Diácono en Roma, español de nacimiento, San Dámaso fue elegido Papa en el año 366. Restauró el culto de los mártires, haciendo grabar en sus tumbas las inscripciones en versos que él mismo componía. Es él quien solicitó a San Jerónimo la traducción de la Biblia.
Saludo del electo obispo auxiliar de Santiago Álvaro Chordi a la Arquidiócesis
El p. Álvaro Chordi Miranda, Adsis, saluda a las diversas comunidades de la Iglesia en Santiago tras ser nombrado por el Papa como nuevo obispo auxiliar.
Hace unos días el Nuncio Apostólico, D. Alberto Ortega, me comunicó esta sorpresiva noticia, a quien le agradezco su atención y oración.
Siempre me he sentido en manos de Dios. Desde niño crecí en su presencia en el seno de una familia católica; en mi juventud fui configurado como hijo y hermano al estilo de Jesús en una fraternidad samaritana; y ahora el Obispo de Roma me invita a participar en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la Iglesia.
Agradezco al Papa Francisco que reconozca no sólo mi trayectoria personal, sino también la presencia de las comunidades Adsis en Chile desde 1990 y la significatividad de las comunidades parroquiales y educativas en las que he servido en las diócesis de Salamanca, Bilbao y Vitoria y en la Arquidiócesis de Santiago. Agradezco a Don Celestino, nuestro Arzobispo, la confianza depositada en mí. Espero cooperarle con fidelidad creativa en su ministerio. Y agradezco, sobre todo, al ungido Pueblo de Dios que peregrina en Chile, su dignidad y su libertad, su guía y su cuidado, acompañado y dinamizado por el Espíritu.
Desde hace casi tres años estoy sirviendo en la parroquia de San Saturnino y en la Fundación Frè dedicada a acoger a migrantes, preferentemente de origen haitiano. Con estos hermanos y hermanas que se encuentran en tierra extraña, con los feligreses y con los demás vecinos y vecinas del barrio Yungay, Dios me ha concedido crecer en humanidad para “nacer de nuevo” y aprender a ser pastor de esa porción del Pueblo de Dios encomendada. Este lugar teológico hoy es plataforma de Encarnación local, trampolín de Misión universal y motivo de profundo agradecimiento.
En mi itinerario creyente el Espíritu de Dios siempre me ha llevado por caminos imprevistos e inéditos: nunca elegí el servicio que me tocó prestar, pero siempre pude servir a las comunidades con un amor disponible y universal. Esto me recuerda aquella homilía de D. Enrique Alvear, el obispo de los pobres, quien contó que “Cristo no escoge al que es más generoso de todos, al que es más sabio, al que es más humilde, al que tiene más cualidades; Él escoge al que quiere”. Así me siento hoy, “indigno siervo tuyo”. No soy yo quien acepta esta pesada cruz, sino que es Cristo quien me da las fuerzas para consentir la voluntad de Dios en mi vida. Como sanador herido, pongo mis heridas al servicio de ustedes, mis hermanos y hermanas, junto al cardenal Aós y a sus Obispos auxiliares.
Espero que este nuevo ministerio sea una buena noticia, no tanto para mí sino para esta Iglesia de Santiago que me acogió como sacerdote misionero y que me recibe ahora como Obispo auxiliar.
Una Iglesia en situación de diáspora y fragilidad institucional. Una Iglesia llagada que vuelve a Jesús y recupera la frescura original del Evangelio.
Una Iglesia con rostro femenino. Una Iglesia cercana, alegre y experta en humanidad. Una Iglesia orante, profética, fraterna y samaritana. Una Iglesia que goza de ser pueblo de Dios y huye de los círculos de poder. Una Iglesia que acoge e integra las diversidades. Una Iglesia viva y esperanzada. Me siento profundamente unido a esa ola de esperanza que lucha por “promover conjuntamente una transformación eclesial que involucre a todos”, como nos pide Francisco en la carta que nos escribió al pueblo chileno.
Con estos horizontes me preparo para iniciar mi ministerio con ustedes, hermano, y para ustedes, obispo. Soy consciente de que entrego y renuncio a mucho de lo que me identifica. Estoy dispuesto a habitar la soledad del pastor para ayudar a “
Cuando miro hacia delante, me identifico con la descripción de obispo de San Oscar Arnulfo Romero, pastor y mártir: “Es simplemente un hombre de Dios al servicio de todos sus hermanos”.
Cuando era joven, esta invitación me quedó grabada en mi corazón: “agranda el Sí de María de Nazaret”. Con el auxilio de la Madre, le pido al Señor que me enseñe a ser “servidor de Dios y hermano de todos”.
Les agradezco su oración, les pido perdón por mis pecados y faltas, y me pongo a su disposición para aprender dócilmente a ser el obispo auxiliar que la Iglesia de Santiago necesita hoy.
Muchas gracias y que Dios los bendiga.
+Álvaro
Fuente: Arzobispado de Santiago Santiago, 02-07-2022
Video: Saludo Padre Álvaro Chordi
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