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Opinión / Cartas al Portal


La ausencia de Dios en los medios: La tragedia de una Canonización

Para todo católico una canonización es una fiesta en la que siempre el horizonte es la gloria de Dios en Cristo Resucitado. Desde ese punto de vista, la forma como los periodistas, publicistas y propagandistas hemos abordado la confirmación en la tierra por parte del Papa de que Alberto Hurtado mira a la cara al Señor ha demostrado una pobreza de fe que al mismo sacerdote jesuita le habría impactado.

Lo que es en nuestro corazón un motivo de gozo se ha banalizado en los medios. La expresión más clara de cierta miseria comunicativa es la polémica que un diario trató de inventar sobre quién canta un himno.

Me parece de una bajeza que sólo es superada por la espiritualidad profundamente cristocéntrica que han transmitido algunas personas que realmente acogieron el llamado al seguimiento de Jesús pobre y sufriente que formuló con su testimonio de vida el padre Hurtado.

La difusión de la canonización tampocó está exenta de problemas. "Él nos marcó el camino" es el eslogan. La enorme humildad de quien fundara el Hogar "de Cristo" nos invitaría a decir que el camino es el Señor y que Alberto Hurtado marchó por y hacia Él con una coherencia que lo hace amigo de Cristo: santo.

Sin duda fundó una obra solidaria que ha ganado renombre; fue un promotor de la doctrina social de la Iglesia así como de la integridad de su Magisterio, pero no se encerró en lo eclesial. Fue un hombre de Iglesia y absolutamente obediente y leal a ella; pero ante todo fue un hombre de Dios. De fe: eucarístico, de oración profunda, director de almas, comprensivo con la alegría y el dolor de sus amigos e incluso con quienes le escupían.

Quizás está todavía pendiente el desafío lanzado en al año jubilar 2000 a hacer menos aburrida la exposición de nuestra fe sin caer en simplismos. A entendernos mejor entre periodistas (sobre todo los fieles laicos) y representantes de la Iglesia.

No temamos a la novedad de decir que el padre Alberto Hurtado es santo porque vivió en un país que iba camino en lo que es hoy -una sociedad de violencia estructural, desigual y nihilista- el Evangelio en carne viva. Él dio ejemplo de que Jesús se ha quedado con nosotros hasta el final de los tiempos: en la Palabra, en la Eucaristía y en el amor a cada hermano.

Para Alberto Hurtado cada persona es Cristo. Y no me cabe duda de que cada madrugada, al consagrar, su sacrificio se hacía parte del continuo e infinito sacrificio del Hijo de Dios, consciente de ser una criatura, pero destinado a la eternidad por la resurrección que significa comulgar y dar la sagrada comunión y estar en comunión con el Creador.

La comunicación se basa en la comunicación íntima de la Santísima Trinidad. Desde la contemplación de ese misterio el padre Hurtado fue, es, obró y obra. Y de la aproximación a esa realidad como comunicadores podemos poner un grano de nuestra parte para ir hacia la construcción del Reino de Dios.

Paz y bien.

Rodolfo Arredondo
CI: 11.366.036-8.
Periodista de la PUC
Hno. aspirante a la OFS