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Opinión / Cartas al Portal


Manipulación genética para tener un hijo sordo

Con asombro nos hemos informado a través de la prensa británica del día 13 de marzo del 2008 que unos padres que padecen de sordera y que ya tienen una hija sorda quieren ahora que su próximo hijo, obtenido a través de la fecundación in vitro, también nazca sordo. Lo paradojal es que no sólo se alegraron de que su primera hija naciera sorda sino que ahora pretenden usar de las técnicas de selección genética para que su nuevo hijo también sea sordo. Sin lugar a dudas hechos de esta naturaleza nos llevan a reflexionar, una vez más, en la inviolable dignidad de la persona humana. Y surgen preguntas acuciantes que merecen respuestas verdaderas y respetuosas de la persona humana. ¿Pueden unos padres tomar una decisión de esa envergadura afectando el normal desarrollo de un nuevo hijo atentando a su dignidad humana?
Y por el contrario, si nos ponemos en el caso opuesto: ¿Pueden unos padres causar la muerte de un hijo que viene con mal formaciones congénitas? ¿Dónde queda el respeto de un derecho humano tan fundamental como es el derecho a la vida? ¿Acaso la libertad humana no tiene límites razonables y objetivos de racionalidad y objetividad que permitan distinguir el bien del mal? ¿Acaso no existe una ley natural fundamental impresa en el corazón humano de hacer el bien y evitar el mal? Sinceramente creo que el anhelo más profundo de un padre y una madre es que su hijo nazca sano. Y si por diversas circunstancias el hijo nace con algún problema, tenemos el caso de muchas familias que con gran entereza de alma han acogido a sus hijos en tales condiciones dando testimonio al mundo de que el amor y la vida son más fuertes. Dios nos libre de entrar en una escalada de selección eugenésica eliminando a los niños con problemas y no permita que se pasen a llevar los más fundamentales derechos de un nuevo ser humano para que nazca en las mejores condiciones posibles. El derecho a la vida es un derecho originario, anterior a cualquier regulación por parte de la autoridad. Y toda regulación que lo ampare debe respetar estos principios fundamentales. De lo contrario la "cultura de la muerte" seguirá destruyendo y asesinando vidas inocentes y la "cultura de la vida" demandará de todos los que defendemos los derechos humanos y estamos a favor de la vida de acciones concretas a favor de los más inocentes y desvalidos como lo son los niños que están por nacer.
Pbro. Francisco Javier Astaburuaga Ossa