Introducción:
Nuestros trabajos, realizados con admirable generosidad, muchas veces no producen los frutos que debieran, porque no nos detenemos a evaluarlos con calma y objetividad. De ahí la importancia de la evaluación en la Misión, tanto a nivel general, grupal e individual.
Evaluar una Misión es reflexionar seriamente si se consiguieron los objetivos que se propusieron para ella. Hay que comparar fríamente lo que se programó para cada una de las etapas o actos, según sea el caso, con lo que en realidad se hizo. No se debe perder de vista que, en toda realidad humana, hay aspectos positivos y negativos.
o Existen diversos tipos de Evaluación en un proceso misionero:
- Evaluación de las diversas actividades realizadas diariamente, por etapas.
- Evaluación de responsabilidades asignadas al grupo, individual o colectivamente
- Evaluación de aceptación de los asistentes, según sea el grado de participación en los trabajos solicitados
- Evaluación objetiva de la ambientación, de los signos, de las dinámicas utilizadas, etc.
- La oración del equipo
- El testimonio de vida
- El horario, la puntualidad
- Evaluación final o general de la Misión; podría contemplar los siguientes aspectos:
o Revisión de la Pre-Misión
o Revisión de la Misión misma: Objetivos generales y específicos
o Concordancia del temario con los objetivos
o Reuniones misionales
o Celebraciones masivas
o Evaluaciones diarias, etc.
o Revisión de la actuación de las personas:
- Obispo
- Párroco
- Sacerdotes
- Religiosos(as)
- Comité Central
- Comité Zonal
- Comité Parroquial
- Director General
o Frutos producidos por la Misión, etc.