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Opinión / Cartas al Portal


¿Por qué no debatir desde la Fe?

En ya cientos de entrevistas, declaraciones y notas periodísticas sobre la píldora del día después he notado la ausencia generalizada de tres palabras: Dios, alma y eternidad. Lo más grave de entregar un fármaco probablemente abortivo a la población es que pongo en juego no sólo la vida de criaturas inocentes, sino la salud y destino final del alma inmortal de quien la promueve, la expende o la ingiere.

Desde un punto de vista médico se han esgrimido los estudios del chileno Horacio Croxatto para decir que no mata al zigoto (una persona); pero la comunidad científica mundial no lo ha validado. Cualquier profesional con una mínima formación en metodología de la investigación sabe que es condición para dar validez a una hipótesis, aunque ella haya sido contrastada en un trabajo particular. Luego, puede ser abortiva y, por tanto, homicida.
En torno a la moral familiar y de la vida coincido plenamente con el Papa y los obispos chilenos, pero voy a remarcar un aspecto. Hemos perdido de vista el hecho de que somos creaturas, con un alma infundida por Dios para siempre y cuyo destino se juega en la vida que el Señor nos regala en este mundo.

"Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. ¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!: bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad". Así, breve y poéticamente, San Francisco de Asís resumía su visión de la muerte, una hermana no tan aterradora para quien se configuro fielmente a Jesucristo, y del destino final del hombre de acuerdo con sus decisiones.

Quizás la peor mentira de la modernidad puramente iluminista sea pensar que se pueden eliminar el dolor y la muerte a través del creciente aumento de recursos tecnológicos que van impactando en la irrupción de ideologías tautológicas. Eso pasa porque mientras crecen los bienes materiales (aunque injustamente distribuidos), los espirituales no aumentan, su "producción" no es valorada ni fomentada.

Pidamos al Altísimo que nos dé el valor de ser y obrar con un sentido de eternidad. Sólo así respetaremos todos los derechos humanos.
Paz y bien.

Hno. Rodolfo A. Arredondo, ofs.
CI: 11.366.036-8
Periodista.