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Opinión / Cartas al Portal


Una Precisión Misericordiosa

Quien lea la declaración laical por el año de la misericordia publicado por su medio el pasado 13 de Diciembre de 2015, apreciará que la intencionalidad explícita de ella es reconocer que como Iglesia hemos cometido determinados pecados que ha implicado escándalos no propios del Evangelio. En ese sentido, ¿cómo poder señalar que la iglesia trae el perdón de Dios al mundo si es que como Iglesia no pedimos perdón por nuestra propia falta de misericordia? No hacerlo es un claro abuso de poder que convierte el Evangelio en algo no creíble. A nuestro entender, ese el riesgo que corremos como Iglesia al analizar el numeral 22 de la Bula Misericordiae Vultus.

Así, los laicos del grupo “Otra Forma de Iglesia es Posible. Iglesia Pueblo de Dios” identificaron doce pecados por los cuales pedir perdón. No bastando con eso, asumieron que estos ocurren porque como laicos hemos actuado o no hemos hecho nada para evitar la proliferación de estos males, por lo que los laicos, en los próximos doce meses, intentaremos concretamente reparar el daño causado.

En ese sentido, cuesta entender la intencionalidad de la carta intitulada “Otra visión laical” de Pedro Naveillan que su medio publicó el 20 de Diciembre. La dificultad para un cabal entendimiento estriba en la ausencia de referencia a quién quiere contestar y las menciones difusas a la declaración a la cual aporté: no queremos proponer un nuevo concepto de misericordia, tampoco la supeditamos a nuestra voluntad. Para la tranquilidad de ese autor, tampoco pedimos perdón a nombre de la sociedad chilena.
Lo que don Pedro no puede obviar, es que el arrepentimiento, como bien señalan Searle y Austin, es un acto de habla performativo, vale decir, se hace mientras se dice. Dicho de otro modo, quien esté arrepentido debe generar cambios en la realidad. Así, un pecador arrepentido debe dejar de pecar, por ejemplo. De lo contrario, es pura palabrería.

Y es a un cambio en la realidad a la que apostamos no pocos laicos y para eso identificamos doce pecados institucionales que enmendar. El señor Naveillan nos acusa de un sesgo político en pedir perdón. Eso no es así. De lo que sí podrá acusarnos es de tener un sesgo cristiano, pues seguimos el mandato de Cristo dado en Mateo 25, 31-45. ¿Esto será lo que Pedro Naveillan y otros dice no compartir? Si anhelar una cristiandad más cristiana es causa de escándalo, ¡cuánto mejor! Pues es preferible provocar el escándalo de una buena nueva que al escándalo de nuestras miserias.

La pregunta que invitaría a responder, más que buscar pleitos sin rigor, es ¿hasta cuándo la jerarquía de la Iglesia endosará a los laicos y laicas el hacernos cargo de lo que a ellos corresponde asumir?

Juan Carlos S. Claret Pool
Vocero Organización de Laicos y Laicas de Osorno