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Opinión / Cartas al Portal


El pecado en los sacerdotes

Suele olvidarse que los sacerdotes son seres humanos y que por su condición de tales están expuestos al pecado.

Cuando sus pecados se hacen públicos, se rasgan vestiduras y se hace gran escándalo el que suele transformarse en una acusación contra la Iglesia Católica.

Como pecadores, están abiertos al arrepentimiento y al perdón divino. De esto hay testimonio desde el perdón a san Pedro por su triple negación, a san Pablo por sus persecuciones y en la vida de muchos santos.

Se olvida también que Cristo vino por los pecadores y no por los que estaban sanos y que en el caso de la mujer adúltera dijo a los que la acusaban que el que estuviera exento de pecado lanzara la primera piedra y que Él procedió a perdonarla.

No debemos juzgarlos sino que entender lo que ha pasado y por qué han caído en la tentación.
La tentación es, muchas veces, en el caso de los pecados sexuales, obra o compartida por la pareja o la víctima.

La responsabilidad propia es caer en la tentación y solicitamos ayuda en el Padrenuestro para que esto no nos ocurra. Somos débiles y estamos expuestos a la obra de Satanás.

En cuanto católicos, tenemos algún grado de responsabilidad en el pecado de nuestros sacerdotes: los dejamos muy solos, sin las necesarias redes de apoyo social que todos necesitamos.

Tampoco rezamos lo suficiente por ellos.
Debemos prevenirlos de sus debilidades y ayudarlos a su superación.

El juzgarlos corresponde a Dios.

La Iglesia tiene sus propios tribunales que emitirán sus pronunciamientos conforme con el Derecho Canónico.

Sólo eventualmente deberán ser sometidos a los tribunales de justicia del país en el caso de los delitos. Pero estos tribunales son de una justicia relativa, humana e imperfecta, con numerosos yerros.

En ningún caso debemos aceptar la condena que hacen de ellos los medios de comunicación.

Dr. Pedro Naveillan F.