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Opinión / Cartas al Portal


Luz y Sal del mundo

Jesús vino a este mundo como Mesías, para completar y adoctrinar a todos los pueblos acerca los mandamientos de Dios, como le manifestó a Caifás en el juicio religioso que celebrara contra Él y para ser Rey de todos los pueblos como le señalara a Pilatos en el juicio político que le instaurara.

Después de dar a conocer a su pueblo ocho de sus bienaventuranzas al pié de un monte, basado en aquella que dice “Felices los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”, y nos manifiesta “Vosotros sois la sal de la tierra” y “la luz del mundo”.

Sal de la tierra, porque todas nuestras obras deben fundarse en los preceptos de Dios contenidos en el Decálogo, sus bienaventuranzas y doctrina y luz del mundo, porque en ellas se manifiesta nuestra fe y la gloria de Dios y nuestra responsabilidad de comunicar su doctrina.

Y al decirnos “Felices los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los Cielos”, nos está diciendo” Felices los pueblos que me reconocen como su Rey, su único Rey y obran conforme mis mandamientos”.

Un reino, en que en nuestras relaciones con el prójimo somos mansos y no iracundos; humildes y no soberbios o vanidosos; puros y limpios de corazón y de mente retorcida y desconfiada; diligentes y no perezosos pues a todos nos dio una pizca de inteligencia para buscar las soluciones a nuestros problemas; que tengamos hambre y la sed de verdad y no hipócritas; hambre y sed de justicia, esto es amar y cumplir su ley y no arbitrarios o despóticos; hambre y sed de misericordia y no envidiosos; hambre y sed de paz, de una paz basada en la verdad y en la justicia y hambre y sed de libertad, libertad únicamente limitada por el amor.

Al comportarnos en este mundo lleno de sorpresas, cataclismos, plagas, desorden y violencia, como Jesucristo nos enseña, viviremos la normalidad basada en la realidad, tal como nos ha predicado. Luchemos con las armas que nos ha dado, porque esa normalidad impere en este mundo.

Un antiguo adagio español dice “vivir es necesario, pero navegar es vivir dos veces”. Pero también un antiguo proverbio testamentario nos dice” vivir es necesario, pero vivir en Jesucristo, por Jesucristo y para para Jesucristo, es vivir mil veces”

Ver. Martes 09.06.20.Reyes 17, 7-16, Salmo 4. Mateo 5, 13-16.

Samuel Ginsberg Rojas
Oficial de la Armada en Retiro, Abogado, Jubilado