La defensa de la vida del niño que está por nacer es también una defensa de la madre que aborta. Una abundante literatura científica ya ha examinado las consecuencias de un aborto a través del Síndrome Post Aborto. Llorar a solas, padecer infertilidad, consumir drogas o alcohol; pensamientos o actos suicidas y otras tendencias autodestructivas como tener pesadillas y desesperarse son algunos de los padecimientos de miles de mujeres que cada día se someten a un aborto sin prever las consecuencias. Incluso los médicos y personal auxiliar paramédico cómplices de un aborto padecen trastornos graves de la personalidad con sueños recurrentes de los atroces actos cometidos. La legalización del aborto no evitará estas consecuencias humanas y sicológicas y siempre concluirá con la vida de un ser inocente que no ha tenido el más mínimo derecho a la defensa. La alteración sicológica de la madre que la hace perder la paz y la reconciliación interior que tanto necesita, frente a tanto dolor padecido, requieren de todo nuestro apoyo a favor de la vida. Asimismo aquellos que son cómplices de este abominable delito contra la vida necesitan de ayuda terapéutica y espiritual para no sufrir indefinidamente en sus conciencias y psique de los atroces actos de asesinatos por aborto en los que han participado.
Pbro. Francisco Javier Astaburuaga Ossa
Licenciado y Doctor en Derecho Canónico
Pontificia Universidad Lateranense de Roma