Aproximándose ya la fecha del Día Universal de Misiones, que este año ocurre el domingo 21 de Octubre, queremos dirigirnos a los miembros de ambos cleros, a las religiosas y a todos nuestros fieles, no sólo para exhortar a todos para celebrar ese Día con creciente entusiasmo, sino también para prepararlo con tiempo y debidamente a fin de superar esa celebración a la de los años anteriores.
¿Qué espíritu deberá animarnos? Toda obra para que tenga vida y éxito, debe ser animada de espíritu. Espíritu patriótico, espíritu de empresa, espíritu de trabajo indican el que anima a muchos para emprender a veces obras grandiosas y hasta heroicas. Pues bien: la Obra Misional, concentrada especialmente en el “Día Universal de Misiones” debe estar animada de un espíritu especial. Ese espíritu es el espíritu de Fe.
Porque es la obra de nuestra Fe. Es la obra por nuestra Fe.
De nuestra Fe.- De aquella que Dios, en su infinita bondad y misericordia, sin mérito alguno nuestro, se dignó infundir en nuestras almas. De aquella Fe que predicaron los Apóstoles y un día llegó hasta nosotros, por obra de unos misioneros, y sin la cual hubiéramos quedado, como tantos otros, sumidos en las tinieblas del paganismo. De nuestra Fe, que nos acompaña y consuela en tantas horas de prueba y de dolor, que nos llena de esperanza en una eternidad feliz. De nuestra Fe que nos une a millones de hermanos, que nos hace hijos de un mismo Padre a quien por eso mismo llamamos Nuestro y nos reúne en el regazo de una misma Madre, que es la Iglesia.
Por esto debemos animarnos de espíritu sobrenatural, que es espíritu de amor a esa misma Fe que poseemos, como el tesoro más preciado de nuestras almas, cuando se nos llama a trabajar por su propagación en el mundo. La Fe es don de Dios, pero es algo también nuestro y por eso nuestro trabajo debe ser animado por su espíritu, espíritu de Fe que nos hará trabajar con doble entusiasmo y con mayor mérito.
Pero la obra de las Misiones no sólo es otra de nuestra Fe, sino especialmente obra por nuestra Fe.
¿Quién hay, de alma tan egoísta que, pudiendo hacer el bien, se niegue a hacerlo? Si fuéramos inmensamente ricos, de tal modo que; después de satisfacer todas nuestras necesidades, nos sobraran aún grandes bienes y supiéramos, por otra parte, que hay muchos que nada tienen y a quienes nos fuera fácil hacer felices dándoles de lo mucho que tenemos ¿no acudiríamos ayudándoles y, junto con su gratitud, recibiríamos la satisfacción de verlos dichosos? El que posee gran caudal de ciencia ¿no goza haciendo participantes de ella a otros que no la poseen?
Pues bien. La Fe es la mayor riqueza del alma y la verdad eterna, que ella encierra, es la ciencia más segura y necesaria. ¿Cómo entonces no querer hacer participante de ella a nuestros hermanos que no la tienen?
Sí. Por nuestra Fe, amados cooperadores e hijos nuestros. Por verla propagada hasta los últimos confines del mundo. Por nuestra Fe, para hacernos de nuevos hermanos en la tierra y de nuevos compañeros en el cielo, que deberán a nosotros su eterna felicidad. Por nuestra Fe; es decir por esa que nos trajo Cristo, humillándose, sufriendo, muriendo en la Cruz. Para propagarla no nos pide Dios iguales sacrificios. Podría talvez pedirnos la de los heroicos misioneros con todas sus renuncias, con todos sus sacrificios, hasta con su martirio. ¿No tendría derecho a tal petición quien nos dio todo porque nosotros tuviéramos ese tesoro de Fe?
Nos pide sólo nuestra cooperación.
Nos pide oración. Es decir nos pide que le pidamos. Porque quiere ver en nosotros la confianza en El; porque nos ha enseñado El mismo a decir: “Venga a nos tu reino” y el reinado de Dios se extiende por las Misiones. Porque quiere que todos seamos hermanos, que sepamos amarnos y ayudarnos; porque con acento anhelante nos ha repetido: “Y tengo otras ovejas, que no son de mi redil y a quienes es necesario, atraer para que se forme uno solo bajo un solo Pastor”.
Nos pide interés y propaganda por las Misiones de infieles. ¿Y hay algo más fácil? Pensamos y hablamos de tantas cosas. ¿No podremos pensar y hablar un poco sobre las Misiones, no podremos aún escribir sobre ellas? ¿No podrán los padres de familia interesar a sus hijos en el tema ameno de las misiones, despertando nobles ideales en sus almas? ¿No podrá el profesor o, la maestra que enseñan religión detenerse a explicar cómo se ha propagado y se propaga la doctrina que enseña por medio de los misioneros y los que enseñan historia a declarar la obra de civilización realizada por los mismos. Hasta la clase de Geografía podría darle tema misional al recorrer en el mapa aquellos lejanos países que son campo actual de misiones? ¡Cuántas ocasiones pueden ofrecerse a todos para introducir un tema de misiones, siempre interesante y avasallador! Cae en nuestras manos una Revista o una Hoja Misional: convirtámosla en misionera volante: leámosla y hagámosla circular de mano en mano. Se acerca, por fin, el Día Misional: hablemos de él en el hogar, en el Colegio, en donde podamos.
Nos pide limosna.- ¿Puede haber alguna mejor empleada? Ella encierra todas las obras de misericordia: las espirituales y las temporales. Porque es limosna que en todas ellas se emplea. Llevar a lejanas tierras y sostener a un misionero o misionera, es ayudar al que no sabe; en Escuelas Misionales, es aliviar al enfermo en Hospitales y Clínicas, es dar de comer al hambriento, redimir al cautivo, consolar al triste y, sobre todo, dar la luz de la fe al que está en las tinieblas del paganismo.
Esos pesos que daréis en el Día Universal de Misiones, ese “Sobre” que entregaréis con la generosidad que os pedimos, van a convertirse en mil obras de caridad; es la mejor carta que enviaréis a las Misiones. Dios sabrá de donde va y El os contestará infaliblemente por el correo del cielo que es el más seguro y os dará el interés del Banco más acaudalado.
Oración - Propaganda - Limosna.- Eso os pide el Señor y os dice: “Cualquiera cosa que hiciereis por uno de estos infieles necesitados, lo hacéis por Mí”.
Y, pasado el Día Universal de Misiones, no olvidéis que la Obra de la Propagación de la Fe es una obra permanente, que tiene su organización estable, que cuenta con celadores y celadoras que trabajan constantemente y que, inscribiéndoos en ella, podréis contar con tesoros espirituales de gracias e indulgencias con que la Iglesia la ha enriquecido.
Renovamos y declaramos vigentes las disposiciones de nuestro Edicto Colectivo del 3 de Octubre de 1952, que se acompañan a continuación.
La presente Carta Pastoral deberá leerse en todos los Templos de nuestras jurisdicciones el Domingo 14 de Octubre en todas las Misas y ella podrá servir para formar esquemas de predicación a los sacerdotes en un triduo que recomendamos celebrar como preparación al Día Universal de Misiones.
Dada el día 8 de Septiembre de 1956, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen, bajo cuya protección ponemos el éxito de esta obra Misional.
† José María Cardenal Caro Rodríguez
Arzobispo de Santiago y Primado de Chile
† Alfredo Silva S.
Arzobispo de Concepción
† Alfredo Cifuentes G.
Arzobispo de La Serena
† Arturo Mery B.
Arzobispo Tit. de Tasi y Coadjutor de Concepción
† Rafael Lira I.
Obispo de Valparaíso
† Ramón Munita E.
Obispo de Puerto Montt
† Roberto B. Berríos
Obispo de San Felipe
† Manuel Larraín E.
Obispo de Talca
† Eduardo Larraín C.
Obispo de Rancagua
† Augusto Salinas F.
Obispo de Ancud
† Roberto Moreira M.
Obispo de Linares
† Hernán Frías H.
Obispo de Antofagasta
† Alejandro Menchaca L.
Obispo de Temuco
† Pedro Aguilera N.
Obispo de Iquique
† Vladimiro Boric C.
Obispo de Punta Arenas
† Eladio Vicuña A.
Obispo de Chillán
† Manuel J. Santos
Obispo de Valdivia
† Fray Maximiliano Valdés S.
Obispo Electo de Osorno
† Francisco de B. Valenzuela
Obispo Tit. y Prelado Nullius de Copiapó
† Guido Beck
Obispo Tit. de Mastaura y Vicario Ap. de Araucanía
† Antonio Michelato
Obispo Tit. y Vicario Ap. de Aisén
† Teodoro Eugenín B.
Obispo Tit. de Gerisso y Vicario Castrense
