Sorprendido por el reciente otorgamiento de la medalla de plata como premio a la Fundación Rockefeller por parte de la Pontificia Universidad Católica de Chile, lo que me parecía contrario a valores cristianos que eran y son sistemáticamente violados por actividades financiadas y promovidas por dicha Fundación, me decidí a indagar sobre la materia.
Lo primero que busqué fue su compromiso con las políticas poblacionales y la anticoncepción encontrando en internet abundante información sobre su activo compromiso. Luego indagué sobre su participación en la legalización y promoción del aborto encontrando también que había jugado y jugaba un importante papel.
A estas alturas, se me ocurrió una idea que me pareció peregrina pero que también revisé en Internet: que el cambio de la valoración social e incremento de la homosexualidad podrían también ser un medio al servicio del control de la población. Para mi sorpresa, encontré que el movimiento gay había sido y era fomentado y financiado por fundaciones internacionales, entre ellas la Rockefeller. Otro tanto comprobé que ocurría con la ideología del género, con la no discriminación de las mujeres y otros temas valóricos.
Caí así en cuenta de como desde mediados del siglo pasado se han ido sistemáticamente corroyendo los valores cristianos por parte de fundaciones internacionales sin que nos diéramos cabal cuenta.
Estas actividades han servido, conscientemente o no, las ideas de Gramsci sobre la destrucción de la cultura judeo-cristiana.
Nos parece inaceptable que nuestra Pontificia Universidad Católica se haya visto sorprendida y haya premiado a una clara enemiga del cristianismo y de nuestra Iglesia Católica.
Mi intención al escribir esta carta es contribuir a que los católicos chilenos no nos dejemos sorprender por estos ataques, a que seamos capaces de discernir lo que se oculta tras las ayudas que recibimos que pueden ser, como es el caso en comento, verdaderos caballos de Troya.
Dr. Pedro Naveillan F.