En el comentario al Evangelio del 26 de este mes de enero de 2016 del sitio www.evangelizo.org aparece el texto de la epístola de Pablo VI Evangelii Nuntiandi que reproduzco más adelante.
Me parece que es de gran interés su conocimiento y meditación a la luz de la desorientación que parece reinar en torno al papel de los laicos y su relación con jerarquía de nuestra Iglesia.
“Ser una lámpara sobre el candelero"
Los laicos a quienes su vocación específica coloca en medio del mundo y al frente de las tareas materiales más variadas, deben ejercer, en virtud de esta vocación, una forma singular de evangelización. Su tarea primera e inmediata no es la institución y el desarrollo de la comunidad eclesial,— esto es el papel específico de los pastores —, sino la puesta en marcha de todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero ya presentes y activas en las cosas del mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora es el vasto mundo complejo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura, de las ciencias y del arte, de las relaciones internacionales, de los medios de comunicación, así como ciertas realidades abiertas a la evangelización como el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional, el sufrimiento.
Cuanto más laicos estén impregnados del espíritu evangélico, responsables de estas realidades y comprometidos claramente en ellos, competentes para promoverlos y conscientes que hace falta desarrollar su plena capacidad cristiana a menudo sofocada y arrinconada, tanto más estas realidades serán caminos al servicio de la edificación del reino de Dios y, por lo tanto, de la salvación en Jesucristo, sin perder o sacrificar nada de su potencial humano sino manifestando la dimensión trascendente a menudo desconocida.”
Con toda cordialidad y espíritu cristiano.
Dr. Pedro Naveillan F.