El Papa Emérito Benedicto XVI nos alerta, en su reciente carta “El antídoto contra el mal es entrar en el amor de Dios”, sobre el garantismo señalando “Solo el llamado garantismo una especie de proteccionismo procesal era considerado como “conciliar”. Esto significa que se tenía que garantizar, por encima de todo, los derechos del acusado hasta el punto en que se excluyera del todo cualquier tipo de condena. Como contrapeso ante las acciones de defensa disponibles para los teólogos acusados y con frecuencia inadecuadas, su derecho a la defensa usando el garantismo se extendió a tal punto que las condenas eran casi imposibles”.
Este garantismo parece haberse extendido a la sociedad civil laica. Es así que ya no nos sorprende que los tribunales de justicia dejen sin sanción a violadores de la ley.
El garantismo actual ha ido claramente en contra del bien común y sus valores. Un ejemplo de ello lo tenemos en la homosexualidad hoy no es raro verlos besándose en público o haciendo alarde de su condición. Se les ha permitido el matrimonio y su no discriminación.
Se dice que hay que respetar a las personas y estoy de acuerdo, pero no hay que confundir su respeto con la aceptación y tolerancia de sus conductas desviadas respecto de los valores y la sociedad.
Ya nadie garantiza los valores que se han sacrificado para favorecer a personas en desmedro de los bienes y valores sociales. Ya ningún legislador los defiende.
Otro fenómeno de garantismo muy difundido dice relación con las ideas ajenas. Lo habitual es sostener que las ideas ajenas deben ser respetadas, en lo que lo que no estoy de acuerdo. La persona siempre debe ser respetada pero no sus ideas las que deben ser estudiadas, analizados, refutadas y solamente si tienen el mérito suficiente, aceptadas.
Planteo esto en el contexto de la verdad y de los modos de buscarla y de los criterios para validarla.
El Papa Emérito nos relata cómo fue sacudida en sus mismas bases la teología moral por los cambios socioculturales. Se movió desde la búsqueda de su fundamento en la ley natural a encontrarlo en sus raíces bíblicas., lo que también tiene una problemática propia. Nos señala “Hay valores que nunca deben ser abandonados por un valor mayor e incluso sobrepasar la preservación de la vida física. Existe el martirio. Dios es más incluida la sobrevivencia fisica. Una vida comprada por la negación de Dios, una vida que se base en una mentira final, no es vida”.
Estoy convencido de que estas reflexiones pueden ser de utilidad a los católicos chilenos. Nos hace falta luchar por la preservación de nuestros valores y su difusión y que esta sea visible.
Dios es nuestro norte y la verdad eterna que todo lo trasciende, entrar en el amor de Dios es nuestro antídoto contra el mal.
Dr. Pedro Naveillan F.
Dr. Pedro Naveillan F.