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Opinión / Cartas al Portal


Conciencia moral

Formación de conciencia

No se ponen de acuerdo los psicólogos sobre lo que se entiende por conciencia. La conciencia ¿es ese saberse presente a sí mismo como un centro de actos propios o tal vez somos engañados porque es el ambiente el que actúa en mí? Aún más, seriamos tributarios robot del DNA o de la química cerebral que combina millones de sinapsis que producen mis decisiones. Hasta las amígdalas salen a concurrir en mis decisiones. Algunos más humanistas hablan de responsabilidad como terapia. Ello se acerca más al dato revelado.

¿Qué entendemos como conciencia moral a la luz de la Revelación?

El Concilio Vaticano II habla de la conciencia como el encuentro sagrado de Dios con el hombre. Único y sagrado encuentro.

Así pasamos a otro plano, más allá de las definiciones etimológicas o de uso del término conciencia.

Cuando Abraham se compromete a la misión encomendada adquiere una conciencia que dicta las conductas a seguir. Una conciencia moral. Cuando Moisés aceptó el mandato de Yahveh de liberar a su pueblo, se formó un conciencia o “set de normas” conductuales para llevar a cabo ese Plan de Dios. Los profetas dieron sus vidas para ser fieles a su conciencia. La Virgen Maria fue transparente en su conciencia con conductas de fiel obediencia a la voluntad de Dios. La conciencia moral es la respuesta a Dios en un plan personal de vida para todo hombre que viene a este mundo” Juan1.

¿Cómo se da la conciencia en la persona?

Está como virtud, es decir una disposición permanente (prudencia) para responder pronta, fácil y de agrado a la propuesta de Dios. La conciencia moral es como un sacramento. Viene la Palabra sobre el elemento (mente) dispuesta a obedecer el mandato amoroso de Dios y se forma la virtud.

¿Cómo formarla?

Cada vez que hacemos un acto “crístico” es decir de respuesta a la gracia estamos formando la conciencia. Lo actos pecaminosos la deforman. La oración la forma. Gustar y valorizar las normas éticas la forma. Se confirma en la evidencia de que es bueno ser bueno y desgracia ser malo.

John Hitchman
Profesor jubilado