Reflexiones

“Iglesias- en- misión: la valentía de evangelizar”
Una lectura misionológica Mensaje DUM 2007
 

“Todas las Iglesias para todo el mundo”, es el lema que el Papa Benedicto XVI ha elegido para celebrar la Jornada Domingo Universal de las Misiones (DUM 2007). Con este lema el Papa nos sitúa en el horizonte más esencial de la misión de la Iglesia: su universalidad y la responsabilidad que a todos compete asumir con renovado fervor: “todos somos misioneros, enviados por el Señor para ser  sus testigos en todos los momentos de nuestra existencia” (Mensaje DUM 2007). De igual manera es una invitación a todas las Iglesias locales de todos los continentes “a tomar mayor conciencia de la urgente necesidad de impulsar de nuevo la acción misionera ante los múltiples y graves desafíos de nuestro tiempo” (Mensaje DUM 2007).

Toda la Iglesia... todas las Iglesias

En esta Jornada Mundial de las Misiones vuelve a resonar con fuerza el afligido llamamiento a todos los discípulos misioneros de todas las comunidades dispersas por el mundo a coger con renovado entusiasmo y una vitalidad apostólica nueva las palabras del Maestro: “Id, pues y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado” (Mt. 28,19-20), siempre con la profunda convicción que “en la gran obra de la evangelización nos sustenta y acompaña la certeza de que El, el dueño de la mies, está con nosotros y guía sin descanso a su pueblo. Cristo es la fuente inagotable de la misión de la Iglesia” (Mensaje DUM 2007).

La misión es fuerza vinculante de la Iglesia y de todas las Iglesias. Se trata de la universalidad que Cristo ha confiado a su Comunidad de discípulos, “esa es su tarea prioritaria, absoluta y justificante de su propia existencia y actividad: ir y anunciar el Reino de Dios, venido en Cristo, Salvador del mundo. “Toda comunidad cristiana nace misionera, y precisamente el amor de los creyentes a su Señor, se mide según la valentía en evangelizar. Podríamos pues decir, que para todos los fieles no se trata ya simplemente de colaborar en la actividad de evangelización, sino de sentirse ellos mismos protagonistas y responsables de la misión de la Iglesia” (Mensaje DUM 2007).

Con el entusiasmo de los primeros tiempos...

No es tema desconocido la constatación de ciertos estancamientos y debilitamientos de la vida cristiana en muchas comunidades; de pastores pasivos y cómodos que han limitado su acción apostólica a la mera conservación de las estructuras pastorales existentes, sin la apertura misionera debida. Sólo la misión renueva y saca de la pasividad. El Papa Juan Pablo II nos dejo el “mapa de ruta” de la Iglesia del Tercer Milenio, “Novo Millennio Ineunte”, allí nos dice:  “El mandato misionero nos introduce en el Tercer milenio invitándonos a tener el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos. Para ello podemos contar con la fuerza del mismo Espíritu, que fue enviado en Pentecostés y que nos empuja hoy a partir animados por la esperanza ‘que no defrauda’” (NMI,58). “Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos” (Redemeptoris Missio, 3).

A todo el mundo... para todo el mundo

“¡Pueblos todos, abrid las puertas a Cristo! Su Evangelio no resta nada a la libertad humana, al debido respeto de las culturas, a cuanto hay de bueno en cada religión...” (Redemptoris Missio, 3). La misión de la Iglesia no conoce fronteras; todo el mundo es el espacioso campo en donde los discípulos de Jesucristo se abren paso para compartir la alegría de la fe y la defensa del don hermoso de la vida. El Papa Benedicto XVI recuerda en su Mensaje: “el compromiso misionero continua siendo pues, el primer servicio que la Iglesia debe a la humanidad de hoy, para orientar y evangelizar las transformaciones culturales, sociales y éticas; para ofrecer la salvación de Cristo al hombre de nuestro tiempo, que en tantas partes del mundo es humillado y oprimido a causas de pobrezas endémicas, de la violencia, de la negación sistemática de los derechos humanos” (Mensaje DUM 2007). Una misión sin solidaridad por la historia humana sería un mero proselitismo. El Papa Pablo VI, en su carta magna de la Evangelización ya se preguntaba sobre este aspecto  fundamental de la tarea misionera de la Iglesia y su compromiso con la promoción y liberación humana: “¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre...no es posible aceptar ‘que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor al prójimo que sufre o padece necesidad’” (Evangelii Nuntiandi, 31).

Nuestros obispos reunidos en Aparecida- Brasil, en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe han vuelto a recordar a las Iglesias locales de América que la misión evangelizadora es integral, contextualizada y universal (Documento de Aparecida –DA- 214, 287, 341, 450, 486, 532, 545, 550...). La misión de los discípulos misioneros llega “al corazón del mundo” y abraza “la realidad urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina” y no huye hacia “mundos exclusivamente espirituales” (DA 148). La misión abraza con el amor de Dios a todos y especialmente a los pobres y a los que sufren (Cf. DA 550).

Pastores misioneros... Comunidades Misioneras

Cada Iglesia Local habla del pastor que tiene. Un pastor misionero hace una comunidad misionera; un pastor pasivo hace comunidades pasivas e inertes. El Mensaje DUM 2007 hace una invitación a los pastores de las Iglesias, a quienes el Señor colocó como responsables de su rebaño: “Al haber confiado Cristo el mandato misionero en primer lugar a Pedro y a los Apóstoles, esa labor compete en la actualidad ante todo al sucesor de Pedro, que la Providencia divina ha elegido como fundamento visible de la unidad de la Iglesia. Y a los obispos directamente responsables de la evangelización ya sea como miembros del Colegio episcopal, ya sea como pastores de las Iglesias particulares (Cfr Redemptoris Missio,63). Me dirijo, por tanto a los Pastores de todas las Iglesias puestos por el Señor para guiar su rebaño, para que compartan la obsesión del anuncio y la difusión del Evangelio”. Decía el Padre Manna (fundador de la Pontifica Unión Misional): “pero si los pastores se desinteresan, ¿a quién le compete este deber? Para un obispo, favorecer directamente las misiones, no es un asunto de libre elección, como podría serlo para un simple misionero, sino que es parte integrante de su misión de pastor de la Iglesia”.

Con la impronta de la solidaridad, colaboración y cooperación misionera

La Jornada Mundial por las Misiones 2007 coincide con la celebración de los 50 años del nacimiento de la encíclica “Fidei Donum”, del Papa Pío XII, con “la que se promovió y alentó la cooperación entre las iglesias para la misión ad gentes”, y por la cual muchos frutos misioneros aparecieron; centenares de sacerdotes “Fidei Donum” salieron de su patria y marcharon hacia el Africa y a otros Continentes, dedicando sus mejores energías apostólicas por la causa del Reino, muchos de ellos hasta el sacrificio de la propia vida. Con frutos de esa gratuidad seguimos contando en nuestros días en nuestro país en muchas diócesis. Por tal motivo, el Papa Benedicto XVI, recogiendo la rica intuición evangélica de reciprocidad, colaboración y cooperación misionera entre las Iglesias Locales del mundo, invita a una mayor intensificación de este espíritu solidario en la misión: “Deseo vivamente que se intensifique la cooperación misionera, valorizando las potencialidades y los carismas de cada uno... el mandato de Cristo no es algo contingente y externo, sino que toca el corazón mismo de la Iglesia. Por ello, toda la Iglesia y cada Iglesia es enviada a las gentes. Las mismas Iglesias más jóvenes deben participar cuanto antes y de hecho en la misión universal de la Iglesia, enviando también ellas misioneros a predicar por todas las partes del mundo el Evangelio, aunque sufran escasez de clero” (Mensaje DUM 2007).

Que el Espíritu Santo, protagonista y conductor del camino misionero siga “inflando las velas” de la barca de la Iglesia y la oriente hacia mar adentro por puertos aún no arribados.

 

Fr. Luis Alberto Nahuelanca Muñoz, OFM.
Secretario Nacional Pontificia Unión Misional
Obras Misionales Pontificias Chile