Jóvenes economistas y emprendedores procedentes de 120 países del mundo participaron el pasado 19, 20 y 21 de noviembre del encuentro la Economía de Francisco (EoF), iniciativa impulsada por el Papa para la construcción de una economía basada en la fraternidad y la equidad, y que este año, por causa de la pandemia, fue transmitido vía streaming desde el Vaticano. De ellos, conocimos la experiencia de cinco jóvenes de Chile y Perú que decidieron participar y hoy nos comentan sus conclusiones.
Selene Cueva, María Elena Moreno, Ignacio Oliva, José Tomás Hargous y Rodrigo Saavedra fueron parte de los cerca de dos mil jóvenes que quisieron aportar, desde sus disciplinas, iniciativas para hacer caminar al mundo, hacia una economía más justa y equitativa.
José Tomás es periodista. Se enteró del encuentro y lo pensó como una instancia para aprender y compartir desde su experiencia, un modo de hacer empresa inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia DSI. Luego de nueve meses que tomó para profundizar sus conocimientos con la lectura de encíclicas y textos especializados, destaca la necesidad de un cambio cultural, promoviendo la economía al servicio de las personas y su desarrollo humano integral. Tras su participación en la EoF, hace un positivo balance. “Fue una experiencia muy potente, con personas de todo el mundo y de destacada trayectoria. Me voy contento, con grandes enseñanzas para la humanización de la economía mundial (...) Por supuesto, hay soluciones de carácter técnico con las que no necesariamente estoy completamente de acuerdo, pero sí con el espíritu que hay detrás de ellas y los principios que la sustentan, lo que da un piso compartido para trabajar juntos por reanimar la economía mundial, especialmente en este tiempo de crisis y de cambio en Chile y el mundo”
Ese llamado a construir una economía desde la fraternidad le hizo sentido a Rodrigo Saavedra, cientista político, que conoció la EoF cuando se encontraba trabajando en un proyecto de desarrollo local. Siempre pensó que la economía a escala humana mejora la condición de vida de las personas y luego de su participación en el EoF reafirmó que estaba en el camino correcto. “El mayor éxito del encuentro fue transmitir en forma global la existencia de una necesidad por actividades económicas más sustentables”, dijo, argumentando que con este intercambio de proyectos se “dejó abierto el llamado a tomar la iniciativa desde lo local y nos obligó a sincerar posiciones entre quienes pensamos distinto para lograr acuerdos sin violencia, sesgos o rencores”.
El trabajo colaborativo y de co-creación fue el principio que Selene Cueva, economista e investigadora, defendió desde la villa “Co2 de Desigualdad”, donde apostaron por una economía más humana, empática y basada en el amor al prójimo. Respecto de su participación, Selene señala que el encuentro fue inspirador: “Es emocionante ver tanta gente con ganas de cambiar cosas y trabajar por el bien común. Hay que tomar acción desde nuestro lugar en el mundo, ser más conscientes e incluir el modelo de la economía de Francesco para seguir co-creando. Aún nos queda un año – por lo menos – de trabajo continuo dentro de las villas que hemos formado, así que me voy más motivada para continuar ese trabajo interno”.
La también economista María Elena, encontró en la EoF la ocasión para demostrar que su campo de estudio puede estar al servicio de las personas. Luego de meses de trabajo colaborativo y aprendizaje multidireccional, María Elena confirma que la EoF “fue el puntapié que dará inicio a los sueños que se convirtieron en proyectos”, y después de esta experiencia fraterna saca tres grandes conclusiones desde las que deberá abordar sus proyectos. “La primera es la invitación a actuar desde los ámbitos en los cuales nos desempeñamos. La segunda es aprender unos de otros. Es tiempo de co-creación y no de competencia, y la tercera es conectar con nuestra tierra, alejándose de la explotación y el maltrato que hemos venido causándole como humanidad desde hace varias generaciones”, declaró.
Conectar con la tierra regenerando sistemas sociales y ecológicos, fueron las bases valóricas y éticas que motivaron al ingeniero civil, Ignacio Oliva a aportar sus conocimientos en la villa “Políticas Públicas para la Felicidad”, desde donde promovieron un cambio para favorecer el respeto de las personas y de todas las formas de vida del planeta.
Sobre el encuentro mundial afirmó que fue un buen encuentro, capaz de recoger más de seis meses de trabajo, demostrando “que es posible realizar esfuerzos globales por una nueva economía”. Desde la Eco-economía, Ignacio considera que el Papa ha sido muy humilde al convocar a un encuentro ecuménico de estas características y ambición, y cree que a pesar de que será un camino largo “lo hacemos porque vale la pena, porque es lo debemos hacer y no estamos solos”.
Francisco, los jóvenes y el Chile que viene
En distinta medida, todos los participantes creen que es necesario avanzar hacia un modelo económico más justo y fraterno. Ignacio pondera por un sistema económico inclusivo y redistributivo; María Elena cree que toda decisión debe poner en el centro a la persona humana; Selene sabe que la movilidad social es un tema preocupante en el Chile de hoy y que la única vía posible hacia el desarrollo es proponer concienzudamente, nuevas reglas al juego; y desde el mundo empresarial, José Tomás considera necesario un cambio personal y cultural que nos motive a promover la dignidad humana y el Bien Común en todas las instancias de la sociedad, como el primer paso para construir una sociedad más justa, libre y solidaria.
La discusión está en la mesa y hay mucho en que trabajar. Se espera que el próximo encuentro sea de manera presencial, y si las condiciones sanitarias lo permiten, dos mil jóvenes se reunirán en la ciudad de San Francisco, en otoño de 2021, para evaluar el impacto que tuvo este trabajo colaborativo en la realidad de cada una de sus regiones.
Fuente: Comunicaciones Santiago
Santiago, 04-12-2020