La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María
Desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como una esposa que se adorna con sus joyas.
Monseñor Bernardo Álvarez preside Misa de Nochebuena en Catedral de Concepción
El Administrador Diocesano de Concepción afirmó que “el Señor nos invita a cultivar el don de la Navidad. Y el don de la Navidad significa, además del don de una gran fe, acoger la humildad. Sólo así se manifiesta la luz de Jesús, sólo así se manifiesta la lógica de Dios”
Con la participación de una gran cantidad de fieles y con profunda alegría, se celebró la Misa de Nochebuena, presidida por el Administrador Diocesano de Concepción, Monseñor Bernardo Álvarez, este 24 de diciembre en el templo Catedral.
En su homilía, Monseñor Bernardo afirmó que durante el Adviento “nos hemos querido dejar iluminar por las oraciones, la lectura de la Sagrada Escritura, la celebración de los misterios sagrados y también por un signo muy pequeño, pero que guarda mucho sentido con la celebración de esta noche santa: la Corona de Adviento. Esas cuatro velas que se han encendido, y que esta mañana hemos encendido la última, nos marcan el sendero de la luz de Dios, de la luz de Jesús, que viene a salvarnos”.
En ese contexto, sostuvo que Dios es fiel a sus promesas y “ha iluminado esta noche santísima con el esplendor de Cristo Jesús, que es la verdadera luz del mundo”.
“(…)El amor de Dios infinito manifestado en el nacimiento de Jesús, es acogido por ese corazón maravilloso e inmaculado, disponible y generoso de la Santísima Virgen María, que lo acuna en sus brazos, en su pecho, en su seno. Y también, ciertamente, el corazón de su padre en esta tierra, que vivió contradicciones para acoger la voluntad de Dios, pero que luego de haber sido revelado el designio divino, toma fielmente la misión y acoge a Jesús: San José”.
Monseñor Bernardo aseveró que “los primeros destinatarios del anuncio gozoso y de esta luz son los pastores (…) que son signo de periferia, signo de estar fuera de los muros de la ciudad. Y en esa oscuridad de la noche, la gloria del Señor envolvió a estos pobres y sencillos pastores, que seguramente dormían entre sus ovejas, acampaban entre ellas. Los envolvió con su luz. La primera reacción frente a esta manifestación divina es el temor, algo totalmente inesperado. Una manifestación que expresa la grandeza de la intervención divina, que está mucho más allá de toda expectativa humana y que es el testimonio también del nacimiento del Hijo de Dios”.
“La respuesta del ángel frente a la actitud de los pastores es la que Dios en muchas ocasiones había dirigido a diversos destinatarios de sus mensajes divinos: No teman. De algún modo esta palabra también está llamada a caer en lo más profundo del corazón humano. No temamos. No teman. Verdaderamente no hay adversidad en este mundo, no hay pecado tan grande que no pueda ser vencido por la buena noticia del Hijo de Dios entre nosotros, ni siquiera el misterio de la muerte”, enfatizó.
Monseñor Bernardo señaló que “esta noche santísima, con su luz, nos invita a acoger esta invitación del ángel, dirigida a los pastores, no temamos. Los creyentes, no temamos, porque Dios trae la paz, porque Dios trae la alegría, porque Dios trae la justicia, porque Dios trae el gozo, la buena noticia, el Evangelio”.
“(…) El cumplimiento de las promesas del Padre se ha manifestado en este pequeño Niño. De algún modo, tanto el pesebre como el corazón de los pastores, asimismo, el corazón de María y José, nos invitan a disponernos. Hemos escuchado que no había lugar para Él. Les invitaría a todos ustedes, a todos nosotros, a decir en la oración personal y comunitaria, en la oración también en sus propios hogares, decirle a Dios, decirle a Jesús: Aquí hay un lugar para ti. Aquí, en esta casa, en esta mesa, hay un lugar para ti. Acogiendo al Señor Jesús, acogiendo su signo, estamos llamados a ser testigos, y no puede ser de otra manera, no podemos callarnos el misterio de Jesús, el Hijo de Dios entre nosotros. Y ser testigos significa perseverar en la lógica de Dios. Es verdaderamente una paradoja, es un signo paradójico: el Salvador, el Hijo de Dios, el Señor nace como un Niño pobre, no tiene ni una cuna, está acostado en un pesebre para animales. Así se cumple el designio de Dios”, afirmó.
En ese sentido, dijo que “probablemente en nosotros muchas veces existen circunstancias desfavorables, situaciones que a veces no queremos, que nos angustian. Jesús quiere también nacer allí, en esa paradoja incluso de nuestros propios corazones”.
“Queremos en esta noche santa abrazar la lógica de Dios, que contrasta absolutamente con las lógicas humanas. Y esto, queridos hermanos y hermanas, que ciertamente nosotros hemos vivido como experiencia de fe, esto, la lógica de Dios, la paradoja que Dios presenta, es la esperanza que levanta el mundo. Porque Jesús, el Señor, tomó sobre sí nuestra suerte (…) su gracia puede llegar verdaderamente a nuestros corazones, no está limitada a ninguna circunstancia, la gracia de Dios llega a corazones disponibles y atentos, es el don extraordinario que nos viene en esta noche santísima. Jesús, el Señor, nos invita a cultivar el don de Navidad y el don de Navidad significa, además del don de una gran fe, también acoger la humildad. Sólo así se manifiesta la luz de Jesús, sólo así se manifiesta la lógica de Dios”, destacó.
Finalmente, invitó a pedir al Señor “que de manera personal, familiar y comunitaria, estas lógicas que nos presenta el Hijo de Dios entre nosotros llene nuestros corazones y a través de nosotros puedan también llegar al mundo entero, tan necesitado de la luz santa de esta Navidad”.
Al término de la Santa Misa, los presentes se acercaron con gran devoción y ternura a expresar su amor al Niño Jesús, cuya hermosa imagen era sostenida por Monseñor Bernardo.
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