Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, lo que significa que gozamos de un privilegio especial. Fuimos creados LIBRES. A diferencia de los demás habitantes del Universo, podemos DECIDIR. Bien o mal, correcta y incorrectamente.
En este esquema, Dios nos ha mostrado SU camino. Nadie, podría discutirle a El, si sus caminos pudiesen interpretarse según “el punto de vista que se le mire”. A Dios, no se le discute, porque en la discusión, hay una cosa segura: perdemos.
Sin embargo, cada uno de nosotros, tiene una conciencia, con la cual vivimos en permanentes debates, pero ella, como la voz de lo más íntimo, nos enfrenta con nosotros mismos para ver si estamos o no en la línea de la voluntad del Señor. Hay, sin embargo, una poderosa fuerza opuesta, que comúnmente llamamos EGO y que es nuestro peor enemigo. El EGO nos miente creando en nosotros miedos. El peor de los miedos es al fracaso, el perder amor, cariño, y significancia ante los demás. El EGO es limitado y limitante; Impide que el hombre se perfeccione porque para perfeccionarse, necesita superarse y superarse, implica exponerse, ariesgarse. El riesgo es “peligroso”, por lo tanto, preferimos usar todas las herramientas que estén a nuestro alcance, para evitar aquello que “creemos” que nos va a doler. Llamo a esto, la fe inversa; Una serie de creencias que en lugar de hacernos crecer y aprender, nos estancan, nos detienen, nos paralizan y, por último, nos alejan de nuestro Amoroso Creador.
Podría poner muchos ejemplos de cómo estos miedos, nos boicotean. Cuando descalificamos a alguien, ¿no es acaso sospechosa la fuerza con que lo hacemos?.
La fe positiva, aquella que nos hace crecer, acercarnos a nuestra destinada perfección, es la fe que nos permite arriesgarnos porque creemos en nosotros mismos y en Nuestro Querido Señor. Realmente, emocional e intelectualmente, optamos por creer lo que Dios hizo de nosotros: seres de ilimitado poder, que teniéndolo a El no le tenemos miedo a nada, sólo tenemos miedo a alejarnos de El. Por ejemplo, en una situación en la cual alguien dice una blasfemia que es “inamovible aceptada” como un “derecho a la libre expresión” ¿porqué a veces nos quedamos callados o defendemos nuestra fe con debilidad?. POR MIEDO. Porque “creemos” más en el que dirán, en la posibilidad de la descalificación, que en nuestra capacidad para abanderarnos con la verdad.
En el mundo que vivimos, desafortunadamente, existen equívocos, justamente porque estamos enfermos de miedos. Dejamos que éstos determinen nuestra conducta, nuestras decisiones, hasta las cosas que decimos. Olvidamos fácilmente la historia y no pensamos que si alguno de nosotros está hoy alabando a Dios, es gracias a la sangre derramada, primero por nuestro Señor y después por todas las generaciones de buenos misioneros que se aventuraron en América entre indios y peligros, gente que murió dispersando la Palabra de Dios, para que tu, hoy, puedas creer y ser Salvado.
Este es sólo UN miserable y pobre ejemplo, de lo mucho que cada uno le debe a seres tanto vivos como muertos. Es por eso que cuando hablemos, cuando decidamos, pensemos con profundidad lo que significa ser cristiano.
Cristiano es el que cree que, como hijo de Dios, por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, no tiene miedo. Tengámosle miedo a los fantasmas que tenemos dentro y no a la Palabra que nos hace realmente LIBRES.
Carolina Eyzaguirre Arroyo
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