Ante una masiva concurrencia de fieles en la Catedral Metropolitana, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz presidió una solemne Misa de Navidad, al mediodía del domingo 25 de diciembre.
Luego de visitar a niños enfermos en el Hospital Calvo Mackenna, el Cardenal Errázuriz se dirigió hasta la Catedral Metropolitana para presidir la Misa de Navidad, la que fue transmitida en directo para todo el país por Canal 13 de Televisión. La Eucaristía fue concelebrada por Monseñor Andrés Arteaga, Obispo Auxiliar de Santiago; y los presbíteros Pedro Narbona, Ignacio Muñoz y Cristián Roncagliolo.
Monseñor Errázuriz centró su homilía en los aspectos principales de su mensaje de Navidad, destacando su deseo de que el espíritu del nacimiento de Jesús permanezca durante las próximas semanas entre nosotros, especialmente en este tiempo de elecciones, y sea un fermento duradero en nuestra convivencia.
También reiteró el llamado a tener una mayor preocupación por los niños. Al respecto, señaló: “No quisiera pasar por alto otra dimensión del mensaje de Belén. Un niño es una criatura que despierta todo nuestro cariño … y también el deseo de acompañarlo y ayudarlo. No se puede valer por sí mismo; no tiene nada de autosuficiente. Un niño depende de la ayuda de su familia, sobre todo de su madre. Nace muy desvalido. Al llegar hasta nosotros el Hijo de Dios como un niño, Dios no subrayó su poder infinito sino, por así decirlo, su desvalimiento. Desde la cuna, y también desde el cielo, nos pide nuestra colaboración. La necesita cada vez que nace un hijo de Dios, y cuando no tiene hogar ni cariño, cuando está hambriento, pobre, enfermo, encarcelado, esclavizado a adicciones, y muy afligido. Llega hasta nosotros el eco de las palabras de Jesús: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
Por un clima de paz
Al conversar con la prensa, luego de la Misa, el Cardenal profundizó su llamado a vivir un proceso eleccionario con respeto, sin descalificaciones. “Soy un convencido que Jesucristo vino hasta nosotros, nació en Belén, no para que lo celebremos uno día, no para que el espíritu de él reine en nuestras familias y sociedad un par de horas.
Es mucho más que eso. El espíritu de paz, de amor, de oración, de benevolencia, que él nos trajo tiene que marcar a nuestra sociedad en todo momento. Esto me parece tanto más importante en este tiempo de elecciones. Siempre sabemos que las elecciones pueden ser conflictivas, pero hay límites. No hay que desprestigiar ni descalificar. Tenemos dos candidatos, los conocemos, los podemos conocer más. Hay que darles la posibilidad que ellos expongan sus grandes proyectos para el país, y que las personas con mucha libertad interior puedan optar. Todo lo que sea desprestigios de personas es muy negativo. No queremos un Chile polarizado. No queremos un Chile polarizado en dos grupos, situación que nos ha producido problemas muy grandes en el pasado. Hay que tener la capacidad y la altura para encontrar lo bueno en el adversario político, y para poder anunciar lo bueno de los propósitos propios, pero con gran serenidad y con mucha confianza de que el pueblo de Chile sabe optar y sabe elegir”.
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Fuente: DOP Santiago
Santiago, 25-12-2005