La noticia de que el aborto en España amplia su cobertura es reflejo de una cultura en la cual la justicia sucumbe frente al laicismo deshumanizante. La mentalidad antivida de quienes promueven el asesinato de seres humanos inocentes, de manera lenta pero sostenida, lleva a lo que se ha venido a llamar “la pendiente resbaladiza”. La experiencia chilena, del sentido de esta expresión, la conocemos bien con la llamada “píldora del día después”. Primero se nos dijo que era sólo para víctimas de violación, luego que sólo para quienes tuviesen una falla en el uso de un “método anticonceptivo”, y hoy para niñas mayores de 14 años sin el consentimiento actual de sus padres. Por tanto queda demostrado, en los hechos, que no hay límites para esta ideología en desconocer la misión de la familia en la educación de los hijos y en el respeto de la dignidad de toda persona humana, especialmente del más débil.
Lo que llama la atención del caso español es que desde que se despenaliza el aborto en 1985 la cifra de muertes de niños por esta causa se ha incrementado de manera sostenida. Hoy, en España mueren más de 100.000 niños al año por aborto provocado y sus madres padecen las secuelas físicas, psicológicas y morales de saberse causantes de la muerte del propio hijo.
En Chile en cambio han surgido en el último tiempo estudios de salud pública que señalan que la salud materno-infantil, y especialmente la mortalidad materna en la última década es la más baja de Latinoamérica, gracias al acceso igualitario y la alta cobertura en cuidados del binomio madre-hijo. Además si vemos el concierto americano, Chile se sitúa detrás de USA y Canadá como el país que tiene menor mortalidad materna, sin haber tenido necesidad de acceder al aborto como política de salud pública.
Es ilusorio pensar por tanto que el uso de la píldora del día después, la cual no ha mostrado en la evidencia internacional reducir el número de embarazos en adolescentes, o la despenalización del aborto, sean políticas públicas indispensables para lograr alcanzar el desarrollo en ámbito sanitario y social que nuestro país aspira en el Bicentenario.
Dr. Cristián Vargas Manríquez
Médico Cirujano
Director Instituto Superior de Bioética
Universidad Católica de la Santísima Concepción