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Opinión / Cartas al Portal


Testimonio personal

Toda mi juventud trabaje muy comprometido en las actividades que se desarrollaban en mi parroquia, hasta que llego el momento de insertarme en el mundo laborar. El horario que debía cumplir lamentablemente para mi no era compatible con mis actividades pastorales, por tal motivo me vi en la imperiosa obligación de dejar de participar de estas actividades con la regularidad que lo estaba haciendo. En mis oraciones contantemente solicitaba al Señor poder revertir esta situación, esto sucedió, pero no de la forma que yo esperaba.

Recuerdo que un día sábado ya de noche, recibo una llamada telefónica en donde me informaron que mí más querido amigo y compañero de trabajo, se había enfermado repentinamente, por lo que había sido trasladado en forma urgente al hospital de la U.C. Todo esto era inexplicable para mí, puesto él gozaba de muy buena salud. Transcurridos algunos días, su situación se agravo y cayó en coma profundo. En la empresa nos sentíamos todos consternados, y esto empeoro cuando el informe médicos indicaba que un virus desconocido se había alojado en el celebro, por lo que un desenlace fatal era inminente, esto dio pie para que me dirigiera a la gerencia a solicitar permiso para hacer oración en el puesto de trabajo. Diariamente al medio día. Se avisaba por parlante y deteníamos nuestros quehaceres por 3 minutos y orábamos. Lo hicimos sistemáticamente durante todo un mes, y hasta misas se celebraron. Repentinamente un día, nuestro amigo salió del coma, y en perfectas condiciones neurológicas. los médicos atribuyeron esto a un milagro.

Yo creo el gran milagro empezó en el momento que nos unimos en oración, sin darnos cuenta nuestra relación diaria había cambiado, nos sentíamos mas unidos, daba gusto regresar al trabajo diariamente, otra atmósfera nos rodeaba.

Debido a esta experiencia nuevamente me atreví a ir a gerencia, pero esta vez a solicitar permiso para formar una comunidad cristiana de trabajadores, la respuesta positiva de parte del gerente general no se hizo esperar, y es más, me manifestó muy feliz que desde hace muchos años él esperaba que se formara algo así en la Empresa.

He querido entregar este testimonio de vida para que sirva de aliciente a todo hermano trabajador que sueña con conformar una comunidad de trabajadores en su ambiente de trabajo.

Sergio Silva Navarrete

Pidan, y Dios les dará; busquen y encontraran; llamen a la puerta, y se les abrirá.
Lucas 11,9