La misericordia de Dios es eterna, no se rinde ante la adversidad
Durante la celebración de la fiesta de la Divina Misericordia el obispo Cristián Roncagliolo, pidió por la salud de las personas contagiadas con Covid-19. Agregó que “esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos”.
“Queridos hermanos nos reunimos para celebrar el domingo de la Divina Misericordia, como Dios en su infinito amor viene a nuestro encuentro para redimirnos, para llevarnos al cielo”. Con esas palabras el obispo inició la eucaristía, animando a las miles de personas conectadas a la transmisión a través de emol.com y las redes sociales de la Iglesia de Santiago.
En este segundo domingo de Pascua el evangelista Juan (20, 19-31) recordó al apóstol Tomás y monseñor Roncagliolo reflexionó sobre cuál fue la reacción de Jesús ante la desconfianza del discípulo: “La paciencia. Jesús no abandona al terco Tomás en su incredulidad; le da una semana de tiempo, no le cierra la puerta, espera. Y Tomás, en el encuentro con el Resucitado reconoce su propia pobreza, la poca fe y se deja envolver por la misericordia divina, la ve ante sí, en las heridas de las manos y de los pies, en el costado abierto, y recobra la confianza: es un hombre nuevo, ya no es incrédulo sino creyente”.
El obispo auxiliar de Santiago explicó que “La misericordia no abandona a quien se queda atrás. Ahora, mientras esperamos una lenta y ardua recuperación de la pandemia, se insinúa justamente este peligro: desentendernos de los más frágiles, de los pobres y excluidos. (…) Pero esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos”.
También hizo alusión sobre las revelaciones privadas de Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca que recibió mensajes de Jesús sobre su Divina Misericordia. “Santa Faustina, después de haberse encontrado con Jesús, escribió: «En un alma que sufre debemos ver a Jesús crucificado y no un parásito y una carga… [Señor], nos ofreces la oportunidad de ejercitarnos en las obras de misericordia y nosotros nos ejercitamos en los juicios» (Diario, 6 septiembre 1937). Pero un día, ella misma le presentó sus quejas a Jesús, porque: ser misericordiosos implica pasar por ingenuos. Le dijo: «Señor, a menudo abusan de mi bondad», y Jesús le respondió: «No importa, hija mía, no te fijes en eso, tú sé siempre misericordiosa con todos» (24 diciembre 1937)”.
“Con todos” enfatizó monseñor Roncagliolo y animó a los fieles: “No pensemos sólo en nuestros intereses, en intereses particulares. Aprovechemos esta prueba como una oportunidad para preparar el mañana de todos, sin descartar a ninguno: de todos. Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro”.
Oración de los fieles
El Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago propuso a toda la arquidiócesis, a través de un subsidio, una especial oración universal para pedir con fuerza por los más afectados a causa de la crisis sanitaria y social que se vive en Chile.
En la voz del párroco de Santa Faustina, padre Juan Ignacio Schramm se hicieron estas peticiones: “Por quienes sufren los efectos de esta crisis: por quienes viven problemas familiares, o problemas económicos, por quienes han perdido su fuente laboral o disminuido sus ingresos. Para que en este tiempo la caridad y la misericordia sean nuestra primera forma de responder a esta crisis”.
En este domingo de la Divina Misericordia, “pidamos al Señor por los enfermos de nuestras familias y comunidades. Para que el Señor les conceda el don de la salud, la fuerza para enfrentar la enfermedad y la esperanza en su recuperación. Pedimos también por quienes con generosidad cuidan de ellos, en especial por los equipos médicos y de enfermería que con tanta dedicación, profesionalismo y cariño arriesgan su vida por acompañar a quienes sufren”, rezó.
Al finalizar la eucaristía monseñor Roncagliolo elevó una oración pidiéndole a la Virgen que “acompañe a nuestra patria en estos días de pandemia y nos renueve en la esperanza y en la misericordia”.
ORACIÓN
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros confiamos a ti,
que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús,
a quienes están contagiados,
a quienes son más vulnerables
y a quienes han muerto.
Intercede también
por quienes tienen la responsabilidad
de proteger la salud y seguridad de los demás
y por quienes cuidan al enfermo
y asisten al moribundo.
Tú, Salvación de los pueblos,
sabes de qué tenemos necesidad
y estamos seguros que proveerás,
para que, como en Caná de Galilea,
pueda volver la alegría y la fiesta
después de este momento de dificultad.
Bajo tu protección buscamos refugio,
Santa Madre de Dios.
No desprecies nuestras súplicas
que estamos en la prueba
y líbranos de todo pecado,
oh Virgen gloriosa y bendita.
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