Me parece conveniente referirme a la exhortación evangélica “Amoris laetitia” (sobre el amor en la familia) del Papa Francisco, de reciente publicación.
Ante todo hay que retener que se trata de una exhortación, esto es una advertencia o aviso con que se intenta persuadir a alguien de que se haga o deje de hacer algo. No es una encíclica, carta solemne dirigida por el Papa sobre asuntos de Iglesia o de doctrina a los obispos y fieles católicos.
Está dividida en 325 puntos que conforman 9 capítulos. Su tema fundamental es el amor y la alegría que este produce teniendo como marco la familia.
Entra con claridad, sencillez y profundidad en temas actuales relevantes, Lo hace revelando su tremenda calidad humana y enorme experiencia sacerdotal y pastoral, con amor y misericordia.
No elude referirse a temas conflictivos de actualidad y lo hace con altura de miras.
Así se refiere a la ideología del género críticamente. Profundiza en el amor de pareja - entre hombre y mujer -, señala rumbos al matrimonio que muestra como una realidad que se va haciendo, construyendo en el decurso del tiempo. Deja en claro lo que es el verdadero amor en el matrimonio, destaca dentro de él, en positivo, el sexo como un don de Dios que debe ser legítimamente disfrutado.
Muestra como el amor se vuelve fecundo dando origen a los hijos, que son un don de Dios.
Subraya el valor de la familia como piedra angular de la sociedad que debe ser apoyada y defendida.
No elude referirse a crisis matrimoniales y familiares y sugiere caminos de prevención, apoyo y solución para ellas.
Frente al divorcio y los vueltos a casar, defiende al matrimonio cristiano como un compromiso para toda la vida sin por eso dejar de estar abierto a situaciones problemáticas que lo imposibilitan y las que debe ser analizadas con profundo discernimiento, en espíritu cristiano acorde con el amor misericordioso del Señor. Los padres divorciados en nueva unión no deben ser dejados solos por las comunidades cristianas, las que deben incluirlos. Sin embargo, retenerse que el divorcio es un mal. Nunca debe pensarse que se pretende disminuir las exigencias del Evangelio. Advierte al respecto. “Para evitar cualquier interpretación desviada, recuerdo que de ninguna manera la Iglesia debe renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza”.
Dedica un capítulo entero a la educación de los hijos dando valiosas orientaciones para la formación ética y en valores de ellos, tomando en consideración su desarrollo y circunstancias. Señala que el principal educador es la familia, que es su deber irrenunciable y que no puede ni debe ser sustituida por el estado, el debe apoyarla y hacerla posible.
Todo lo anteriormente señalado son solo retazos de un libro riquísimo en humanidad, experiencia y sabiduría.
Estimo altamente aconsejable su lectura y estudio para el bien de Chile y de los chilenos.
Dr. Pedro Naveillan F.