pueblo de Tarapacá y en los alrededores de los caseríos de Canchona y La Tirana. Por eso apodaron con el nombre indígena “Tarapacá” esa región, porque en lengua incaica significa escondite o bien de boscaje impenetrable.

La Ñusta y su reinado

Y así fue como durante cuatro años la “Ñusta Huillac”, rodeada de sus fieles y valientes “Wilcas”, fue la reina y señora de esos lugares. Con inteligencia organizó sus huestes, las distribuyó y convirtió esos bosques de tamarugos en un baluarte inexpugnable, regido por la férrea mano de la bella princesa incaica, que pasó a llamarse “La Tirana del Tamarugal”

La princesa y su fama

La “Ñusta” regía su territorio con puño de hierro. Sus hazañas gestadas en su ardiente dedicación a la causa de su nación, traspasó muy pronto los límites de su comarca y su fama comenzó a extenderse por todo el norte. Las tribus vecinas y las muy remotas vieron en la bella princesa la capitana viviente y gallarda de sus ideales y la apoyaron en su airada protesta contra la dominación extranjera.

De todos los rincones del territorio de Tanhuntisuyu acudieron a rendirle pleitesía y a jurarle lealtad; nutridas huestes de hombres de corazón bien puesto y dispuestos a luchar y sucumbir al lado de la animosa “Ñusta” por el suelo natal y su fe.

La selva primitiva y bravía del Tamarugal fue durante cuatro años el extremo reducto de una raza y de un culto que estaba proscrito y, sin embargo, cada día ganaba más fieles, porque los indígenas renegaban del cristianismo.

Rodeado de peligros y asechanzas ese puñado de indios peruanos valerosos e indómitos que dirigía la “Ñusta” se vio obligado por el rigor de las circunstancias a hacer frente a sus enemigos y a vivir una guerra sin cuartel que tenía una regla invariable: dar muerte a todo español o indio bautizado que cayese en su poder. Y así era la costumbre hasta que La Tirana sucumbió ante el amor.

La pasión de La Tirana

“La Ñusta Huillac”, temida por sus enemigos y conocida en treinta leguas a la redonda como la bella “Tirana del Tamarugal”, no pudo cumplir lo que había predicado: un día sus huestes atacaron en las inmediaciones de las selvas a un grupo enemigo y capturaron algunos prisioneros. Así fue como llevaron a su presencia un apuesto extranjero: cuando lo interrogó, muy altivo dijo llamarse don Vasco de Almeida y pertenecer a un grupo de mineros portugueses establecidos en Huantajaya, añadiendo que se había internado en la comarca en busca de la “Mina del Sol”., cuya existencia le había revelado un cacique amigo.

Mirarlo y enamorarse fue una sola cosa. El corazón de la “Ñusta” tan implacable comenzó a latir más a prisa. El amor llegó y la “Ñusta” no pudo contenerse. Pero lamentablemente, reunidos los “Wilkas” y los ancianos de la tribu, acordaron que se aplicase la pena de muerte al prisionero.

Su corazón, que no había conocido vacilación y que hasta ese instante estaba embargado de odio y de venganza, se estremeció de pena al escuchar la cruel sentencia.
Un sentimiento de amor y compasión brotó de ella y comenzó a pensar como romper la tradición de odio y librarlo de la muerte.

Una sola mirada del apuesto prisionero bastó para hacerla quebrantar sus principios y todas las leyes se derrumbaran. La juventud, el porte distinguido, el estoico desdén de la muerte que demostró el noble y gallardo prisionero, aumentaron su amor y le indujeron a amar con desesperación a ese hombre, cuya vida estaba en sus manos como sacerdotisa y reina de su pueblo.

La Nusta salva al prisionero

Después de pensar la noche entera, la “Ñusta” encontró una fórmula para salvar a su cariño. Un ardid para prolongar la vida del hombre amado.

En su carácter de sacerdotisa fingió consultar los astros del cielo e interrogar a los ídolos, tutelares de la tribu. Después de meditar, reunió a su tribu y dijo que la ejecución del prisionero debía retardarse hasta el término del cuarto plenilunio, que así los ídolos le habían respondido.

Los cuatro meses siguientes fueron de descanso para los guerreros del Tamarugal. La “Ñusta” Huillac no repitió durante ese período las correrías asoladoras que eran el espanto de los colonos de Pica y Huantajaya. Ella tenía otro objetivo: quería vivir su pasión y eso le dio al prisionero dos “lunas más de vida”,

Las miradas de la “Ñusta” y Vasco de Almeida fueron cuajando en una amor una pasión incontenible; nada podía detener la pasión de la sacerdotisa incaica, que empezó a mirar la vida con los ojos del portugués.

La conversión de la sacerdotisa

Los diálogos bajo los tamarugos se prolongaban de sol a sol. Mirando a los ojos al portugués, la “Ñusta” preguntó: “Y de ser cristiana y morir como tal ¿renaceré en la vida del más allá y mi alma vivirá unida a la tuya por siempre jamás? ...”

- “Así es, amada mía”- contestó el portugués.
- “Estás seguro de ello, ¿verdaderamente seguro?, inquirió la “Ñusta”.
- “Me mandan creerlo mi religión y mi Dios, que es la fuente de toda verdad”.
En un rapto impetuoso la “Ñusta” pronunció las palabras que serían su perdición.
- “Entonces bautízame, quiero ser cristiana; quiero ser tuya en ésta y en la otra vida” ...

El bautizo de La Tirana

La “Ñusta” comenzó a vivir sólo para su pasión. Entregada al deleite del amor, la sacerdotisa descuidó las prácticas del rito incaico al Dios Sol.

Su embeleso de mujer amada impedíanle ver el ceño adusto de sus “Wilkas”, ni el hosco ademán de los sacerdotes, ni la reserva glacial de sus súbditos, cuando la veían en sus devaneos amorosos con el extranjero.

Altiva y serena, actuando bajo los impulsos de una firma resolución, se dirigió un día a la fuente que había en una de los claros del bosque. Vinieron los besos, los juramentos y el “NUNCA NADIE nos separe”. En el paroxismo de su pasión, la “Ñusta”le dijo:

“Llévame a tu Dios que nos permitirá estar eternamente unidos”. Diego de Almeida le contestó: “tienes que bautizarte”, la “Ñusta” hincó la rodilla en el césped –cruzó sus brazos sobre el seno en actitud de humilde e inefable espera y pidió ser bautizada -.

Almeida cogió agua vertiéndola sobre la cabeza de la amada neófita pronunció las palabras sacramentales:
“Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espí ...”

No pudo terminar la frase, porque los “Wilcas” que los vigilaban y que no aceptaban esa pasión, no pudieron resistir esa traición de sus principios y en airada reacción dispararon una nube de flechas sobre ellos.

Ambos cayeron abatidos como tronchados por el huracán.
“Ñusta Huillac”, herida de muerte, sobreponiéndose a sus intolerables dolores, llamó a su alrededor a los Wilkas, a los sacerdotes y al pueblo y con voz entrecortada les dijo:

-“Muero contenta, muero feliz, segura como estoy, como creyente en Jesucristo, de que mi alma inmortal ascenderá a la Gloria y llegaré al trono de Dios, junto al cual estará mi amado, con quien estaré toda una eternidad. Sólo les pido que después de mi muerte, coloquen una cruz en mi sepultura, que estará al lado de la de mi amado”.

Indicio en el cielo

Corrían los años de 1540 a 1550 cuando fray Antonio Rondon, de la real orden mercedaria, evangelizador de Tarapacá y Pica, llegó al Tamarugal para levantar en todas partes el estandarte de Cristo.

Un día vio un arco iris y siguió su comienzo hasta un bosque de tamarugos. Ahí, con infinita sorpresa, encontró una cruz cristiana en uno de los claros de este bosque.

El santo varón vio en ello una especie de indicio del cielo, una llamada de recuerdo a la Princesa Tirana del Tamarugal. Por eso edificó una Ermita, que con el correr del tiempo, se convirtió en Iglesia que colocó bajo advocación de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, pensando en el escapulario Carmelita que llevaba Vasco de Almeida.

Dicha iglesia se convirtió desde los primeros años de su consagración en asidua romería de los naturales de los pueblos y sierras inmediatas, en cuyas venas corre sangre coya. Fue la que fluía por las venas de la bella, sensible y desdichada “ÑUSTA HUILLAC”, que le legó su nombre y que con su historia de fe y amor impulsó el culto a “LA TIRANA”.


Virgencita del desierto

Virgencita del desierto,
chinita del Carmen.,
escucha la voz de un pueblo
que hoy reunido
se acerca a tus brazos, en busca de Dios.
Tamarugos y algarrobos agitan tus ramas,
siguen el compás de ritmos y melodías
que cantan los hijos de la tierra.

Carmelita, Carmelita
Madre de Nuestro Señor,
intercede por tus hijos
que hoy en la Tirana cantan con fervor.
Con la flor de la Chamiza
que brota en la arena del Tamarugal,
hagámosle una corona
que ciña la frente de Carmelita

Y con los cantos y rezos
de los peregrinos y del bailarín,
hagámosle un ramillete
de hermosas canciones a Carmelita.






16 de Julio, el día más esperado

El día que esperan todos. El día más aguardado, tiene momentos importantes:

EL ALBA:
Cuando el reloj marca las 24 horas en la noche del 15 de julio, en la plaza y en el pueblo estallan petardos. El aire se confunde con la música de decenas de bandas. Es el alba que marca el comienzo del día tan aguardado. El día de la Virgen del Carmen de La Tirana.

LA AURORA:
Es el complemento de “El Alba”. Las Hermandades han dormido un poco y muy temprano, con la aurora, vuelven a cantarle ala Virgen por su cumpleaños.

LA BAJADA DE LA VIRGEN:
En la mañana, con un ritual muy antiguo, se procede a bajar la imagen de la Virgen de La Tirana. La visten con un manto nuevo, le ponen su corona y la adornan con innumerables cintas de colores que cuelgan por todo su ruedo.

LA MISA:
Después, en el pórtico del Templo, se celebra la Sagrada Eucaristía. La misa es concelebrada. La preside el Obispo con muchísimos sacerdotes provenientes de muchas partes.

LA PROCESIÓN:
En la tarde, la Virgen sale a recorrer el pueblo seguida de todos sus fieles. Una procesión que siguen sus devotos cantando con emoción.

EL CANTO DEL ALBA

Es un canto importantísimo. La explosión de lo Sagrado y el júbilo ante la armonía que se va creando entre Dios y el hombre.
Y así se llega a la noche del día 15 de julio. La plaza del lugar está repleta de fieles, danzantes, músicos y curiosos. Cada compañía de baile pelea por el terreno que quiere ocupar; se encienden fogatas y todos, expectantes con sus trajes de gala, esperan que llegue la medianoche.
Cuando el reloj anuncia las 24 horas y que ha llegado el 16 de julio, la noche se ilumina con los colores de innumerables fuegos artificiales. Estallan petardos y cohetes. En el aire se confunde la música de decenas de bandas, el tam-tam de los bombos. Los bailarines danzan frenéticos. Poco a poco la tranquilidad y el silencio retornan a la explanada; cada Hermandad entona el Alba a la Virgen:


“Ya viene llegando el alba
con sus rayos de cristal
para adorar tu hermosura
madre mía celestial

Ya viene la claridad
con su luz resplandeciente
en el día de María
en su bello despertar .

Es el día de su santo
que celebran los devotos
es la voz te que proclama
reina y luz de mis ojos,
Virgencita del Carmelo

Por los montes y valles
elevemos la oración
en el Templo y por las calles
cantemos adoración

Madre mía del Carmelo
reina de todos tus fieles
de rodillas a tus plantas
échanos tu bendición”.

El canto de la aurora

Es el complemento del canto del Alba.
Complementará el día total de alegría, de unidad entre lo santo, lo bueno, lo bello.
Después del canto del Alba, las Hermandades se retiran cansadas y emocionadas. En la plaza las fogatas se van apagando y la música cesa por unas horas.
Pero muy temprano las primeras Hermandades vuelven nuevamente a la plaza, para entonar la Aurora que reciben diciendo:

“16 de julio
ya la luz se asoma
y ya las canciones.
tus fieles entonan

Cantando vamos
con alegría
ya nos espera
la Virgen María

Día de tu santo
hoy ya celebramos
y a todos alegres
a ti te alabamos

La aurora se asoma
con tu luz resplandeciente
y aquí nos sorprende
junto a ti, señora.

Los rayos de la luna
ya se van perdiendo
y ya tus nortinos
a ti cantan glorias.


El día más esperado

El 16 de Julio es el día más esperado. El día de La Tirana. Cuando sale a recorrer su pueblo para que sus fieles la miren y le rindan pleitesía.
Cuando la luz rompe las tinieblas de la noche del 15 de julio comienzan a escucharse cantos de alegría.

“Dieciséis de julio
ya va amaneciendo
por toda la tierra
va resplandeciendo

Buenos días tengas Madre
tan hermosa y soberana
eres Santa de los cielos
a quien todos veneramos”.

Y así van llegando todos. Con dos cirios en las manso. Caminando hacia el templo. Llevando algunos promesantes en el rostro la cicatriz del dolor. Pero pese a su pena, aprendieron a levantarse, aprendieron a no ser cobardes, aprendieron a tener valor.

Sienten las heridas interiores que son prueba del destino; la paz va llegando a sus almas, mientras caminan confiados. Empiezan a mirar las cosas simples que antes no miraban y ahora con esa paz interior pueden ir disfrutando. Disfrutan al ver un niño, un pájaro, una flor. Son ojos que irradian paz. A pesar de verse tristes, están colmados de amor. Por eso, hacia la Virgen caminan con cirios en las manos, arrastrándose, cantando o bailando. Pidiéndole en su andar a la Virgen con cariño:


“Aquí estamos todos
de buen corazón
échanos señora
vuestra bendición”.


La bajada de la Virgen

En la mañana, en el interior del Templo se inicia la Bajada de la Virgen. Un ritual que consiste en descender la imagen de Nuestra Señora del altar mayor. Miles de fieles quedan fuera del recinto sagrado. Se baja la imagen, desde cuyo pedestal cuelgan innumerables cintas de diversos colores que caen sobre los fieles, deseosos de alcanzarlos. La lluvia de cintas es la lluvia de gracias que concede la Virgen a quienes la llevan y están con ella en ese día. Simbolizan la lluvia de beneficios que reciben los que la veneran.

Ese día tan esperado, el 16 de julio, promesantes, fieles y Hermandades todos celebran el día cantando.

Cuando la Virgen de La Tirana desciende del altar, todo el pueblo se emociona. Los sones del Himno Patrio se esparcen por montes y serranías. Llegando después la palabra del Señor en los labios del Obispo.

Todos escuchan y agradecen a la Virgen y a su Templo; se llevan dentro del alma esa oración de esperanza que un hombre desde una cruz entregara a todo el mundo.
Cuando han bajado a la Virgen, la revisten con un manto nuevo y le instalan su corona de joyas, regalos de sus devotos.

La Misa

En el pórtico del Templo se celebra la misa. En la puerta del santuario aparece la imagen de la Virgen del Carmen. En ese instante caen desde la bóveda de la Iglesia una lluvia perfumada de pétalos de rosas y flores variadas, estallando el aire con múltiples petardos.

El Obispo de Iquique y los Sacerdotes de la Diócesis concelebran la misa. El culto divino es seguido por feligreses.

La música de las bandas deja de sonar y los bailarines en traje de gala acompañan el ritual.

El término de la misa la algarabía es general. El ruido de bombos y cajas de las bandas, panderetas y matracas de Bailes de los promesantes es frenético. Los danzantes agitan lanzas, chontas y guaripolas. Los feligreses muestran pañuelos o levantan sombreros saludando a La Tirana
Al disminuir la algarabía y el ruido, se iza el Pabellón Nacional. Y allí en La Tirana, un pequeño poblado nortino le rinde fe a la Patria y a la Virgen del Carmen.
Luego de la misa, la imagen vuelve al interior del Templo.

La procesión

En la tarde del 16 de julio se realiza la tan esperada procesión, ha sido fijado con anterioridad. Cada Baile religioso sabe donde debe ubicarse.
Llegan a la Iglesia las Hermandades con sones de flautas y pitos. Al ritmo de tambores llegan cantando:

“Buenas tardes tengas Madre
hija del eterno Padre
en el cielo y en la tierra
te adoramos Madre mía”.

Y así arriban al templo con el ritual de su danza, con los sones de su baile. Reluciendo sus tenidas como abanicos al sol. En el aire está su ritmo y entre saltos de alegría saludan a la Virgen tan querida, que cuando sale del templo la transportan con amor. Y mientras la van llevando, muy felices van diciendo:


“De este templo tan sagrado
viene saliendo María
con el rosario en la mano
toda hermosa y floreciente”.


El orden de la procesión es simple; la encabeza el anda de San José, esposo de María; más atrás el de Jesús de Nazareno, y finalmente la imagen de la Virgen de La Tirana. Después vienen las Hermandades que encabeza el Baile Chino Nº 1. La peregrinación avanza lentamente, entre una abigarrada multitud de fieles. Luego de recorrer las calles del pueblo, la imagen llega nuevamente a la plaza. Allí se despide de nuevo con el sonido de bronces, cajas y bombos. Explotan petardos y se levantan pañuelos.

Las despedidas


El día 17 la imagen de la Virgen de La Tirana vuelve a su lugar y comienzan las despedidas. La tristeza embarga el corazón de los devotos que saben que ya todo ha terminado y deben volver al mundo profano.

En el interior del Templo las desmayos y la histeria se hacen presente especialmente entre los bailarines más jóvenes. Ahí se despiden de las Hermandades, quienes ya cumplieron la manda o del que viaja a otras tierras.
Al abandonar el grupo, sus miembros se sienten desolados. En el interior del Santuario son despojados del traje que llevaron por tanto tiempo y la tristeza los embarga.

En el Calvario, en la Cruz, las despedidas revelan cómo sufren los que salen de “lo sagrado” para volver a “lo profano”. La gente pierde el manto de lo Sagrado que los cubre y llora inconsolablemente porque debe volver al mundo con sus dolores y problemas.

La primera despedida

Comienzan las despedidas. Los que entran al Templo no pueden ocultar su dolor. Es la Primera Despedida. Acongojados cantan:

“Ya llegó el último día
de tu novenario santo
danos vida para el año
para que todos volvamos”


Así le ruegan a La Tirana que les de vida para volver otra vez. Por eso el creyente que llega por primera vez se lleva el recuerdo de un pueblo que en su fe canta alegrías y dolores en la hora del adiós.

Ese que llega por primera vez quizás vea asombrado las más extrañas ofrendas. Quejas y ruegos con recuerdos de la adversidad. Escuchará como hablan de su Virgen Milagrosa. Es que en esa imagen ven a la Reina del Cielo que desciende hasta los hombres para esparcir su bondad. Entre lágrimas y desmayos siguen tocando cantos en la Primera Despedida:
Los bailarines, músicos, caporales y acompañantes le cantan a la Virgen el dolor que sienten al dejarla. La miran y ven que la Virgen también sufre. Lo notan en sus ojos que se ven muy negros y brillantes. La Tirana se ve conmovida por las cuitas que le llegan a contar esos fieles que han venido de lugares tan distantes para expresar su dolor. La Tirana los consuela con su mirada infinita; sufre al escuchar el quebranto de sus cantos lastimeros.

Leyenda de La Tirana

En el Tamarugal una ñusta se enamoró (bis)
de un caballero vasco, con su presencia la cautivó (bis)
La llamaban Tirana a la princesita de ese lugar, (bis)
Joven predestinada para ser reina de ese lugar (bis)

La Tirana, La Tirana,
La Tirana en Dios creyó
y la Virgen carmelita
en sus tierra se quedó

Vasco de Almeida era el caballero
que enamoró (bis)
a la princesa india que con su fe la cristianizó (bis)
nada pueden las leyes, ni los escritos ni tradición, (bis)
cuando buscan las almas el fundamento que da el amor (bis)

La tribu los sorprende en sus coloquios plenos de amor (bis)
y ambos los sacrifican para inmolarlos ante su Dios (bis)
quiso Dios infinito con este hecho todo cambiar (bis)
convirtiendo en Santuario por siempre,
siempre el Tamarugal (bis)

Nuestra madre querida con su inocencia nos sorprendió (bis)
Es la Virgen del Carmen que en una reina se convirtió (bis)
Puso en los peregrinos su bendición material (bis)
Virgen del Carmen bella eres la Reina del Tamarugal (bis)

La segunda despedida

Después sigue la Segunda Despedida. Penúltima ceremonia de quienes ven con congoja que los días de Paz interior se terminaron.

En esas canciones vierten los últimos sollozos contenidos. Las voces se tornan roncas y se comienzan a quebrar. En los movimientos gráciles hay un brío diferente, es el tormento latente de quien no se quiere marchar.

Es la pena de dejar el Santuario, abandonar a la Virgen. Muchos cantan llorando luego de despedir a quienes se retiran de la Hermandad. El Caporal ordena se cante la Segunda Despedida, que se entona de rodillas y en la que casi llorando dicen:


“Ay, Señor, ay María,
adiós, adiós, Madre mía.

Ya llegó el último día
de tu novenario santo
después de tanta alegría .
con qué corazón me aparto

Ay, que llorando nos vamos
después de tanta alegría
con qué corazón me aparto
de tu amable compañía

Perdónalos, Madre mía,
a tus bailarines ausentes
no vinieron a tu fiesta
Por causas justificadas.

No permitas, Gran Señora,
que se pierda un Bailarín
danos vida para otro año
Y regresar junto a ti”.

Y cuando de pronto se apaga la última nota, todos miran al Santuario con ansiedad manifiesta. Quieren en esa mirada dejar grabada en la mente la imagen del Templo Santo.
Con religioso respeto, mientras las lágrimas ruedan, con misticismo grandioso los feligreses inclinan la cabeza al caminar, para que así no se note que están llorando al andar. Se alejan pausadamente, envueltos en la tristeza de sentir que las puertas de La Tirana se comienzan a cerrar


La tercera despedida, el último adiós

Se realiza frente a la Cruz de madera a la entrada del pueblo. Es el momento más temido. El instante del adiós que llega con su manto de tristeza y los cubre a todos. Como hermanos se abrazan; Cofradías, Hermandades, Promesantes, fieles todos.

Quienes vistieron de gala y quienes rezaron con fe. En sus voces, quebradas por la emoción, se despiden del Santuario.

Pero, en el último abrazo, está un pedido muy simple. Vivir un año más. Para volver de nuevo a ese desierto nortino. Con esa fe que cada vez es más grande, ya que cantan esperanzas y cada vez es más bella porque nace de fieles con una fe a toda prueba.

¡Cómo no van a tratar de volver! Si vivir los días de La Tirana es alegría de oasis y quebradas, de mar y cordillera de límpidos acordes, de sueños y leyendas.
En el adiós todos sueñan volver a esa imagen del Monte del Calvario que tiene una proyección muy simple: dialogar por la paz con una fe sin medida. El que sueña con volver sabe que en ese lugar supo entender las bondades y pensar en sus errores. Mirando hacia atrás puedo ver cuanto obró injustamente y se promete así mismo enmendar esa falta.

Volver a esos instantes de fe es ahora motivo de su vida. Porque en La Tirana muchos entendieron cual era la hora solemne en que todo se mide. Comprendieron que el lenguaje del canto y la armonía de la danza marca en La Tirana un concierto de almas con sonidos escogidos, donde no se desentona ni una voz, ni una nota.
Comprendieron también en esos días una nueva forma y sentido para apreciar a los suyos con sus bondades y errores, en una alegría sincera que contrasta con un mundo que grita odio de tantas maneras.

“Triste es el momento
en que ya nos vamos
danos vida para el año
para que todos volvamos.
No permitas, madre mía,
que se vaya un bailarín
para que todos volvamos
a cumplir nuestra promesa”.


La partida, el retorno a lo profano

Apenas finalizan las despedidas, las Cofradías se dirigen al alojamiento colectivo, cantando el himno de la Hermandad.
Preparan sus cosas, envuelven sus trajes y sus instrumentos y con pena inician el regreso a sus casas.

Así, La Tirana comienza a despoblarse. Se desarman los puestos de feria. Se envuelven las carpas, se cierran los postigos y se ponen candados a las casas. La Carretera Panamericana y los caminos rurales se hacen estrechos para contener los miles de vehículos que retornan a sus lugares de origen.

Una semana más tarde, en día domingo, en cada dentro urbano donde exista una “Hermandad” que haya asistido al Santuario, se celebrará la “Tirana Chica” y así concluirán las festividades anuales con que se venera a la “VIRGEN DE LA TIRANA”.





Oración a la Virgen del Carmen de "La Tirana"

Dios misericordioso:
Al reunirnos para honrar a nuestra madre,
bajo su advocación de Virgen del Carmen
de La Tirana, venimos con fe y esperanza
a pedirte salud y salvación.

Madre del Carmelo, Virgen de La Tirana,
que la pasión de Cristo nos hermane y
nos ayude a servir con alegría

Ruega por nosotros pecadores,
para que el Señor resucitado
viva en nuestros corazones

Enséñanos a imitar tu propia vida;
a creer fielmente en la palabra de Jesús y
a ponerla en práctica, sin temor.

Une a todos tus hijos que te buscan,
en el único pueblo de Dios que peregrina
hacia la patria del cielo.

Que contigo construyamos
un mundo de paz
en la justicia

Que el Espíritu santo nos guíe,
y en la hora de muerte nos reciba
en la casa del Padre bondadoso. Amén