La auténtica Luz de Belén no es la estrella que guía a los "magos": es el mismo Niño Jesús, el Verbo eterno abajado a nuestra frágil naturaleza, en pobreza material y al mismo tiempo se da la paradoja del Creador en comunión con la creación en un humilde portal.
Así como la Gloria de Dios irradió a los pastores y los llenó de gozo en su adoración al Salvador, esa misma Luz de Luz debe primar en estos días en nuestros corazones y en nuestras mentes por sobre el bullicio consumista y estridencias coyunturales.
Es penoso ver trenzarse en una disputa pública, a través de un medio masivo, a un sacerdote diocesano y a un presbítero religioso sobre el discurso de un militar.
La Iglesia no está al servicio de causas políticas, pues por importantes que sean, están supeditadas al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia, además que ése es terreno preferente de los laicos.
Mantengámonos en comunión unos con otros, intencionando en nuestras oraciones y testimoniando entre la agitación cotidiana que es posible adoptar el cristianismo como forma de vida ante tanto signo de muerte en la vida pública, en actitudes que atentan contra el don de la vida y no respetan el misterio de la muerte ni el dolor de muchos.
Que la paz que nació en Belén anide en nuestras almas y en el alma de Chile, tan identificada con la Iglesia, matriz fundadora de esta patria que debe ir en camino a la Patria donde el Señor nos espera con amor.
Rodolfo Arredondo, ofs.
CI: 11.366.036-8