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Opinión / Cartas al Portal


El Padre Ignacio Ortuzar Rojas

El domingo 14 de junio recién pasado, fiesta de Corpus Christi, partió de este mundo a la casa del Padre Eterno el padre Ignacio Ortuzar, don Nacho para quienes por años lo pudimos conocer y compartir con él. Sin lugar a dudas, don Nacho, ha sido un sacerdote muy querido por todas las comunidades parroquiales donde sirvió y por los sacerdotes de la Iglesia de Santiago que lo recordará siempre como testimonio de un gran sacerdote . Un hombre de Dios al servicio de la Iglesia de Santiago y del país en las diferentes tareas y responsabilidades pastorales que asumió a lo largo de su vida sacerdotal. Personalmente quiero dar gracias a Dios y por medio de estas líneas agradecer a don Nacho la posibilidad de haber iniciado mi servicio pastoral como sacerdote en la querida parroquia de la Inmaculada Concepción de Vitacura. Ahí conocí a un sacerdote siempre amigo y cercano, con la palabra precisa y el consejo adecuado, de una prudencia a toda prueba y un gran consejero espiritual que respetando la libertad de quien se acercaba a escuchar sus consejos, nunca imponía su parecer ni controlaba nuestras conciencias, decisiones o actuaciones. Por el contrario, con gran sabiduría abría el corazón al encuentro con Jesucristo y el servicio de la Iglesia. Un sacerdote fiel a la oración diaria y la santa Misa. Siempre dispuesto a visitar un enfermo, especialmente si era sacerdote. Preocupado constantemente de su familia a la que visitaba cada semana. Un hombre fuerte y perseverante ante la adversidad, lleno de alegría y una gran capacidad para recibir en su casa a los que invitaba a comer, almorzar o tomar desayuno. Y si uno llegaba sin estar invitado, igual lo recibía con gran cariño. Y como era muy preocupado por los demás, muchas veces lo veía partir, silenciosamente, en una micro hacia algún lugar para ver un enfermo o hacer un tramite. A pesar de sus años, igual se tomaba la micro en la esquina de la parroquia hasta que su salud se lo permitió. Doy gracias a Dios por todos los años que trabajé pastoralmente con él y el haber podido estar a su lado el día anterior a su muerte cuando aun estaba consciente y por largo rato, junto a otros sacerdotes y un matrimonio muy querido por él, rezamos el santo rosario. Querido don Nacho ya goza de la presencia de Dios por toda la eternidad y como buen hijo espiritual del P. Alberto Hurtado nos ha dejado un gran regalo con su testimonio de vida y la gran misión de continuar sirviendo al Señor en su Iglesia. Dios lo premió llevándoselo justo el día de la fiesta de Corpus Christi. Ahora celebra junto al Señor una Misa eterna. Muy querido don Nacho lo vamos a extrañar y recordar siempre, muchas gracias por su profunda fe, amor a Dios y a la Iglesia, por su amistad incondicional y cariño.

Pbro. Francisco Javier Astaburuaga Ossa
Ex Vicario Parroquial Inmaculada Concepción de Vitacura