Es lamentable el reduccionismo intelectual de don Carlos Peña en su articulo del domingo 5 de julio en Reportajes del diario El Mercurio. Sin lugar a dudas, no conoce a la Iglesia (fieles y Jerarquía). Todos pueblo de Dios. Y afirmar que el tema de la PDD (Píldora del Dia Después) no se refiere en uno de sus tantos aspectos al sentido más profundo de la vida humana y el respeto por su dignidad, simplemente es no entender nada. Y estamos aquí para llevar adelante una misión que nos compete a todos (por lo menos a los católicos) como pueblo de Dios en comunión y participación con los legítimos pastores y en fidelidad al Magisterio Pontificio. Comprenda señor Peña que la Iglesia no se entiende sin Cristo, ni Cristo sin la Iglesia, presidida por su Vicario aquí en la tierra ( el Papa) . El único “secreto” de la Iglesia es anunciar a Cristo, salvación para el mundo y camino de esperanza para todos los hombres de buena voluntad que lo quieran aceptar. Y seguimos a nuestros pastores con discernimiento, en comunión y participación. En este sentido, vea al menos el recorrido histórico de las Conferencias Episcopales reunidas en Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Todas ellas precedidas de una rica reflexión humana y pastoral del pueblo cristiano. Y la Iglesia no “presume- por motivos misteriosos – “ como Ud., afirma nada. Sólo invita desde la ley natural a descubrir la dignidad del hombre como hijo de Dios y nos invita a ser participes de ese encuentro de comunión con la trascendencia, originaria en el corazón de cada ser humano que busca dar sentido a su propia existencia. Y, por favor, lea bien el magisterio: la apertura al don de la vida en el matrimonio no es una imposición , sino que una invitación con sólidos fundamentos antropológicos toda vez que la familia, fundada en el matrimonio es la base de una sociedad. Más aún, el matrimonio sigue vigente aún cuando no se alcance su fin procreativo. Al respecto lea el nº 50º de la Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II que expresamente señala: “ … el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación, sino que la propia naturaleza del vinculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también, el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente. Por esto, aunque la descendencia, tan deseada muchas veces, falte, sigue en pie el matrimonio como intimidad y comunión total de la vida y conserva su valor e indisolubilidad”, aunque exista una ley de divorcio. Y con respecto a la familia, asi lo manifiesta también nuestro orden constitucional cuando señala : “ la familia es el núcleo fundamental de la sociedad” (art 1). Y la Constitución y sus posteriores reformas no las ha redactado la “jerarquía”. Tampoco la protección de la vida por nacer como consta en el Código Civil que como Ud., bien sabe fue redactado por don Andres Bello cuando manda al juez proteger la vida por nacer, norma que asumió la Constitución en su art 19, nº1. Y con respecto a la homosexualidad, por favor lea el documento “Atención pastoral de las personas homosexuales” donde se distingue entre “tendencia y acto homosexual”. Y por algo existe un plan pastoral de atención y acompañamiento. La condena la pone Ud., cuando los deja como excluidos sin posibilidad de acogida pastoral, espiritual y terapéutica si estas llegan a ser necesarias. Con respecto a la anticoncepción, obvio que la enseñanza de la iglesia no la aprueba en ninguna de sus formas, antes o después, pues traicionaría su propio magisterio y la defensa de la vida. Asimismo, el aborto en caso de violación es una doble agresión a la mujer. Nunca un mal se soluciona con otro mal. Ni el fin justifica los medios. Para fines buenos, medios buenos. Ni usted ni el ministerio de salud ni el gobierno se hacen cargo y dudo que lo harán del síndrome post aborto. Nosotros como Iglesia, con gran compromiso laical, si lo hacemos y ayudamos a las madres a sanar sus heridas a través del Proyecto Esperanza y muchas otras iniciativas. Y nuevamente se equivoca Ud., con respecto a la conciencia, pues nosotros no sustituimos a nadie en sus decisiones, ni en su conciencia, tan solo acompañamos, orientamos e invitamos al más irrestricto respeto de la dignidad de la persona huma pues la conciencia es el santuario del encuentro de Dios con el hombre (GS ,nº16, CV II) . Y el debate - aunque a Ud., no le guste – si es entre una “cultura de la muerte” y una “cultura de la vida”. Por favor lea Evangelium Vitae de Juan Pablo II en defensa de la vida y la denuncia de la “cultura de la muerte” que tiene como sustrato ideologico, exactamente sus argumentos. Y perdóneme, pero le creo más al Papa en su rigor intelectual y concepción del hombre, que a la suya llena de lamentables reduccionismos y pretensión de ser poseedor de la verdad. Y aunque Ud., no lo crea el debate se da justamente entre aquellos que presentan una visión relativista del hombre como lo ha manifestado reiteradas veces Benedicto XVI y aquellos que proponen valores esenciales, irrenunciables y no sujetos a restricción como - una vez más - lo garantiza la Constitución en su art 5 y ”los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes” como es el Pacto de San José de Costa Rica que en su art 4 protege la vida desde la concepción. Y no ha sido la iglesia quien redactó el pacto de San José de Costa Rica. Finalmente, por amor a la verdad, reconozcamos que las afirmaciones pro PDD de Frei y Piñera son una mera estrategia electoral para obtener votos. El más coherente, aunque esté equivocado y también busque votos , es Ominami. Este último no se desdice de su planteamientos ideológicos. Los dos anteriores han traicionado su propia declaración de principios en defensa de la vida. Y “cruce los dedos” para que los políticos que fueron elegidos por el voto popular y en conciencia respeten la voluntad de sus electores que en defensa de la vida , el respeto de los derechos humanos y de la dignidad de la persona humana votaron por ellos.
Pbro. Francisco Javier Astaburuaga Ossa