Quiero testimoniar la preciosa amistad que unió a nuestra familia con Monseñor Manuel Santos Ascarza.
Haciendo honor a su apellido, fuimos testigos de su valentía para hacer verdad por encima de todo inconveniente, como fiel testigo del evangelio, un santo mostrándonos a Cristo con su consecuencia real al evangelio. Lo tuvimos en casa en muchos momentos en que conocimos aspectos de su personalidad. Era sagaz, lúcido y muy sincero. Se mataba de la risa cuando lo tildaban de “rojo” y entre risas decía que él se consideraba muy “momio”. Nuestros hijos , adolescentes en ese entonces, tuvieron con él preciosas conversaciones. Tuvimos la alegría que su libro, “El cristiano es diferente”, lo dedicara a nuestros hijos (Muñoz Ramírez) y a los hijos de otra familia de Concepción. Me siento inmensamente feliz de haberlo disfrutado en su paso por Concepción y poder tener sus restos en nuestra catedral.
Amalia Ramírez