Sin llanto ya mis pupilas
cargando mi soledad,
buscando sendas perdidas
sin saber donde vas…
¿Para qué sirve la vida
sin familia y sin hogar ?
Triste y solo caminando
por las orillas de un río
amargamente llorando
lo ingrato de mi destino,
¡con mis dolores amargos
¡allí me quedé dormido!
Alguien me besó en la frente
alguien me tocó en el brazo,
y me encontré de repente
en un lecho reposando,
¡pensé que tenía fiebre
creí que estaba soñando!
………………………………..
¡Fuite faro, fuiste guía
de mi barco en tempestad,
y en la senda de la vida
me enseñaste a caminar!
¿Cómo olvidarte podría
refugio de mi orfandad ?
Así volví a los caminos
de un hombre con dignidad,
cuando en mi dolor perdido
alguien me vino a buscar
dándome amor y cariño
en el calor de un hogar.
Ermelinda Díaz
(Espiga de esperanza, ed. Rumbos,2000)
