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Opinión / Cartas al Portal


Si vis pacem para belum

El Pdte Obama, al recibir el premio nobel por “la paz” ha señalado en su discurso: "los instrumentos de guerra juegan un rol en la preservación de la paz". Indicando asimismo: "No somos prisioneros del destino. Nuestras acciones cuentan y pueden conducir la historia hacia la justicia… La guerra jamás es gloriosa. La guerra es una premisa de tragedia humana". Para luego agregar: "No tengo conmigo hoy una solución definitiva a los problemas de la guerra… No tengo dudas sobre la existencia de otros candidatos que habrían sido más meritorios". Ante tales afirmaciones cabe señalar en primer lugar que somos muchos los que creemos y pensamos que el premio por la paz no era para quien representa un país enfrascado en diferentes conflictos bélicos en diferentes partes del mundo y que su propia nación rechaza ante la muerte de sus hijos. Y por otra parte debemos comprender que los fundamentos de la paz son la verdad, la justicia, la libertad y la solidaridad (Juan XXIII, Pacem in Terris). Por lo tanto, el antiguo dicho romano “si vis pacem para belum” (si quieres la paz, prepárate para la guerra) es un camino que lleva a una escalada armamentista de los pueblos en perjuicio de los más pobres, generando más violencia e injusticias. El camino de la paz pasa por el diálogo y el respeto del derecho internacional en la solución de los conflictos. Justificar la guerra como camino para la paz es un error. La legítima defensa es éticamente correcta ante un agresor injusto, pero justificar la guerra como una acción deliberada a efectos de mantener la paz – sin que exista un injusto agresor - , provoca grandes injusticias y esa guerra nunca llegará a ser “gloriosa”. La guerra destruye el corazón de un pueblo y causa heridas por generaciones que son difíciles de sanar. En cambio la paz, fundada en la justicia y la verdad, manifiesta la gloria del hombre y su dignidad. Chile y Argentina por la mediación de Juan Pablo II, optaron por el diálogo en la verdad y se conquistó la paz, sin destruir la fraternidad entre pueblos hermanos. Una tarea permanente entre pueblos vecinos y que el próximo gobierno de la nación deberá fortalecer para bien de todos.

Pbro. Francisco Javier Astaburuaga Ossa