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Opinión / Cartas al Portal


Píldora del día después (II)

En relación a la pastilla del día después, quisiera como cristiano hacer algunas acotaciones personales.

Para los creyentes, la aceptación del enigma de la trinidad: Dios, Espíritu Santo y Jesús es la base de nuestra fe. Dios omnipotente e invisible siempre está presente en la fecundación de sus hijos. Su alegría es viva y profunda por el acontecimiento. El Espíritu Santo esta presente allí y el acto de la fecundación ya no depende si el acontecimiento es deseado o querido por los procreadores. El punto es que Dios quiere a ese hijo como uno más de su rebaño. No importando si aun no tiene el cuerpo. Estando el Espíritu Santo presente, el nuevo hijo que se empieza a formar ya tiene el espíritu de Dios desde el mismo momento de la fecundación. Es decir, tiene un alma propia. Bajo este concepto de fe, el uso de este elemento es un aborto que va contra de la vida dada por Dios. Va en Contra de la alegría de Dios y por tanto va en contra de Dios mismo y en contra de su mandamiento: No matarás. ¿Puede entonces una política de algún gobierno ser más importante que una “política” de Dios? En estos argumentos no tiene importancia la condición social de las familias y tampoco la edad de los involucrados. Es netamente una cuestión de aceptación en base a la fe. Quizás para los no creyentes este tema no tenga importancia, pero para aquellos que si somos devotos de la fe cristiana si la tiene y nos debería hacer meditar sobre lo que nos será propuesto en el futuro. La vida es sagrada desde el mismo momento de la gestación.

Ricardo Mir
Rut: 9.245.608-0

Ricardo Mir