Unidos a la oración que los fieles de la Virgen de Guadalupe hicieron en grandes ciudades y en pequeños pueblos y caseríos de toda nuestra América Latina, desde México hasta Chile, este jueves 12 de diciembre la capilla dedicada a la “Morenita del Tepeyac” de nuestra Diócesis de Osorno, también hizo memoria de la “Patrona de América” con la celebración Eucarística y le rindió homenaje con la música y el canto.
Con gran alegría y devoción, llegaron hasta el sector de Chuyaca los devotos venidos de los decanatos de la Costa, la Cordillera, el Centro y Rahue, para venerar nuevamente, y en medio del Tiempo de Adviento, a la Madre del Señor, con la fe sencilla de los creyentes católicos, con la Palabra de Dios, con oración, con flores y regalos, con el corazón dispuesto a la escucha del mensaje que María de Guadalupe, nos trajo a todos sus hijos e hijas, a través de San Juan Diego: “No temas. Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre”.
Así lo señaló el padre Juan Aros, quien presidió la eucaristía, y agregó “que ese mensaje cale profundamente en estas horas de nuestra vida y de nuestra historia, para nuestro amado Chile y para cada uno de nosotros. Pongamos a los pies de nuestra Madre, todo el dolor, todas las alegrías y las preocupaciones de nuestro continente y de nuestra Patria para que ella nos regale la esperanza y el consuelo e interceda ante el Señor Jesús. Hoy de manera especial por estas 38 familias que perdieron a sus seres amados”.
La Virgen María, se aparece a Juan Diego en 1531, en un momento especial de la historia de México, y lo hace en un cerro llamado Tepeyac, “es ahí donde se le acerca a este hermano nuestro y en él, a cada uno de nosotros, y le habla en su idioma natal, en náhuatl, como signo de su deseo de acercarse y auxiliar a todas las personas”, agregó el padre en su homilía.
“La señora del cielo”, como llamaba Juan Diego a Nuestra Señora de Guadalupe, pidió que le construyeran en ese cerro un templo para ella “y así fue. Pero ¿Para qué pidió el templo? Para que todos nos sintiéramos en nuestra casa, cuando estemos bien, cuando estemos pasando momentos difíciles o simplemente cuando quisiéramos y necesitemos dialogar con el Señor, con ella. Quiso darnos un espacio para el encuentro, para recordarnos lo que le dijo al joven Indígena: hijo, hija no temas. Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre”, aseguró el padre Juan Aros.
Al finalizar la eucaristía, una joven feligrés, luciendo un gran sombrero y vestida con el tradicional traje de “Charra”, inició su canto a la Madre de América Latina, “A ti Virgencita, mi Guadalupana…”, mientras la asamblea alegre y emocionada, acompañó con aplausos el hermoso momento.
Fuente: Comunicaciones Osorno
Osorno, 13-12-2019