La polémica surgida en relación a la posibilidad de discutir sobre el llamado aborto terapéutico es un hecho que debe ser considerado en su mérito.
Al hablar de "aborto terapéutico" se tiende a olvidar por parte de quienes discuten sobre el tema algunos aspectos que a mi entender son claves. Primero debemos aclarar que el término aborto significa privar del nacimiento o matar, y debe diferenciarse si esto es intencionado u ocurre de manera espontánea, debido a que es claramente distinta la valoración bioética de uno u otro caso. La palabra terapia significa sanar, cuidar, acompañar y en sentido más estricto honrar (a quien realiza la acción terapéutica al ponerse al servicio de la vida del paciente). Por lo tanto usar ambos términos en una frase es equívoco y desorientador.
En segundo lugar se debe reconocer que existe un binomio, la madre y el hijo, ambos seres humanos, de igual dignidad y por el hecho de pertenecer a la especie humana, sujeto de derechos humanos, por lo que las acciones que se sigan si buscan ser terapéuticas deben ir en la dirección de salvaguardar la vida de ambos.
Planteado estos puntos, a mi juicio esenciales, no quedaría otra opción para plantear la "la licitud ética" de la muerte de un ser humano sino a través de una argumentación discriminatoria por edad, el feto es muy joven para tomar decisiones, por enfermedad, el feto presenta una enfermedad incurable y por lo tanto no merece vivir, una discriminación por sexo, el caso de el aborto selectivo de niñas en países asiáticos, o por la difundida argumentación de que lo que deseo, por el hecho de emanar de una decisión "libre" es, sin necesidad de ser escrutado su contenido, bueno.
La humanidad ha conocido de sobra ejemplos de eugenesia social como para olvidar que quienes se ven primeramente afectados son los más débiles e indefensos. Hoy por lo tanto la confianza pública no debe estar con quienes promovieron la misma estrategia, la píldora del día después se entregaría sólo en casos de víctimas de violencia sexual, luego para quienes tuvieran falla de un método anticonceptivo y finalmente para cualquier niñas mayor de 14 años en cualquier circunstancia y sin el conocimiento de sus padres.
La pendiente resbaladiza del desprecio por la vida humana se plantea a través de un discurso ambiguo, generando ambigüedad donde no lo hay y termina provocando mayor desconfianza de la población en quienes deben tutelar la vida de los más indefensos y vulnerables.
Dr. Cristián Vargas Manríquez
Director Instituto Superior de Bioética
Universidad Católica de la Santísima Concepción