Señor Director:
En la página C-5 de el diario El Mercurio de fecha 6 de Octubre´2006 aparece un articulo de prensa cuyo título es: “Bono premia “el género” en el Estado”. Y se indica, por la articulista, que el “enfoque de género” es una de las cinco áreas del programa para mejorar la gestión en los servicios, que amarra metas a un beneficio de 5% del sueldo base que se paga cada tres meses. Y luego se agrega: “hay compromisos que tienen prioridad para el gobierno. Entre éstos las propuestas de la convención de la ONU para eliminar todas las formas de discriminación contra la mujer (Cedaw). Tanto así que el llamado “enfoque de género” para asegurar la igualdad de oportunidades a hombres y mujeres es hoy de incorporación obligada en los servicios públicos”. Hasta aquí, en parte, ningún problema porque habría que explicar que es el Cedaw, verdaderamente. Pero eso sería materia de otra carta. No obstante, es meritorio y loable todo esfuerzo por dignificar a la mujer en su desarrollo personal y profesional en su aporte a la sociedad en igualdad de derechos con los hombres. Sin embargo, la palabra “género” no es ambigua en su significado más profundo por cuanto conlleva implícita una determinada visión de la sociedad cuando en el recuadro del mismo articulo se expresa: “El género no equivale a sexo, aclaran en el Sernam. La definición que cuesta asimilar en los servicios - cita el artículo - dice así: “género (es) el conjunto de actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que a través de un proceso de construcción social diferencia a los hombres y a las mujeres…”. Y es aquí donde surgen dudas razonables del significado que se le quiere dar a la palabra “género” y su aplicación a la sociedad chilena a través de políticas públicas para cumplir las obligaciones impuestas por la ONU a través del Cedaw por cuanto el sentido del término “género” ha evolucionado, diferenciándose de la palabra “sexo” para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sujetas a cambio. En pocas palabras: meras construcciones socio-culturales. Es decir, acuerdos programáticos según un determinado pacto social. De tal modo que estamos de frente a una ideología y no a un mero concepto gramátical, pues existe una ideología de género y ésta afirma que no existe el hombre natural ni la mujer natural, y que no hay una conducta exclusiva de un solo sexo. Esto quiere decir que no hay una esencia femenina o masculina, y que tampoco existe una forma natural de sexualidad humana. Según los difusores de esta ideología, si usted nació como hombre o mujer, aprendió a comportarse como tal porque así se lo enseñaron en la cultura, pero no porque esa conducta pertenezca a su biología de hombre o mujer conforme al orden natural. En otras palabras: usted así lo aprendió de la cultura. Como quien dice, se lo impuso la sociedad. Pero, en realidad, usted pudiera tener gustos y preferencias como las de un hombre porque no existe una naturaleza de mujer, ni una psicología femenina. En síntesis, la ideología de género es un proyecto de sociedad que no responde a la verdadera naturaleza del ser humano manifestada en la riqueza de su diversidad femenina y masculina de igual dignidad. Entonces me puedo preguntar. ¿Es éste el objetivo de quienes propagan la ideología de género? Si es así, el término "género" no es entonces una mera construcción en la evolución del lenguaje y por tanto estamos de frente a una grave amenaza para toda la sociedad. Pues una ideología de esta naturaleza conlleva un cambio cultural radical donde la familia, las relaciones de pareja, la afectividad y la sexualidad se ven seriamente comprometidas. Pues a través del concepto 'políticas de género' o “ideología de género” se ha difundido la aceptación social de la homosexualidad y el lesbianismo, de la bisexualidad y transexualidad, como si su situación fuera en todo equiparable a la heterosexualidad. Por lo tanto es un imperativo ciudadano informarse y ser adecuadamente informado del verdadero significado del concepto “género”.
Pbro. Francisco Javier Astaburuaga Ossa
Licenciado y Doctor en Derecho Canónico Pontificia Universidad Lateranense de Roma